Meli sonrió al ver la residencia que los esperaba a ella y a Rex. Era una pequeña villa de estilo victoriano, y decimos pequeña porque solo tenía siete cuartos. Se instalaron enseguida y los señores Lanning consiguieron su propia mansión a la que mudarse, lo suficientemente cerca como para estar pre
Extrañaba muchísimo a Nathan, eso no podía negarlo. Sentía que su corazón se rompía un poco cada vez que lo veía salir en alguna revista. Siempre lo fotografiaban solo, pero ella sabía que su esposa y su hija estaban esperándolo en casa. Mientras más tiempo pasaba sin Nathan, más se sentía fuerte y
Jamás en toda su vida Marilyn había esperado ver delante de ella un documento como aquel. Todo, absolutamente todo lo que había hecho desde que había conocido a Nathan King y se había enamorado de él, había sido única y exclusivamente para no perderlo. Y ahora estaba allí, frente a una demanda de d
Marilyn apretó los dientes con una mueca de desprecio. —¡Pues por las malas será! Sin embargo no tenía ni idea de cómo podían ser "las malas" con Nathan King. Esa misma tarde se encontró una maleta en la puerta de la casa y la instrucción de mudarla a uno de los pequeños estudios que usaban los em
—Sophi, ya hablamos de esto —murmuró Nathan. —Lo sé, pero el psicólogo también me explicó lo que le pedí, que devolviera a mi hermanito... eso no estuvo bien —murmuró la niña con tristeza, pero sin llorar. Últimamente se había vuelto retraída y pensativa, y para Nathan aquella era una forma terribl
Nathan se quedó mirando cómo aquella chica se llevaba al bebé. Era un niño hermoso y fuerte, muy vivaz y risueño. Se veía muy lindo con aquella mini camiseta del equipo con el número 20. No pudo evitar pensar que si su hijo con Meli hubiera nacido quizás tendrá la misma edad de ese bebé. —Y probabl
—¡Quédate con el bebé! —le dijo a la chica que venía con ella y que le hacía las veces de niñera de James. Corrió gradas arriba y empezó a llamarlo, pero entre el griterío de la gente no sabía si él no la escuchaba o no quería detenerse. Alcanzó los corredores internos y gritó su nombre con desespe
Meli sonrió emocionada y se bajó de encima de Nathan mientras iba a colgarse del cuello de Paul, que la abrazó con fuerza. —¡Todavía no me lo creo! —exclamó el hombre emocionado—. ¡De verdad estás viva, muchacha! Meli miró a Nathan y pudo ver el mismo alivio triste en los ojos de los dos. —Yo avi