Meli lo pensó un poco y luego trató de sonreír, después de todo Rex tenía razón, daba lo mismo una ciudad que otra si tenía que irse de allí. Boston era tan buen lugar como cualquiera. —Está bien —accedió—. Supongo que tendré que poner algunas cosas en orden antes de irme, hablar con el señor Harri
—Así es, pero yo me tomaré mi tiempo primero. —Está bien, le agradezco mucho el detalle, señora Wilde, me aseguraré de tener todo en orden y nos veremos en Boston en dos semanas. Rex y Meli se despidieron de él y la muchacha salió con la cabeza un poco aliviada, era bueno tener hombres como aquell
—¿¡Qué!? —Me voy de la ciudad, me voy con Rex a Boston. Él va a jugar en los Patriots y yo voy a estudiar en la universidad allá. Nathan sintió como si le hubieran vertido un cubo de hielo encima. Tiró de su mano y la abrazó con fuerza mientras negaba. —Te amo, Meli, no me hagas esto, por favor.
Temblaba. Se ahogaba. La opresión en su pecho era tan grande que Nathan ni siquiera podía articular un solo sonido. Las lágrimas no son solo algo que sale de los ojos, en ese momento se dio cuenta de que es una sensación de dolor que sube por la garganta, se apodera del rostro y simplemente se esc
Nathan sintió un dolor tan profundo como jamás había sentido en su vida, pero separó a Sophia de él y tomó su pequeño rostro entre las manos. —No, mi amor, claro que no. Escúchame, ¡escúchame! Meli no se fue por tu culpa, te lo aseguro. Nosotros acordamos que podíamos vivir todos juntos —mintió Nat
Durante horas, largas y tortuosas horas, Nathan King se encerró en aquella habitación, consumido por el dolor. No podía creer todo lo que había pasado, todo lo que había perdido en unos pocos días. No tenía ni idea de que Meli estaba embarazada, y luego le llegó a la mente aquella cena donde ella es
—¿Entonces eso es lo que te molesta? ¿Que no seguiste siendo el centro de esta casa aun en coma? ¿Que Nathan no permitió que tu hija sufriera y te extrañara? ¿Ese es el problema? —gruñó el abuelo—. Que te quede claro algo, no apruebo lo que Nathan hizo pero sé que protege a su hija a toda costa, y e
—¿Está bien la señorita? —Solo le dimos un jugo —dijo la azafata. —No se preocupen —los tranquilizó Rex—. Es que está embarazada y casi todo le cae mal. La tripulación suspiró con alivio y la azafata se sentó junto a Meli, tomando su mano. —Felicidades, corazón. ¿Estás en tu primer trimestre, ve