—¿Estás bien? —Sí, pero ¿viste? Te dije que es muy mala —murmuró Sophi—. ¿Y a ti por qué siempre te amenaza con echarte a la calle? Amelie hizo un puchero muy similar. —Bueno... sus papás pagaron mi escuela y ahora quieren que les devuelva el dinero. Así que les debo mucho —respondió Amelie y ens
Lo odiaba, lo odiaba con todo su corazón. Amelie jamás había detestado a nadie como detestaba a Nathan King en ese momento. Si hubiera podido patearlo lo habría hecho, pero por desgracia había una tendencia peligrosa a que algo trágico pasara cuando se tocaban. ¡Y sí, un beso con aquel hombre ya era
—Sophia quiere un vestido nuevo, así que nos vamos de compras... Y sí, yo las voy a llevar —declaró con una sonrisa que a Meli se le antojó siniestra—. Así que apúrate, Miss Tropiezo, que nos vamos. La muchacha asintió en silencio y se puso de pie, lista para salir, pero no sin antes sacarle la len
Pagar el triple de lo que costaba lo tenía sin cuidado, y al final, por mucho que protestara Meli o mucho que se asombrara el gerente de la tienda por su oferta, Nathan King hizo lo que siempre hacía: salirse con la suya, y no solo se llevó el vestido, sino también los zapatos a juego. Luego de eso
Para Aquiles Wilde era difícil decirle que no a Stephanie, en especial porque la había criado como una niña superficial y caprichosa, y veinticinco años después ya no tenía arreglo, así que cuando su hija se había antojado de aquel lujoso vestido de la colección de Armani Privé, al viejo no le había
—Papi, tengo miedo —dijo Sophia con un puchero. —¿De qué, mi amor? —Es que Meli es muy linda y buena. ¡Mira, todo el mundo la está mirando! ¡Seguro que todas las personas aquí se la quieren llevar también! —dijo la niña—. ¿Y si no se quiere ir con nosotros? ¡Tú eres malo con ella, papi! —lo acusó
Amelie quería que la tierra se abriera y se la tragara. Tropezar y caer en los brazos de Nathan ya se le estaba haciendo una fea costumbre. Caminó tras él con rabia, sintiéndose avergonzada y frustrada por haber sido tan torpe delante de todos. "¿Qué demonios me pasa?", pensó con amargura. "¿Por qu
Y él estaba mirando. La estaba mirando mientras sus manos se cerraban alrededor de sus caderas, acariciándola hasta que Amelie sintió que sus rodillas casi no la sostenían. Ahogó un gemido cuando lo vio sonreír despacio, mientras las gotas de agua caían de su cabello sobre ella, y un segundo después