CAPÍTULO 5

El lobo mostró sus intenciones de acabar con ella; pero en esa oportunidad, no retrocedió. Lejos de sentir que estaba atrapada, la idea de que era ella quien había acorralado al lobo y le llevó hasta su terreno cruzó su mente y se instaló con fuerza en ella. Nuevamente fue rondada por el animal; sus pesados pasos se hundían entre el follaje caído del bosque, aplastando las ramas y hojas secas bajo sus patas. Anne interpretó aquello justo como lo que es: la amenaza del lobo de que la aplastaría de esa misma forma.

— Si fueras inteligente, te marcharías mientras aún puedes hacerlo — suelta en un tono frío mientras se mantiene firme ante la ronda del lobo.

El lobo escucha las palabras de la mujer, y con sus ojos penetrantes fijos sobre Anne, gruñe con desdén antes de responder.

“Estúpida humana ¿Por qué debería obedecer las órdenes de alguien como tú? ¿Qué te hace pensar que tienes algún tipo de poder sobre mí?”

Anne se queda en un breve silencio, pero no duda en hablar con la misma firmeza con la que lo hizo antes.

— No se trata de poder, se trata de elección. Te estoy permitiendo elegir que sigas viviendo.

Las palabras desafiantes de Anne hacen que el lobo ruja con furia, mostrando su claro repudio ante las palabras dichas por ella.

“¿De verdad crees que tus palabras pueden amenazarme? Nada de lo que digas puede cambiar tu final. Mis órdenes son acabar contigo.”

— Entonces, haz lo que debas. Pero recuerda, que al final fue tu decisión.

Antes de que pueda existir alguna otra palabra entre ellos, el lobo se abalanza sobre Anne con una velocidad sorprendente, decidido a cumplir su amenaza. Cuando el lobo se lanza contra ella, Anne se sorprende al sentir cómo el tiempo se ralentiza a su alrededor, casi como si estuviera deteniéndose para que ella pueda presenciar a detalle cada una de las cosas que pasaran.

Mientras el inmenso lobo negro se abalanza hacia ella, en su mente se registra cada detalle de los movimientos del lobo con una claridad sorprendente. Pero lo que más la asombra es la figura del imponente lobo blanco que se materializa detrás del primero.

Antes de que el lobo negro pueda darle alcance, Anne se siente impulsada por un instinto primitivo. Y sin siquiera detenerse un segundo para poder comprender completamente lo que está sucediendo a su alrededor, sus pies se dejan llevar por su instinto y corre hacia el lobo blanco con una determinación y confianza que no reconoce como propia. En el momento en que sus manos alcanzan a tocar el pelaje blanco y sedoso del lobo, una extraña sensación de fusión la envuelve. Un destello de luz blanca y cegadora envuelve ambos cuerpos, y en un instante, Anne y el lobo blanco se convierten en un solo ser.

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Cada fibra de su ser se encuentra luchando contra la debilidad que amenazaba con derrumbarlo. Lían sabe que no puede permitirlo y por ello se aferra con todas las fuerzas que le quedan a su consciencia. Su lobo y él mismo saben que no permitirse caer en ese momento es su sentencia de muerte.

— ¡Mueran! — escucha rugir a Hansen.

Pero, justo cuando sintió que sus fuerzas habían llegado a su límite y lo habían abandonado definitivamente, siente el veloz celaje que pasa a su lado. A través de la niebla de dolor y fatiga, alcanza a divisar la figura de un imponente lobo de pelaje marrón que embiste con fuerza. El lobo desconocido no pierde ni un segundo y con ferocidad se enfrenta contra Hansen. Sus movimientos ágiles logran desafiar incluso al oscuro poder que brota de Hansen. Allan aprovecha ese segundo de haberse librado del peligro inminente que representa Hansen para ponerse de pie e ir rápidamente hacia su hermano. En el camino, sus ojos se encuentran brevemente con los de Lían, notando el estado límite en el que se encuentra su hermano.

Mientras el lobo recién llegado y Hansen se enfrascan en una pelea sin tregua, Allan y Zven toman rápidamente el cuerpo de Lían; su preocupación se torna palpable al ver el estado en el que se encuentra el mayor, nunca habían visto a Lían en esas condiciones.

— Hermano — llama Allan, su voz llena de urgencia. — Hay que sacarlo de aquí. — afirma mientras se fija en Zven quien de inmediato asiente a sus palabras.

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Ya no existe una diferencia entre Anne y el lobo; sus mentes y almas están entrelazadas en un vínculo que la humana no puede explicar, mientras el lobo solo palpa y saborea el poderoso nexo que comparten. Anne puede sentir como la fuerza y la ferocidad del lobo ahora también recorren su cuerpo. El lobo negro observa lo ocurrido sin entender qué es lo que está pasando; se supone que aquella mujer no es más que el cuerpo sin alma de una humana.

