YAMILA KAYA Y creo que ese fue el último día que supe lo que era paz, porque si… aunque las cosas parecían arreglarse en un sentido, en el otro iban a otra dirección, a una podredumbre de la que no sabía que podía escapar. —Papiii…¿Crees que me ponga bueno?— le preguntó Amed a Aaron mirándolo con esos ojos que podrían partir desarmar y partir en mil pedazos al alma más dura. —¡Estaremos bien! —aseguró Aaron con decisión.Sabia que se refería a nosotros, a los tres, y no solo a la salud del niño.La tarde transcurrió entre risas, entre amor del bueno. Aaron le dio de comer a Amed, una horrible gelatina que se comió con todo el gusto del mundo, solo por que su padre estaba lidiando con el viscoso alimento, para dárselo en la boca.Ellos se enamoraron más uno del otro… y yo me enamore aún más de ambos.Solo le pedía a la vida que me dejara tener a esta familia, a la que yo elegía, a la que me hacía feliz. No como iba pintando el asunto, que cada vez estaba más cerca de caer irre
YAMILA KAYA El fin de semana transcurrió tranquilo, no súpe nada de Andres, y eso en mis circunstancias actuales era un éxito total. Después de que lo corrí del parqueadero, estaba aterrada, pues lo conocía bastante, y estaba segura que sus represalias llegarían en cualquier momento .Aaron estuvo varias veces en el hospital para procurar que todo estuviera bien con nosotros, cosa que agradecí bastante. Su presencia era un bálsamo para mis alterados nervios. Amed estaba estable, y no tendría tratamiento de quimio. Las primeras secciones habían terminado, y ahora estaba listo para recibir la médula que salvaría su vida y restablecería su salud.Yo estaba demasiado ansionsa, no dejaba de sentir esa extraña sensación de que algo malo está a punto de ocurrir. Varias veces me sentí sin aliento, sin poder detenerme a analizar cuál sería la causa de ese mal presagio que llevaba atrapado entre pecho y espalda, y que no me permitía ni siquiera comer, o algo tan sencillo como beber agua.
YAMILA KAYA Definitivamente cuando Andres llegó ese día al hospital, no lo hizo solo. Sino que venía acompañado de un Notario, y dos abogados. Amed estaba siendo preparado para la cirugía del día siguiente, y por obvias razones lo había dejado con su abuelo, Abdel, para resolver algunos asuntos, estar en la junta médica con los oncólogos, y firmar todos los documentos referentes a la cirugía.Aunque moría por llamar a Aarón, me había contendido. ¿Qué le diría? ¿«gastaste una fortuna por nada»?¿«Haré lo que Andres quiere»?Definitivamente no eran frases que él estuviera esperando escuchar. Tenía que alejarme… tenía que salir de este momento que solo me mantenía sufriendo.Así que como si de una vampira me tratara, apague mis sentimientos.Sencillamente mi mente entró en una especie de Modo Piloto Automático, donde el único destino era salvar a Amed. Cuando esa cirugía hubiese sido un éxito… entonces me lamentaría de todo lo que había tenido que dejar a un lado para llegar ah
YAMILA KAYA Leí aquel contrato pre matrimonial con un asco terrible por todas las estupideces que se leían en él. No entendía como alguien podía llegar tan lejos por una venganza, como él podía ser tan jodidamente rídiculo .A grandes rasgos no era difícil darse cuenta que todo y cada uno de los puntos iba dirigido a obtener la custodia de Amed y la patria potestad en caso de divorcio. Y si… el divorcio sería un hecho, él estaba tan seguro que esto no duraría nada, que tuvimos que jugar este show. Aquel contrato completo era una burla, una forma de aplastarme hasta la autoestima. Sabia que él tomaría medidas, lo que no me imagine que tan drásticas, tan humillantes para mi. Seguí leyendo, y cuando leí aquella estupida “Cláusula de Infidelidad” sentí que el hígado se me reventaba de la impotencia. «¿Cómo se atrevía ese m@ldito a haber hecho redactar algo así?» Aquel documento no era otra cosa de una prueba más de su enferma cabeza. CLÁUSULA DE INFIDELIDAD: En caso de infidelidad,
