YAMILA KAYÁ El teléfono cayo de mis manos, y me quede allí, sin saber qué hacer o cómo reaccionar. Esto tenía que ser una broma, una j@dida de Andrés… o del destino. No podía ser, que yo de idiota me hubiera venido a meter con el único hombre de esta ciudad que tuviera un parentesco con Andrés. «Tenía que ser mentira» eso tenía que ser…« una atroz mentira» Recordé cada detalle desde que había visto a Aarón por primer vez… Andrés desapareció poco después de eso. ¿Y si todo esto había sido una trampa de ambos hermanos? ¡Dios! Con manos temblorosas me limpié las lágrimas que involuntariamente habían empezado a salir de mis ojos. No era solo que fueran hermanos… Es que si por algún motivo se habían confabulado en mi contra yo tenía todas las de perder en contra de esos dos. Busqué en mi mente, en el hermoso rostro de Aaron no había nada que lo relacionara con los rasgos físicos de su hermano. Tampoco en su amabilidad y en sus modos; nada me recordó a Andres. Trate de encontrar la
YAMILA KAYÁAarón me miró, con una llamarada de hielo y ventisca ardiendo en sus ojos. Era imposible no darse cuenta que le estaba costando no salir de mi apartamento a la carrera, buscar a su hermano y hacerle pagar por los insultos contra mi, por perseguirme y acosarme, incluso hasta por abandonarme. —¡Quédate, por favor!— insistí desesperada y queriendo evitar una tragedia. Ya bastante tenía la señora Génova con estar herida, como para ver a sus dos hijos pelear. Estaba segura que después de ver el semblante de Aarón, no se confirmaría con solo hablar o negociar acerca del tema. —¡Andres superó todos los límites, Yamila!— logró articular él con los dientes apretados por la furia y la mandíbula totalmente cerrada y dura. Su rostro se veía sin más sexy, y otra vez esa aura oscura que emanaba estaba ahí, a su alrededor, como si se tratara del Ángel de la Muerte. —¡Ese hombre solo buscaba esto! ¡Provocarnos! ¿!Date cuenta!?— dije yo tratando de desvanecer la ira de Aarón, pero cad
YAMILA KAYÁCuando Amed despertó, Aaron y yo estábamos en el comedor, aun tratando de asimilar lo que ambos acabábamos de descubrir. Para ninguno de los dos había sido fácil, pues resultaba que el inmencionable podía perfectamente auditar para el papel del archienemigo en cualquier obra.Yo lo odiaba por lo cruel y poco hombre que había sido a la hora de abandonarme, y las razones de peso de Aarón para odiar a su propia sangre, me eran desconocidas , pero sospechaba que lo aborrecía por lo irresponsable, mal hijo y mal hermano que había resultado ser.Amed caminó por la sala con los ojitos hinchados de dormir, y sonrió cuando se dio cuenta que su nuevo «mejor amigo» estaba en casa. Enseguida lo levante en mis brazos para cerciorarme que la fiebre hubiera cedido, y tal como había llegado, ya había desaparecido.—¡Migo!¡Viniste! — comentó emocionado de ver a Aarón, y este le sonrió con dulzura.—¡Claro Amed¡ — le contesto en un tono muy animado— ¡Tu mami me dijo que tenías fiebre!—¡
AARON BIANCHI Me sentía a gusto con Yamila y el niño allí en su apartamento. La verdad que ellos dos eran paz y compañía , en medio de la soledad y el caos que era mi vida. Tanto que no deseaba moverme de ahí, o regresar a mi propio penthouses. No quería que ella se sintiera sola con un psicopata cerca dejándole mensajes escalofriantes, y con su pequeño con fiebre. Yamila, me encantaba como mujer, era arrebatadoramente bella, pero no era solo eso lo que me atraía a alla. Si era cierto que tenía más curvas que un que un cono de Apolonio. Su rostro era el de una Virgen celestial, pero en esos ojos verdes se podía ver el fuego del infierno…«ese infierno que yo mismo había hecho arder». Era ese espíritu, esa insolencia propia de ella y esa fortaleza para salir adelante y poner a su hijo pequeño por delante… por ser más madre que mujer, eso sin dudas era de admirar, y terriblemente sexy. Una mujer que no ama al fruto de su vientre, es imposible que logre amar a alguien más que a si mis
