Capítulo 34. Justicia y condena.

Las luces frías de la comisaría proyectaban sombras fantasmales en las paredes grises. Ady Bernal estaba sentada en la sala de interrogatorios, esposada a la mesa de acero, con una expresión de absoluto desprecio.

El oficial frente a ella revisó el expediente antes de levantar la mirada.

—Señorita Bernal, enfrenta cargos graves: homicidio culposo, manipulación de pruebas y soborno. Tenemos pruebas contundentes, testimonios y registros de transferencias que demuestran su implicación en la incriminación de Belinda Bernal y en la alteración de la investigación. ¿Tiene algo que decir en su defensa?

Ady resopló con fastidio, reclinándose en la silla con fingida indiferencia, en presencia de un defensor público.

—No sé de qué me están hablando —dijo con una sonrisa cínica—. Esto es una farsa. Fabio Rossi está manipulando todo porque se siente culpable por su error.

El oficial cruzó los brazos.

—¿Así que niega haber sobornado a un detective?

Ady entrecerró los ojos, y su mandíbula se tensó.

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