Ahora que su señora está de regreso, ella debería haber dejado de existir, pero cuando eso no ocurrió, él fue enviado para darle caza y acabar definitivamente con ella. Entonces, ¿por qué un cuerpo sin alma logró fusionarse con un lobo? O incluso, ¿por qué puede sentir un poder antinatural para un ser como ella provenir de su sola presencia?

Los ojos azules del lobo blanco arden con una fuerza feroz, mientras, desde lo más profundo, emite un fuerte gruñido, mismo que resuena en todo el bosque, desafiando al depredador que antes la acechaba. Pero, en su interior, el lobo negro sabe que ahora él es la presa.

Cuando el lobo blanco da unos pasos hacia él, el antiguo cazador retrocede, totalmente asustado ante la dominante presencia de Anne y su lobo blanco, no necesita más que una rápida mirada para comprender instintivamente que ya no tiene ninguna posibilidad contra la desafiante fuerza que se muestra ante él. Con un último gruñido de temor y frustración, el lobo negro sigue retrocediendo, pero cuando intenta dar la vuelta para alejarse y volver con su señora y poder informar de lo que ocurre, el lobo blanco se mueve con una velocidad antinatural incluso para su raza y clava sus fauces en su cuello, un solo ataque que deja claro que no le mostrará ningún tipo de piedad.

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— ¿Crees que puedes salvarlo? — es la pregunta de Hansen cuando deja atrás la piel de lobo y vuelve a su forma humana. Su cuerpo rodeado de nuevo por aquella energía oscura. — Llevas mi marca, debes servirme a mí — agrega, refiriéndose a la marca de la mordida de un maldito que se muestra al costado derecho del hombre.

— ¡Nunca! — sentencia con firmeza.

Al igual que Hansen, Cillian ha vuelto a su forma humana y ronda al antiguo anciano justo como este también lo hace. Le toma solo una fracción de segundo buscar la presencia de sus hijos y al ver que Allan y Zven se encuentran levantando el lastimado cuerpo de Lían, sabe que puede seguir con su pelea; después de todo, sus hijos no estarían allí y no hay riesgo de que puedan salir lastimados.

— Es inútil, guardián — dice, la última palabra mencionada con un marcado tono de burla hacia Cillian. — Tu lucha y fe ciega son inútiles. ¡Todos morirán!

Cillian sabe que las palabras de Hansen pueden tornarse ciertas, es por ello que debe detenerlo o, mejor dicho, distraerlo el tiempo suficiente para que todos puedan salir del lugar y evitar la mayor pérdida posible.

Cillian sabe que lo que está por hacer es una total locura; si no logra mantener, aunque sea un ápice de cordura, entonces todo estará perdido para él y en lugar de ser una ayuda, terminará siendo parte del problema, pero también sabe que su única oportunidad para aguantar enfrentarse a Hansen y a la oscuridad que lo domina, es con su propia oscuridad. Dejando que el instinto de su maldición lo domine, Cillian cambia a su parte más primitiva y salvaje.

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Allan y Zven cargan el cuerpo de Lían sobre sus hombros y corren tan rápido como sus agotados y heridos cuerpos se los permiten. Al cruzar una de las esquinas de la fortaleza, se topan de frente con Becka y Josh, mismos que no dudan en ir hacia ellos y prestarles ayuda.

— Está herido de gravedad. — son las palabras de Becka tras darle una rápida revisada al lobo. — Puedo colocar un sello, pero eso solo nos dará tiempo para poder llevarlo con un médico.

Al escuchar esas palabras, Allan siente cómo un escalofrío recorre su columna y dispara el miedo a todo su cuerpo. Brendan se había marchado con el resto de la manada, y en su condición actual no es tan veloz como para ir en busca de él al refugio y lograr llegar con el tiempo suficiente antes de que la condición de su hermano empeore.

Los tres centinelas observan cómo la sacerdotisa realiza un sello en el aire, mismo que toma forma y brilla con intensidad antes de quedar marcado en el costado y pecho de Lían, justo sobre sus heridas.

Un aullido se escucha en la distancia cercana, y Allan lo reconoce de inmediato, es su padre dando la orden de abandonar el castillo y dejar la lucha; y aunque su padre ya no es el líder de la manada, la respuesta que consigue de regreso es un aullido de obediencia por parte de todos los lobos de su manada.

— Hay que irnos — dice mientras se pone de pie e intenta cambiar a su piel de lobo, pero su lobo rechaza esta acción debido a lo débil y herido que se encuentra. Allan no puede sino maldecir al verse inútil en salvar a su hermano.

— Yo lo llevaré — son las rápidas palabras de Josh. Volviendo a su piel humana espera a que Allan y Zven suban el cuerpo inconsciente de Lían sobre su lomo, luego, viendo a Becka le ordena subir a ella también.

Una vez listo y sin perder más tiempo, toman camino a la salida de la fortaleza que una vez Josh y Becka llamaron hogar. Al estar a la par de los demás lobos, alcanzan a ver cómo algunos de ellos llevan a las sacerdotisas sobre sus lomos para sacarlas del lugar y llevarlas a resguardo seguro. Josh se siente aliviado al ver que su madre es parte de ellas.

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