Sophi sonreía porque tenía que sonreír, pero en el fondo seguía sintiendo aquel mismo vacío insoportable que le ponía las lágrimas al borde de los ojos cada cinco minutos. La familia regresó a la casa, pero ella y Will se quedaron un poco más en el puerto, disfrutando del aire del mar y tratando de
—¿¡Esto es lo que quieres, bebé!? ¿Eh? ¿Esto es lo que quieres...? Del otro lado solo se escucharon gemidos más fuertes, llenando el aire con una nueva sensación de urgencia y de placer. Dentro de aquella casita había sudor, jadeos y nalgadas, gemidos apenas contenidos y cuerpos calientes moviéndos
La mujer la miró un poco asustada, porque Sophi tenía cara de quien es perfectamente capaz de cumplir una amenaza, y enseguida salió corriendo de allí. Ella suspiró con molestia. —¿Por qué siempre tiene que haber una falda rondándote? —gruñó mientras le levantaba la cabeza, y él le sonrió con aque
Tenía que ser una broma. ¡Tenía que ser una m*****a broma de Nathan pero cuando Rex lo miró a los ojos él no parecía nada confundido. —¿Disculpa? —murmuró. —Que lleves a Will a comprar el anillo de compromiso de Sophi —repitió Nathan como si le hablara de comida—. El muchacho es diseñador de autos
—Pídeselo al futuro marido de tu hija. —¡Ay no! ¿¡Cómo se te ocurre!? Es de mala suerte que el novio vea a la novia antes de la boda —exclamó Meli—. Por favor, cariño. Eres mi mejor amigo, necesito este apoyo moral tuyo antes del gran día. Por favor, ven a buscarnos. Aunque el enfado de Rex no hab
Sophia sentía que estaba quemándose. ¿Cómo era posible que quisiera ahorcarlo con el velo de novia, pero solo para acercarlo más y poder besarlo mejor? La boca de Rex recorría la piel de su cuello, haciéndola vibrar mientras sus dedos bombeaban dentro de ella sin descanso, arrancándole gemido tras
La agarró de las caderas y la impulsó con fuerza hacia él, enterrando su miembro hasta lo más profundo de su cuerpo. Sophi gritó sintiendo cómo tocaba su final y avanzaba todavía. La sangre rugía en sus oídos y sus sentidos se vieron inundados por una mezcla de dolor y placer. No podía soportar más,
Le tomó un minuto, solo un minuto salir a la calle, pero para cuando lo hizo ella ya no estaba por ningún lado. —¡Maldición! —gruñó subiéndose a su auto y condujo apresurado hacia la casa. Apenas llegó preguntó por ella, pero Sophi no había llegado todavía. Y por más que Rex esperó no llegó ni en