YAMILA KAYA No sabía de dónde había sacado el valor para enfrentar a Aarón cuando llegó a mi apartamento, pero ya estaba hecho. Y había resultado ser incluso más sencillo de lo que creí, con él las cosas fluían sin que dolieran tanto. Cuando vi su reacción, inmediatamente supe que para él, era tan ajena esa situación cómo para mi misma. No podía ser cómplice del otro desarmado, si era lo más parecido a un ángel de la guardia que había visto en mi vida. Era un escudo de acero que se abría alrededor de mi hijo y de mi, para mantenernos seguros. Le costó, sé cuanto le costó calmarse después de enterarse de lo de que su hermano menor era el padre de Amed. Porque a pesar de ser sencible al dolor … no podía olvidar que era «acero».Lo noté tan extraño durante la noche, tanto que después de hacerle el cuento de buenas noches a Amed, vino a mi cama y se acostó a mi lado. Me abrazó y me acunó durante toda la madrugada para que no me alejara un solo milímetro de él, y por su respiración sabí
YAMILA KAYA La cara de Andrés Sandarti, seguía tan apacible como si le estuviera hablando del clima. Supongo que cuando manejas ese nivel de veneno en la sangre, eres inmune a lo tóxico.—Veo que en tu tiempo jugando a ser doctorcita, al menos has aprendido a insultar— comentó con desinterés— ¡Enseñan cada cosa en estes sitios!—¡No juego a ser doctora!, ¡soy enfermera!— respondí con coraje— ¡Y tú nunca lo entenderías, porque nunca necesita date sacrificarte por algo! —Me importa un cáraj0 lo que crees que seas, o lo que dejes de ser. ¡Te dire lo único que realmente me interesa que no seas y punto— dijo amenazadoramente con los ojos fijos sobre mi como si pudiera atravesarme—¡Y no serás la mujer de un Bianchi, no teniendo un hijo mío! —¡Tu no eres nadie para…— traté de refutarle pero cuando él se acercó aún más interrumpiéndome, logró imponerse de inmediato. —Puedo tener muy mala memoria, ¿Sabes?, pero en pequeñas ocasiones te recuerdo…— dijo como si fuera una cosa buena, y yo s
AARÓN BIANCHI Tan pronto Yamila me llamó para avisarme que el idiota de Andrés había logrado entrar al hospital, antes de que el nuevo equipo de seguridad preparado para ella y para el niño, llegara a posición, la sangre me hirvió. Ella se escuchaba tan agotada de esta situación, superada por el miedo que sentía, e insegura que fue imposible que el corazón no se me oprimiera en el centro del pecho. Lo menos que quería es que se sintiera con miedos, o dudas al estar conmigo. Por el m@ldito acoso de ese infeliz, ella se sentía totalmente desprotegida a mi lado. Quizás yo no fuera el mejor amante, pero me había prometido a mi mismo, que si alguna vez me volvía acercar a una mujer, seria el mejor protector, y ahora estaba fallando a esa promesa. Ese idiota estaba comprando todas las papeletas para la paliza que pensaba darle. Se la merecía… si antes crei que permitiría que fuera Blake quien lanzara una advertencia en mi nombre, para estas alturas había cambiado totalmente de parecer.
