—OK, un mes. ¡Pero solo un mes! Y para él empezar por un mes era perfecto. Pronte se dieron cuenta de que ninguno de los dos había tenido una relación seria en su vida, y contarse eso fue una forma de admitir que tampoco sabían cómo vivir juntos. Sin embargo, increíblemente, eso no fue un problema.
A Rex se le secó hasta la garganta. Le sostuvo la barbilla por un momento y la miró a los ojos. No pudo evitar sentir un aleteo de excitación en su pecho al mirarla. Era tan increíblemente hermosa que se sentía embriagado por ella, solo quería tocarla y sentir su cuerpo sudando contra el suyo. —¿Es
—¿Está bien, muñeca? —preguntó acariciando sus muslos con suavidad, dándole tiempo para que se adaptara. Sus bocas se unieron en un beso que subió de intensidad en un segundo y Abby enterró los dedos en su espalda mientras comenzaba a moverse sobre él despacio. La sensación era increíble, sus cuerp
Abby sonrió mientras sus ojos se abrían despacio. El cuerpo de Rex seguía caliente y delicioso y posesivo. La cena se había trasladado a las tres de la madrugada, después de unas cuantas sesiones de sexo tan intenso que Abby estaba segura de que nunca en su vida volvería a caminar derecha. Lo miró
—Oye, no digas eso, yo definitivamente iría. ¿Cuándo es? —lo animó Rex. —No sabemos... somos malos para la planificación —admitió otro que se llamaba Steve—. Pero si alguien como tú viniera, seguro que otra gente se animaría. Rex miró a Abby y ella asintió con la cabeza porque ya se imaginaba la p
Otra semana. Otra extremadamente corta semana había pasado. Después del evento de los veteranos habían descansado un par de días, si era que a hacer el amor hasta en la encimera de la cocina se le podía considerar descanso, pero para Rex seguía sin ser suficiente. Luego de eso volvieron a retomar
Rex aguzó la vista y se fijó entonces en un hombre que caminaba detrás de ella, siguiéndola entre la gente. En un segundo sintió un escalofrío que no pudo explicar, no supo si por la actitud del hombre o porque Abby no se había dado cuenta de que alguien la seguía, pero Rex dejó su copa de champaña
—¿Estás seguro de que quieres saberlo? ¡No, claro que no estaba seguro! ¿Cómo iba a querer escuchar la historia de cómo algún hijo de put@ le había roto el corazón a Abby? Sin embargo vivir en la ignorancia no lo ayudaría para nada a entender a aquella mujer y a ella de verdad quería entenderla. —