—¿Me das un aventon? — agregó el muy idiota muy sonriente, y sencillamente lo ignoré, salí de la sala y baje rápidamente. Los escalones prácticamente los salte de tres en tres. Habría un explicación, una buena…Una que me quitara la ira que ahora mismo amenazaba con reventarme las venas del cerebro.Me metí en el coche de una vez, y las avenidas de la ciudad de Atlanta me reciben atestadas de tráfico.Me cuesta pensar, me cuesta hasta respirar, es insoportable para mi, pensar… imaginarme siquiera que ese imbecil pueda poner un dedo sobre mi mujer. Prefiero cortarle la mano a Andres, antes que le ponga un dedo encima a Yamila o a Amed.
AARON BIANCHICuando finalmente llegue al hospital, me pareció que el camino hacia la habitación de aislamiento donde estaba Amed y Yamila, se me hizo eterno. Casi corria, sin que pudiera evitarlo, sin que me percatara de ello. Estaba enamorado de ella, si, lo estaba. Me había enamorado como un perro, como nunca en mi vida. Estaba enamorado de ella, y estaba enamorado de ese niño que me desarmaba con tan solo mirarme y decirme papá. Me había encantado ser padre, más que nada en el mundo. Me gustaba tenerlos, amaría ser parte de su familia por lo que me quedara de vida.Amed me había aceptado de corazón como su padre, y yo lo había sentido como mi hijo, pero mi hijo de verdad, sin reservas, sin miramientos. Y cómo padre, no podía abandonarlo ahora… no lo abandonaría nunca, aunque me tocara cuidarlo desde las sombras durante el resto de su vida, pues si de algo estaba seguro, es que Amed viviría. Por fin llegue, obviando el ascensor, y subiendo directamente por las escaleras. M
YAMILA KAYA Cuando Aaron se paró frente aquella vitrina que nos separaba en el hospital, lo comprendí todo, él estaba al tanto. Ya el terrible ser que tenía como hermano tenía que haberlo confesado todo. Y cómo sospechaba la conversación con Andrés sería y fue absolutamente desastrosa. Dolorosa hsta sangrar, pues si se trataba de ser cruel, Andrés Sandarti podía ser el más cruel de todos los mortales. La decepción que vi en su rostro, me lastimó el corazón mucho más. Sabía que le había roto algo dentro a él, algo que costó construir, algo que tomó años para sanar. Esa sensación de que su hermano siempre se salía con la suya, a Aaron le resultaba frustrante como ninguna. Aaron… mi boca se abrió en un sonido casi imperceptible. Su nombre se formó en mis labios, y amargas lágrimas de culpa cruzaron mis mejillas. Lágrimas que quemaban, pero que no eran otra cosa que muestra de mi propia estupidez…No sabía, no pensaba….de hecho no sabía nada. No tenía claro cómo manejaría a Andrés e
YAMILA KAYA—¿Qué ocurre Yami?¿Pasó algo con Amed?— preguntó Richi azorado de prisa cuando me vio tan abatida y vio mi rostro de desesperación. —¡Sácame por favor!, y no hagas preguntas—. Justo en este momento lo menos que deseaba era dar explicaciones, pues ni siquiera sabía qué diría cuando lograra alcanzar al hombre que se había marchado hecho una furia segundos antes. Richi me ayudo a salir y a retirarme la sobre bata, la mascarilla, los guantes y los protectores de zapatos en tiempo récord. —Pero mujer, Yamila… por lo que más quieras explícame algo— insistió Richi — Si nada le paso al niño… dime entonces… ¿con quien? Amed duerme…—¡No!¡No ocurrió nada… pero por favor quédate con mi hijo! ¡Cuida a Amed con tu vida!… solo me tomara un minuto tratar de resolver esto … en un segundo estaré de vuelta si es que tiene solución… y si no la tiene, Richi, pues ya me verás regresar aún más destrozada de lo que ya estoy. la vida últimamente ha sido el triple de dura para mi, así que ya