AARON BIANCHI Blake llegó veinte minutos después, en los que a William aún no podía creerse que Andrés tuviera un hijo al que había abandonado, incluso antes de que naciera.Por supuesto, tratándose de Blake, venía con un ojo morado y la boca reventada. —¡No quiero saber cómo quedó el otro!— observo Will sonriente.—Si algo lo conozco… creo que anoche se dejó ganar— musité yo sin voltearme a observarlo—. ¿Cuánto te pagaron? —Eres un m@aldito zorro… ¡Tu si conoces nuestro mundo, bestia!—dijo Blake palméandome la espalda y sentándose en la silla alta de mi lado. —¿Un whisky?— preguntó Will como si fuera lo más normal del mundo.—Pensé que los hombres decentes y reformados, de esta historia eran ustedes…— murmuró Blake y aceptó el vaso con el líquido ámbar— ¿No se supone que deberíamos estar tomando té y galleticas?… ¡como señoritas! O al menos un café…—No estamos en un plan para señoritas esta mañana— le dice con el ceño fruncido y surcos del estrés marcados en la frente.—Entonces
YAMILA KAYA No sabía de dónde había sacado el valor para enfrentar a Aarón cuando llegó a mi apartamento, pero ya estaba hecho. Y había resultado ser incluso más sencillo de lo que creí, con él las cosas fluían sin que dolieran tanto. Cuando vi su reacción, inmediatamente supe que para él, era tan ajena esa situación cómo para mi misma. No podía ser cómplice del otro desarmado, si era lo más parecido a un ángel de la guardia que había visto en mi vida. Era un escudo de acero que se abría alrededor de mi hijo y de mi, para mantenernos seguros. Le costó, sé cuanto le costó calmarse después de enterarse de lo de que su hermano menor era el padre de Amed. Porque a pesar de ser sencible al dolor … no podía olvidar que era «acero».Lo noté tan extraño durante la noche, tanto que después de hacerle el cuento de buenas noches a Amed, vino a mi cama y se acostó a mi lado. Me abrazó y me acunó durante toda la madrugada para que no me alejara un solo milímetro de él, y por su respiración sabí
YAMILA KAYA La cara de Andrés Sandarti, seguía tan apacible como si le estuviera hablando del clima. Supongo que cuando manejas ese nivel de veneno en la sangre, eres inmune a lo tóxico.—Veo que en tu tiempo jugando a ser doctorcita, al menos has aprendido a insultar— comentó con desinterés— ¡Enseñan cada cosa en estes sitios!—¡No juego a ser doctora!, ¡soy enfermera!— respondí con coraje— ¡Y tú nunca lo entenderías, porque nunca necesita date sacrificarte por algo! —Me importa un cáraj0 lo que crees que seas, o lo que dejes de ser. ¡Te dire lo único que realmente me interesa que no seas y punto— dijo amenazadoramente con los ojos fijos sobre mi como si pudiera atravesarme—¡Y no serás la mujer de un Bianchi, no teniendo un hijo mío! —¡Tu no eres nadie para…— traté de refutarle pero cuando él se acercó aún más interrumpiéndome, logró imponerse de inmediato. —Puedo tener muy mala memoria, ¿Sabes?, pero en pequeñas ocasiones te recuerdo…— dijo como si fuera una cosa buena, y yo s
AARÓN BIANCHI Tan pronto Yamila me llamó para avisarme que el idiota de Andrés había logrado entrar al hospital, antes de que el nuevo equipo de seguridad preparado para ella y para el niño, llegara a posición, la sangre me hirvió. Ella se escuchaba tan agotada de esta situación, superada por el miedo que sentía, e insegura que fue imposible que el corazón no se me oprimiera en el centro del pecho. Lo menos que quería es que se sintiera con miedos, o dudas al estar conmigo. Por el m@ldito acoso de ese infeliz, ella se sentía totalmente desprotegida a mi lado. Quizás yo no fuera el mejor amante, pero me había prometido a mi mismo, que si alguna vez me volvía acercar a una mujer, seria el mejor protector, y ahora estaba fallando a esa promesa. Ese idiota estaba comprando todas las papeletas para la paliza que pensaba darle. Se la merecía… si antes crei que permitiría que fuera Blake quien lanzara una advertencia en mi nombre, para estas alturas había cambiado totalmente de parecer.