Meli estaba aterrorizada, no podía negarlo. No estaba lista para tener un bebé, y de repente le llegó a la cabeza el hecho de que le habían abierto el cráneo hacía menos de tres meses. Estaba en manos de los doctores decirle si podía o no tener aquel bebé. Sin embargo confiaba en Nathan y en que po
Si había algo difícil para Nathan King, era no saber exactamente cómo debía sentirse, y por desgracia no lo sabía. El alivio compartía espacio con la desesperanza en su corazón. Había esperado años a que Marilyn despertara, específicamente cinco años, y ahora que por fin estaba reaccionando él no...
Nathan la persiguió desesperadamente, llamándola mientras corría por los pasillos de su casa. Finalmente alcanzó a Sophia en su dormitorio, donde estaba acurrucada en la cama abrazando su preciosa ballena de peluche. —Lo siento, mi amor —susurró Nathan arrodillándose frente a su cama—. Por favor pe
El chofer la dejó justo en el estacionamiento de su edificio y esperó educadamente hasta que ella se subió al ascensor. ¡Qué ironía! Ahora que tenía tantos lugares a donde ir, era cuando no quería irse a ninguno de ellos, pero por desgracia no podía quedarse en casa de Nathan. Sabía que Sophia estab
—No fue una decisión fácil —murmuró él finalmente—. Sophia era una bebé... y creció muy rápido. Y yo... yo no podía... —¡No tenías derecho a decirle que estaba muerta! —No tenía opción, ¿cómo le iba a decir a una niña tan pequeña que su madre seguía viva y no podía venir a verla? No quería que Sop
CAPÍTULO 48 Los dos estaban angustiados, ninguno podía disimularlo. Nathan hacía un esfuerzo supremo por no tomar la mano de Meli y deshacerse en disculpas, pero ella parecía distante, fría y muy cansada. Recorrieron las calles, buscando desesperadamente a Sophia, pero no había ni rastro de la niñ
Sophia asintió y se dirigió hacia la cama. Marilyn estiró los brazos para abrazar a su hija, y Sophia se dejó caer en ellos. —Mi niña —susurró Marilyn, enterrando su rostro en el cabello de la pequeña—. Te he echado tanto de menos. ¡Me alegro tanto de verte otra vez! —Yo también me alegro de vert
Nathan se mesó los cabellos con desesperación. —Aun así, no es justificación para ser cruel... —No lo fue —murmuró Meli con tristeza—. Solo fue realista, me puso en mi lugar y yo lo entendí. Lo que no tiene justificación es que tú estés aquí mientras tu esposa está en el hospital. Estás casado, ti