Pagar el triple de lo que costaba lo tenía sin cuidado, y al final, por mucho que protestara Meli o mucho que se asombrara el gerente de la tienda por su oferta, Nathan King hizo lo que siempre hacía: salirse con la suya, y no solo se llevó el vestido, sino también los zapatos a juego. Luego de eso
Para Aquiles Wilde era difícil decirle que no a Stephanie, en especial porque la había criado como una niña superficial y caprichosa, y veinticinco años después ya no tenía arreglo, así que cuando su hija se había antojado de aquel lujoso vestido de la colección de Armani Privé, al viejo no le había
—Papi, tengo miedo —dijo Sophia con un puchero. —¿De qué, mi amor? —Es que Meli es muy linda y buena. ¡Mira, todo el mundo la está mirando! ¡Seguro que todas las personas aquí se la quieren llevar también! —dijo la niña—. ¿Y si no se quiere ir con nosotros? ¡Tú eres malo con ella, papi! —lo acusó
Amelie quería que la tierra se abriera y se la tragara. Tropezar y caer en los brazos de Nathan ya se le estaba haciendo una fea costumbre. Caminó tras él con rabia, sintiéndose avergonzada y frustrada por haber sido tan torpe delante de todos. "¿Qué demonios me pasa?", pensó con amargura. "¿Por qu
Y él estaba mirando. La estaba mirando mientras sus manos se cerraban alrededor de sus caderas, acariciándola hasta que Amelie sintió que sus rodillas casi no la sostenían. Ahogó un gemido cuando lo vio sonreír despacio, mientras las gotas de agua caían de su cabello sobre ella, y un segundo después
Vio el momento exacto en que Stephanie trató de golpearla. Sin pensárselo dos veces, Amelie la agarró por el brazo y le dio un fuerte golpe en la cara que hizo que Stephanie cayera al suelo con expresión de espanto. —¡Maldit@ sea! —gritó Stephanie sorprendida mientras se miraba el rostro cubierto d
Durante ocho años Aquiles Wilde, junto con su mujer y su hija, habían ansiado deshacerse de Amelie, porque era un triste recordatorio de que solo eran gente pobre que cuidaban a una niña rica. Después de cumplir la mayoría de edad, tanto Heather como Stephanie habían querido sacarla de la casa, pero
—¿Es cierto que mandaste por mí? —preguntó Amelie sin preocuparse de los protocolos de respeto. —Sophia me dijo que los Wilde iban a echarte de la casa —respondió él—. Veo que no se equivocó. Se apoyó en el escritorio mientras cruzaba los brazos sobre el pecho y la vio asentir. —Sí, esa nariz rot