—¿Por eso es torpe? —preguntó. —Sí, lamento tener que decirle esto, señor King —dijo el médico con gravedad—, pero Amelie tiene una lesión cerebral desde que era una niña. Es probable que haya aprendido a vivir con un poco de falta de equilibrio, pero si tuvo un nuevo accidente, es probable que eso
—¿De verdad no cree que ella despierte? —preguntó Nathan en voz baja. —Su condición solo ha empeorado en los últimos cinco años. Entiendo su sentido de responsabilidad, señor King, pero tenga la tranquilidad de saber que hizo todo lo posible por ayudarla. El médico extendió su mano y Nathan la est
Nathan no podía negarlo, ver entrar a aquella mujer con la nariz asegurada con una férula y todo morado alrededor era una felicidad. Aun así mantenía una actitud distinguida y altiva, como si la sirvienta de su casa no le hubiera roto la nariz delante de todos. —Stephanie —dijo levantándose—. Qué s
—¡Gracias! ¿Quieres que te tome la palabra? —¿Eh...? —Meli pasó saliva y se quedó mirándolo aturdida, porque no había un lugar mejor para perderse que en ese mar que eran los ojos de Nathan King. Su mirada era profunda y penetrante, y Meli se sentía atraída por aquel fuego que parecía siempre arde
Cuando Aquiles Wilde alargó la mano esta mañana para recibir el periódico del día, y abrió la primera página, casi se escupió el café encima. Bajo el enorme titular que rezaba: PREMIO PARA DESAROLLADORES NOVELES ES OTORGADO AL GRUPO KING´S HOLDING CORPORATION", aparecía una breve noticia. "Este año
—Pues tú te ves muy apuesto —aseguró ella con una sonrisa suave y Nathan le ofreció su brazo. En pocos minutos la limusina salió en dirección al evento y Amelie se quedó maravillada de lo hermoso que se veía el edificio apenas se acercaron. Cuando el homenajeado bajó, una multitud de fotógrafos y
Nathan levantó una ceja pero no dijo nada, sabiendo perfectamente que Stephanie solo podía lidiar con la vergüenza que estaba pasando con esas amenazas vacías. Y luego simplemente... la olvidó. A medida que el evento progresaba, sonaba una banda en vivo, los invitados bailaban y brindaban por Nath
Meli sintió que sus rodillas se aflojaban. Las palabras de Nathan eran como golpes de agua fría sobre su rostro. —¿Qué...? ¿De qué estás hablando...? —murmuró y todos se giraron para ver su rostro interrogante. En un segundo Aquiles Wilde se puso lívido. —¡De nada! ¡De nada! ¡Este hombre no sabe