Nathan parpadeó despacio, tragando saliva. ¿Decirle algo? ¿Decirle qué? —¿Te sientes mal? ¡Dime la verdad, nena, no te puedes callar estas cosas...! —Te quiero —confesó Meli y al hombre frente a ella se le erizó hasta el alma. —¿Eh...? —Los labios de Nathan se movían pero no salía nada—. ¿Es en s
Ella le suplicaba sin inhibiciones, abrazándolo con fuerza mientras él la llenaba una y otra vez. Los gemidos y los gritos de placer de Meli se mezclaron con los profundos y roncos gemidos de Nathan hasta que ambos llegaron al clímax de forma explosiva, derramándose el uno en el cuerpo del otro. Nat
Inventar excusas no era parte de su carácter, pero definitivamente era mejor que soltar una bomba como aquella sin estar segura. Le había prestado suficiente atención a las clases de publicidad en la preparatoria como para saber cómo funcionaba el cuerpo humano, así que sabía que se había cuidado mu
Meli estaba aterrorizada, no podía negarlo. No estaba lista para tener un bebé, y de repente le llegó a la cabeza el hecho de que le habían abierto el cráneo hacía menos de tres meses. Estaba en manos de los doctores decirle si podía o no tener aquel bebé. Sin embargo confiaba en Nathan y en que po
Si había algo difícil para Nathan King, era no saber exactamente cómo debía sentirse, y por desgracia no lo sabía. El alivio compartía espacio con la desesperanza en su corazón. Había esperado años a que Marilyn despertara, específicamente cinco años, y ahora que por fin estaba reaccionando él no...
Nathan la persiguió desesperadamente, llamándola mientras corría por los pasillos de su casa. Finalmente alcanzó a Sophia en su dormitorio, donde estaba acurrucada en la cama abrazando su preciosa ballena de peluche. —Lo siento, mi amor —susurró Nathan arrodillándose frente a su cama—. Por favor pe
El chofer la dejó justo en el estacionamiento de su edificio y esperó educadamente hasta que ella se subió al ascensor. ¡Qué ironía! Ahora que tenía tantos lugares a donde ir, era cuando no quería irse a ninguno de ellos, pero por desgracia no podía quedarse en casa de Nathan. Sabía que Sophia estab
—No fue una decisión fácil —murmuró él finalmente—. Sophia era una bebé... y creció muy rápido. Y yo... yo no podía... —¡No tenías derecho a decirle que estaba muerta! —No tenía opción, ¿cómo le iba a decir a una niña tan pequeña que su madre seguía viva y no podía venir a verla? No quería que Sop