Selene observa el horizonte y nota como una inmensa nube oscura se cierne sobre las tierras a lo lejos. Manteniendo su mirada fija en el espacio puede notar como las sombras mueven amenazantes hacia el poblado humano a las afuera del territorio de la Manada.
“Aléjate de ellos…aun no es tiempo”
Sus palabras salen con un claro tono de amenaza. Recorriendo la inmensa distancia en solo una fracción de segundos, su luz chocando con aquellas sombras que retroceden momentáneamente ante la presencia de la deidad.
“Son míos! No tienes poder sobre ellos.”
Es la repuesta que recibe, y aunque sabe que es verdad, que los humanos están fuera de su dominio o resguardo se mantiene firme sobre su orden. Dejando que su aura viaje hasta posarse sobre el territorio humano, ve como esto hace que la nube de oscuridad se disipe.
— Mi señora, — llama Eli a sus espaldas. — El alfa Lían se encuentra luchando contra Hansen.
Ante las palabras de la sacerdotisa, Selene se da la vuelta y la mira fijamente antes de hablar con un tono suave.
— Hay líneas del destino que ni quiera yo puedo cambiar, y los enfrentamientos entre ellos son eventos que no puedo reescribir sin importar cuanto lo desee. — Caminando hacia la salida de la estancia, Selene es seguida por Eli quien la observa en silencio, mientras, por medio del vínculo que comparte con sus hermanas recibe toda la angustia y dolor que estas están sintiendo.
Selene se detiene al llegar a la cámara de los ancianos, si bien sabe que, por respeto a su presencia, Eli al igual que el resto guarda silencio frente a ella, sabe que algo no está bien, hay algo en la actitud de Eli que llama su atención. La sacerdotisa camina a su lado, pero su rostro está en sombras, su mirada se mantiene fija en el suelo, y su silencio es más elocuente que cualquier palabra que pudiera pronunciar.
— ¿Qué sucede, Eli? — pregunta, su voz suave.
Pero Eli no responde de inmediato. En cambio, su mente está en otro lugar, en un diálogo silencioso con su lobo interior.
“¿Por qué insistes en seguirla, incluso por sobre lo que está pasando con nuestra manada?” — murmura su lobo, su voz ronca y llena de dudas y reproches. — “¿Acaso no ves cómo no le importa?”
Eli siente la punzada de la pregunta en lo más profundo de su ser. La conexión con su lobo siempre ha sido tan fuerte que apenas puede distinguir sus propios pensamientos de los de su animal. Aun así, en ese momento la voz del lobo sigue resonando en su mente con tanta fuerza, que logra despertar dudas que Eli había mantenido enterradas desde que recibió las ordenes de su madre.
“Ella, va a protegernos” —, responde en un intento de convencerse más a sí misma que a su lobo. — “Es la Madre Luna, su único propósito es cuidar de nosotros.”
Pero el lobo no cede. — “¿A qué precio?” — pregunta, su tono desafiante. — “¿Acaso perder a nuestro Mate no es pago suficiente?”
Selene espera pacientemente una respuesta, pero Eli sigue en silencio, debatiéndose en su interior. Ella puede perfectamente escuchar al lobo de la menor, pero prefiere darle un espacio propio y que sea directamente la chica quien le diga lo que pasa.
Eli tarda un momento en salir de su debate interno. Levantando la mirada, se fija en la Diosa y nota el marcado brillo dorado de su mirada.
— Lo siento, mi señora, — murmura con una voz apenas audible. — Estoy bien. Solo fue un momento con mi lobo.
Selene asiente con suavidad, pero Eli sabe que la deidad no cree sus palabras ni podría engañarla fácilmente. Sin embargo, por el momento, decide que la conversación interna con su lobo quede suspendida, enterrada bajo sus capas de lealtad y deber. Pero el eco de las palabras del lobo sigue resonando en su mente, recordándole que cada paso que dan junto a Selene es una elección que deben hacer conscientemente pues, aunque sea su madre creadora, tienen mucho que sacrificar.
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Lían no duda en irse sobre Hansen con todo lo que tiene. Por mucho tiempo deseó encajar sus fauces en el cuerpo de Hansen hasta poder desgarrarlo sin piedad alguna y ahora que tiene la vía libre para poder hacerlo, no piensa quedarse con las ganas de hacerlo.
