—Dijeron que estaban en un callejón. La niña estaba peleando con Marilyn Pax y el bebé junto a ellas, Sophia pidió ayuda, y uno de los fanáticos movilizados la escuchó —le contó el detective. —¿Qué pasó con Marilyn? —preguntó Nathan—. ¡Por dios, díganme que la atraparon! —No, todavía no, pero uno
Marilyn parecía una fiera herida. Había pensado que llevarse al mocoso de Amelie muy lejos de allí y dejarlo en cualquier orfanato donde no pudieran encontrarlo, pero no había contado con que Sophia le mandara aquel mensaje, y luego ya había sido demasiado tarde para dejar la ciudad. Se revolvió en
Nathan se puso lívido. Entre las muchas bajezas que jamás había esperado de ella, esa era la peor de todas. —¡Eso es mentira! —¡Corre a hacerte una prueba de paternidad! ¡Y vas a comprobarlo en un segundo! ¡Sophia no es tu hija, y te voy a denunciar para que te la quiten! ¡Ella no va a estar conmi
Meli apretó los puños con impotencia, aquella mujer no dejaba de hacer daño ni siquiera estando vencida. Abrazó a Nathan y lo apretó con fuerza contra su pecho porque ella tampoco podía imaginar perder a Sophia, pero Meli tenía mucha más confianza que él en ese momento. —Entonces vamos a adelantarn
La casa era un hervidero de invitados, todos estaban felices por el regreso de los niños y la recuperación de Rex. Sophia le había hecho un enorme cartel de bienvenida y habían organizado una verdadera celebración. En el jardín trasero, el equipo de los Patriots jugaban contra un improvisado equipo
—Como su padre —añadió Nathan. Se quedó pensativo por un minuto y luego puso una mano en el hombro del motociclista—. ¿Sabes qué, Wayne? Tú y yo tenemos que hablar de la educación superior de ese pequeño nerd. ¡Algo tendrá que estudiar cuando termine la preparatoria, y creo que eso de diseñar autos
Nathan insistió en que volviera a subir la escalera primero, y ella finalmente cedió con una risa. Él la siguió de cerca, con sus manos recorriendo su cuerpo a medida que avanzaban. Solo cuando estuvieron a salvo en la privacidad del avión, se permitió besarla de verdad, profunda y apasionadamente.
—¡Más! ¡Más, por favor! —gimió Meli y Nathan sonrió extasiado, decidido a complacer a aquella mujer para el resto de su vida. La agarró por la cintura y comenzó a moverse con más fuerza, sacándola de su mundo de sensaciones para envolverla en una tormenta de placer donde no había nada más que los d