YAMILA KAYA Me aferré a su abrazo, aunque sabía que eso no cambiaba nuestra situación, aferrarme a Aaron Bianchi no m ede volvería de forma mágica a mi hijo. —No tenemos tiempo para “encontrar” la forma— susurré con demasiada tristeza en la voz—. Quizás suene como una egoísta, como una dramática, pero no hay vida para mi si algo le ocurre a Amed— agregue con lágrimas en los ojos.—Confía en mi bonita, haré lo que sea para que estemos juntos— asentí con la cabeza apoyada en su pecho, escuchando el potente latido de su corazón. No me hacía falta verlo a sus ojos para creerle— Yamila, no permitiré que ese idiota se acerque a ti o a mi hijo. Andrés todo lo que toca lo daña, lo corrompe. No permitiré de ninguna manera que Andres vea crecer a Amed, que este cerca para aportar tu veneno en la vida de un niño tan lindo. No soy si padre biológico, pero lo siento como mi hijo y lo defenderé de todo.—¡Que conmovedora escena!— una voz llego desde atrás del sitio donde seguimos abrazados en el
YAMILA KAYA —Creo que ya no estás en posición de exigir nada, buddie. Yamila ya eligió… ¡Tiene un … un… ¿trato? ¿acuerdo? —¿Chantage?— interrumpio Aaron ardiendo de furia— Por más que busques no encontrarás una palabra legal, honesta, para llamar esta bajeza que estás haciendo. —¡Yamila eligió!— contratacó Andres y comencé a enfermarme en el medio de aquella discusión—. ¿No es así bonita? —Ella no eligió, m@ldito enfermo— rugió Aaron, y su voz masculina retumbó en todo el parqueo, el hablaría muy poco después de eso— Tu la estas chantageando con algo que deberías haber ofrecido desde que supiste la noticia de que el niño estaba enfermo. Lo tenías que haber obsequiado de Gratis. —No seas llorón… ¡creo que por eso siempre pierdes! Ella eligió, y acéptalo… El destino eligió… era obvio que un Tarado como tú, no criaría a mi hijo. ¡vaya, eso sería una manera olímpica de arruinar a mi sangre, a mi extirpe! —¡Basta ya!— advertí hacia a Andrés— Tu no eres mejor que él en nada. Es ahora
YAMILA KAYA —Solo déjate llevar… solo por hoy. . Mañana podemos pensar en Andres, en el futuro, en ese matrimonio, y en todo lo que está exigiendo por salvarle la vida a nuestro hijo— susurré mirando a lo profundo de aquellos ojos azules, perfectamente enmarcados en cejas pobladas, y un rostro imponente. Aaron era tan hermoso, que me recordaba al David de Miguel Ángel, al Darcy de Jane Austin, al Romeo de Julieta.Él era todo un dios, el protagonista de cualquier historia… y en este momento se me estaba escapando de la mía, por los juegos del destino. Mi cuento de la princesa arábe se estaba quedando sin príncipe, por una fuerza tan Grande, que no era posible poner en la balanza. Nadie es capaz de colocar la vida de su hijo en una balanza, en contra del amor de su vida.Él cedió, no fue difícil darme cuenta el momento en que su mente decidió mandar todo al carajo y tomar mi mano… más que eso, él había decidido tomar lo que le estaba ofreciendo.No estaba clara la magnitud, ni
YAMILA KAYA Y creo que ese fue el último día que supe lo que era paz, porque si… aunque las cosas parecían arreglarse en un sentido, en el otro iban a otra dirección, a una podredumbre de la que no sabía que podía escapar. —Papiii…¿Crees que me ponga bueno?— le preguntó Amed a Aaron mirándolo con esos ojos que podrían partir desarmar y partir en mil pedazos al alma más dura. —¡Estaremos bien! —aseguró Aaron con decisión.Sabia que se refería a nosotros, a los tres, y no solo a la salud del niño.La tarde transcurrió entre risas, entre amor del bueno. Aaron le dio de comer a Amed, una horrible gelatina que se comió con todo el gusto del mundo, solo por que su padre estaba lidiando con el viscoso alimento, para dárselo en la boca.Ellos se enamoraron más uno del otro… y yo me enamore aún más de ambos.Solo le pedía a la vida que me dejara tener a esta familia, a la que yo elegía, a la que me hacía feliz. No como iba pintando el asunto, que cada vez estaba más cerca de caer irre