Ambos lobos se encuentran enfrascados en su propia pelea, misma que los llevo a la parte superior del castillo, por lo que ambos se encuentran en el patio del lugar. La noche se convierte en testigo de un enfrentamiento que ambos lobos habían aplazado por demasiado tiempo. Lían, dejó que el rojo de su mirada se volviese más marcado y, gruñendo con ferocidad no baja la guardia mientras se arremete o esquiva los ataques de Hansen.
Los dos lobos chocan con una fuerza impresionante, sus garras chasquean en el aire mientras intentan infligir el mayor daño posible en el contrario. Hansen, no permite que el tamaño de Lían se imponga ante él, por el contrario, intenta someter a Lían bajo su peso, pero el alfa no cede con facilidad, su agilidad y destreza en combate le permiten esquivar los ataques más letales de su enemigo.
Los sonidos de gruñidos y rugidos llenan el aire, mezclados con el sonido de los dientes chocando y las garras desgarrando carne y pelaje. La tierra tiembla bajo el peso de la lucha, y la sangre empieza a teñir el suelo a medida que los dos lobos se sumergen en un frenesí de violencia pura. Lo único válido para ambos, es darlo todo para matar al otro.
En un breve momento de descuido por parte de Hansen, Lían vio su oportunidad, Lían, en un rápido movimiento logra hundir sus colmillos en el costado derecho de Hansen, arrancando un rugido de dolor de su enemigo. La sangre brota, empapando aún más el pelaje de ambos lobos, y por un instante, parece que la victoria está al alcance de Lían.
Pero entonces, algo extraño sucede. Una esencia oscura comienza a emerger del cuerpo de Hansen, una niebla densa y siniestra que poco a poco comienza a envolver su figura herida. Lían retrocede, desconcertado, mientras observa cómo la herida mortal de su enemigo comienza a cerrarse rápidamente, sanada por la oscuridad que lo envuelve.
El desconcierto se refleja en los ojos de Lían al no entender que es lo que está sucediendo. La esencia oscura y desconocida no solo regeneró a Hansen, sino que también devolvió la fuerza y la vitalidad que el anciano había perdido en la batalla. A medida que la niebla se disipa, Hansen emerge de ella, renovado.
Lían siente como su mente trabaja rápidamente buscando una explicación lógica a lo ocurrido. Había esperado ver a Hansen caer debido a la herida, pero en cambio, lo ve fortalecido por fuerzas oscuras que escapa a su comprensión. Con un rugido de frustración, Lían se prepara para enfrentarse una vez más a su enemigo, sabiendo que esta pelea está lejos de terminar.
Hansen se abalanza con furia desenfrenada contra Lían; sus garras afiladas brillan a la luz de la luna mientras busca infligir un golpe final al alfa. Lían, herido, debilitado y aún sin procesar lo ocurrido, apenas logra esquivar el ataque mortal de Hansen. Sin embargo, aunque logra esquivar el ataque directo, recibe un golpe profundo en su costado derecho que lo hace tambalearse.El alfa cae al suelo, su respiración entrecortada por el dolor mientras lucha por mantenerse consciente. Hansen se prepara para asestar el golpe final, su mirada llena de malicia y pudiendo saborear el triunfo buscado por tanto tiempo. Sin embargo, antes de que pueda llevar a cabo su plan, Zven y Allan irrumpen en la escena con ferocidad. Los dos lobos se lanzan contra Hansen con una determinación clara: herirlo o matarlo. Sus cuerpos chocan con el del anciano envolviéndose en un torbellino de furia y violencia.Hansen se ve obligado a retroceder ante el repentino contraataque, sorprendido por la intervenció
Selene entró en la imponente sala del concilio de ancianos, su presencia irradiaba una majestuosidad que llenó el lugar. A su entrada, todos los presentes se pusieron de pie de inmediato, cuando esta comenzó a caminar por el interior de la sala, los lobos presentes se inclinaban en reverencia ante sus pasos, reconociendo su posición como la diosa de la luna, aquella creadora que, cumpliendo su palabra, había vuelto para reunirse con ellos. Sin embargo, entre la multitud que se postraba ante ella, destacaba el anciano Paul, cuyos ojos no reflejaban el mismo respeto hacia ella que el de los demás. Selene avanzó con gracia hacia el centro de la sala, su mirada tranquila pero penetrante, escrutando cada rincón, de cierta forma dejando en claro que es capaz de leer los pensamientos de cada lobo presente. Cuando sus ojos se encontraron con los del anciano Paul, notó el leve destello de recelo en su mirada, un gesto que no pasó desapercibido para ella. El anciano Paul permaneció erguido en
