Le tomó un minuto, solo un minuto salir a la calle, pero para cuando lo hizo ella ya no estaba por ningún lado. —¡Maldición! —gruñó subiéndose a su auto y condujo apresurado hacia la casa. Apenas llegó preguntó por ella, pero Sophi no había llegado todavía. Y por más que Rex esperó no llegó ni en
Rex sentía como si estuvieran tratando de abrirle el pecho con un cuchillo de pan, sierrita incluida. —Alguien debería conseguirle a este hombre una enfermera profesional muy pero muy calificada —murmuró Will con sorna. Meli se inclinó junto a él tratando de ayudarlo mientras Nathan se alejaba un
Rex apretó los dientes. —¿Tu mujer es bipolar? —gruñó mirando a Nathan. —Eso parece. —¡Bueno, pues primero lo primero! —exclamó Meli—. Vamos todos a ocuparnos de los asuntos de la boda para poder celebrarla lo mejor posible. Sophi y Will se merecen la mejor boda y la luna de miel más caliente del
La bofetada resonó en la pequeña casita de huéspedes, haciendo eco hasta en las paredes. Él no tenía que decirlo, ella entendía perfectamente. —¿Crees que vine de Europa solo para embarazarme de ti, imbécil? —siseó. Estaba temblando de pies a cabeza pero solo era de rabia—. ¿Te crees que eres un ma
Era mejor que lo golpearan, fuerte en la cara. Rex prefería eso porque las palabras de Meli recordándole que Sophia era la mujer de otro hombre simplemente lo estaban volviendo loco. Se le revolvió el estómago cuando Will le lanzó una mirada asesina y entró a quedarse con Sophi. —¡Bueno, ¿ya nos p
Con un suspiro, se levantó de la cama y salió a la noche. Vagó por las calles de la ciudad, intentando aclarar su mente y averiguar qué hacer a continuación. Echaba de menos a su Abby, desesperadamente, sintiendo que era casi imposible reconciliar la mujer de la que se había enamorado con la que que
Rex gruñó entre dientes pero terminó dándole la espalda y marchándose. Tenía un "te amo" enorme atorado en la garganta, pero no entendía cómo era posible que no saliera. ¿¡Por qué no salía!? Se subió al auto y se encontró a Will, Nathan y un par de amigos en el característico club de streep donde c
Rex no dejaba de mirar la cajita con los aretes, en la proa del barco todo estaba preparado, las flores, las mesas, la champaña. Will se veía orondo y listo para casarse, y cuando Rex atravesó la puerta del camarote de Sophi, el pedacito de corazón que todavía tenía se le cayó a los pies. La muchac