YAMILA KAYA —¡Eres una maldita escoria! — siseé llena de ira— Si te atreves a expresarte así de tu propio hijo… no se que puedan esperar estos payasos que te acompañan. ¡Termina de una vez con este circo! —¡Si no firmas!… Pues… No habrá transplante.—¡Firmaré!— escupí rabiando—¡ Pero no por ti idiota! Sino por lo que está en juego. Pero… solo espero que la vida te cobre lo que estás haciendo. —¡Ñi ñi ñi!— se burló y sentí unos deseos demasiado fuertes de romperle el cuello, y no lo hice solo porque solo arruinaría la medula que podría salvar a mi bebé— La verdad ni yo mismo entiendo por que me quiero casar contigo, ¡nunca me gustaste tanto!— se quedó pensativo por unos segundos y luego agregó— ¡Ya se! ¡por qué le gustas a él! Solo me caso contigo para que él no te tenga. ¡Son igual de idiotas!, ¡porca miseria !Dude, dude mil veces antes de comenzar a formar, y como no, si estaba poniendo mi vida entera y sobre todo la de mi hijo en manos de un m@ldito psicopata. Solo esperaba qu
AARON BIANCHI Cuando llegue al hospital, algo raro en el ambiente me alertó. No sabía que exactamente pero algo muy raro, pero el aire parecía distinto, extrañamente pesado. Había pasado el día demasido complicado, tratando de organizar todo, lo mejor posible. Increíblemente con los anuncios para encontrar un donador, había caído una marea enorme de casos y procesar todo aquello había tomao demasiado tiempo. Aunque mi equipo de relaciones públicas era bastante eficiente, no podía dejar todo en sus manos.Baje del coche, y tome las flores que traía para decorar la sala cerca del cuarto de Amed, pues solo quería que viera colores.
AARON BIANCHI Subí directamente a la sala de oncología infantil. Estaba feliz y esperanzado…«Y ese no era un estado normal en mi»Pero si, habían llegado tantas personas a realizarse ese examen, que una ventana de esperanza y posibilidad se había abierto. Y eso quería compartir con Yamila, y hasta con Amed, que no entendí todo, pero sin dudas estaba harto de estar enfermo y confinado a un hospital. Había sido muy valiente, pero no había dudas que odiaba las agujas con todas su fuerzas.Con esas ideas, y hasta un poco distraído en mis pensamientos llegue por fin al lugar donde debían estar mi mujer y mi hijo…Tamaña sorpresa me lleve al ver allí, a mi hermano, vestido como paciente del hospital con una bata bastante ridícula que dejaba ver sus piernas desde encima de la ridicula.Yamila estaba muy seria, pero al verme aparecer sin dudas su semblante se mudó a una expresión mucho peor: una de sencillo y llano «Espanto».No quise hacer conjeturas, me abstuve de suponer, de asumir
AARON BIANCHI Encontrarme con la hermana de Yamila solo había hundido más profundo el puñal. Así que casi que corrí por llegar a mi automóvil . Me sentía tan descontrolado como un adolescente que encuentra a su novia con otro.Pero si de algo estaba claro… es que yo no era ningún adolescente. Era un hombre hecho y derecho y la vida me había golpeado tantas veces que no sabía explicar a ciencia cierta porque ahora se sentía distinto. Más fuerte, más desbastador el golpe.Quizás porque esta vez me había enamorado de verdad. Dicen los que creen entender el amor que un hombre solo se enamora una sola vez en la vida, y esa vez lo hace con la fuerza de un huracán categoría cinco. Quizás los que sabían del amor… tenían razón en algo; pues todo yo era una fuerza lista para devastar lo que se me pusiera en frente.Una vez en el coche, fue que me di tiempo a respirar. A poner sobre la mesa lo que acabada de ocurrir en es sala que no planeaba volver a pisa. Cuando estuve sentado tras el vola