YAMILA KAYÁDespués que hablé con Aarón para informarle que su hermano había estado en el hospital prácticamente amenazandonos a ambos, no volví a escuchar su voz por el resto de la tarde. La verdad es que la tarde en el hospital se había complicado mucho. Estuve más de dos horas preparando pacientes para cirugías, y me tomó mucho más tiempo del que esperaba. Así que por eso no extrañe tanto su ausencia. Casi al marcharme, Melisa me propuso algo, y ella tenia absoluta razón: quizás especializarme en alguna área específica me evitaría que constantemente me movieran por las salas del hospital.Me faltaba poco para terminar mi curso y ser Licenciada en Servicios de Enfermería, y cuando eso ocurriera, podía pensar en una especialización.Amed iría directamente a casa de Camil al salir de la guardería, y yo solo tendría que esperar que Aaron viniera por mi. De nuevo no tenía el coche conmigo.Richi bajó conmigo, y cuando me disponía a llamar a mi “novio”… «sonaba raro llamarlo as
YAMILA KAYÁA la mierd@ Andrés y la desconfianza. A la mied@ se podía ir todo lo que habia dicho para tratar de hacerme desconfiar de él hombre que hacía todo por conquistarme. Allí, recostado en su coche, con los brazos cruzados sobre el pecho estaba Aarón Bianchi, con un sex appeal tan fuerte a su alrededor que haría que se mojara el desierto del Sahara, y que se derritiera de calor la cima del Everest. —Si no lo quieres tú… ¿Me lo puedo quedar yo?— preguntó Richi con la voz ronca, era evidente que hasta él se había excitado solo con mirarlo. —Si mal no recuerdo, dijiste que odiabas a los tipos que tenían «algo que hacer»— le recordé sonriendo y sacando el cinturón de seguridad deseando bajarme para echarme a los brazos de ese hombre que aguardaba por mi. Él era candente, sexy, hermoso. Las facciones de su rostro parecían hechas por los mismos ángeles. Tenía un cuerpo increíble, como si hubiera nacido en un gimnasio, y a pesar de ser terriblemente atractivo, no era eso
YAMILA KAYÁ Él se acercó y comenzó a besarme el cuello, encendiendo otra vez esa llama de pasión, que me hacía arder como una cerilla al viento. Estábamos solos, y eso hacía que no hubiera reservas. Se aferró a mis caderas, y me pegó a él haciendome su turgente ereccion sobre mi abdomen. Creo que él sabía que me derretía las piernas cuando hacía eso. Solo sentirlo tan duro por el deseo que despertaba en él, y eso bastaba para que me sintiera la püta reina del mundo. Yo antes de él no tenía vida sexual, mi experiencia con los hombres había sido atroz, así que mi nueva fantasía sexual era este hombre se tomaba su tiempo en estimularme, en satisfacerme, en hacerme sentir su hembra. Con él no había tabúes, ni había timidez y mucho menos vergüenza… ni inhibición. Solo fluíamos como un solo cuerpo. El alcanzó mis labios, y su lengua despacio acarició la mía, haciéndome probar el sabor de su aliento fresco. Sus manos apretaban mi trasero amasándolo, preparándome para él. Sabia que me
YAMILA KAYÁ Me tomó más de diez minutos recuperarme de aquel vórtice de sensaciones provocadas por Aarón, y que me habían arrastrado más al centro mismo del torbellino de emociones que surgían cuando lo tenía cerca. Él se había quedado allí tendido, conmigo entre los brazos sobre el colchón, húmedo por nuestros cuerpos sudados. Me observaba en silencio, y su expresión era hermosa. Parecía que iba a estallar en carcajadas, pues yo no estaba precisamente presentable después de que él había metido sus manos en mi cabello negro y largo y adema había tirado con él a su antojo. Yo me sentía extasiada y en paz, en ese pequeño rincón de mi cuarto… escondida de los ojos del mundo, con la certeza de que mi hijo estaba bien con sus tíos; y con un hombre al cual podía llegar a amar sin reservas. Para mi fue bueno saber que no se había arruinado la magia por lo que ahora sabíamos… Aaron no era un completo extraño, sino el tío biológico de mi pequeñuelo, y además estaba dispuesto a asumir una p
YAMILA KAYÁ —¡No puedes regalarnos una casa, Aaron! — susurre para que Amed no me escuchara pues me mataría si supiera que yo no quería aceptar su semejante regalote; seguí repasando con la vista cada detalle realmente encantada— ¡Ni siquiera una tan linda! — pero sin dudas era un gesto demasiado hermoso que alguien quisiera compartir algo con mi hijo, si no estuviera tan abrumada por tantas emociones, ahora mismo pudiera sentare en el piso a llorar al respecto. «Amed tenía un padre, uno que estaba dispuesto a compartir todo con él, a legarle todo a él»—¡No te estoy regalando una casa, Bonita!— respondió en mi oído abrazándome por detrás, mientras que ambos veíamos a Amed explorar el enorme vestíbulo decorado en tonos blancos y grises… Sentir ese cuerpo duro tras de mi, no estaba ayudando en absoluto.—¿!Ah no!?¡Se parece bastante a una casa!— bromee y él olió mi cuello en respuesta.—¡Les estoy regalando un lugar seguro!— respondió y se quedó en silencio por un instante—¡Dios!¡Ese