El lobo mostró sus intenciones de acabar con ella; pero en esa oportunidad, no retrocedió. Lejos de sentir que estaba atrapada, la idea de que era ella quien había acorralado al lobo y le llevó hasta su terreno cruzó su mente y se instaló con fuerza en ella. Nuevamente fue rondada por el animal; sus pesados pasos se hundían entre el follaje caído del bosque, aplastando las ramas y hojas secas bajo sus patas. Anne interpretó aquello justo como lo que es: la amenaza del lobo de que la aplastaría de esa misma forma.— Si fueras inteligente, te marcharías mientras aún puedes hacerlo — suelta en un tono frío mientras se mantiene firme ante la ronda del lobo.El lobo escucha las palabras de la mujer, y con sus ojos penetrantes fijos sobre Anne, gruñe con desdén antes de responder.“Estúpida humana ¿Por qué debería obedecer las órdenes de alguien como tú? ¿Qué te hace pensar que tienes algún tipo de poder sobre mí?”Anne se queda en un breve silencio, pero no duda en hablar con la misma firm
La luna continúa iluminando el claro del bosque, bañando todo en una luz pálida espectral que se muestra como testigo silencioso de la metamorfosis sufrida por la mujer y el enfrentamiento que esta se encuentra teniendo con el imponente lobo negro. Anne, ahora transformada en un majestuoso lobo blanco, se mueve con agilidad y gracia natural de quien ha nacido lobo, al tiempo que muestra la misma ferocidad y rasgo de uno, cosa que sorprende al cazador.Los ojos de Annette brillan con feroz rencor al observar al lobo que la había estado acechado duranteAmbos lobos se miraron fijamente, cada uno evaluando la fuerza y debilidad del otro. El recién despertado lobo de Anne sabe que esta es su única oportunidad de terminar con la amenaza que representa el enorme lobo negro. Sin estar dispuesto a darle un poco de margen para que la dañe, se abalanza hacia él con un gruñido bajo y gutural, gesto que el lobo oscuro responde con un aullido desafiante.El choque fue inmediato y brutal. Anne salt
En otra parte del bosque, la oscuridad de la noche apenas si puede ocultar la velocidad con la cual se mueven lo que resta de los lobos de la manada del sur. Sus cuerpos se deslizan entre los árboles con una velocidad casi sobrenatural, sus patas apenas tocando el suelo mientras avanzan en una carrera frenética, haciendo uso de las pocas fuerzas que aún les quedan. La urgencia en sus movimientos es palpable, deben apresurarse en llegar y atender a los que tienen heridas más graves, cada segundo cuenta.Lían yace totalmente inconsciente sobre el lomo del lobo en el que se ha transformado Josh. Su cuerpo está tan cubierto de heridas, que la sangre que fluye de ellas mancha el pelaje de Josh, ya ni siquiera el sello de contención de Becka ayuda a retener el flujo. Allan se encuentra en un estado similar, pero la preocupación por su hermano lo consume más allá de sus propias heridas. Por su parte, Josh no disminuye su velocidad y aunque sus músculos se tensan con cada zancada, el lobo est
**— Lían, ¿Quieres escuchar una historia?Las palabras suaves de su madre captan la atención del niño. Dejando de lado su comida, el pequeño con emoción, se cruza de piernas sobre el banco y fija su mirar en su progenitora.— ¿Una sobre guerreros?— Sí. — responde mientras se sienta en el banco frente a su hijo. — Un guerrero tan poderoso que logró robar el corazón de la Madre Luna.Y aquello bastó para que un inmenso e inocente brillo se instalara en los grisáceos ojos del pequeño, esa es la inequívoca señal de que su madre tenía toda su atención.Cuanta la leyenda, que la Madre Luna era pretendida por otros Dioses, pero sin importar lo que hicieran, ninguno podía conquistar su corazón, ella podía ver que sin importar las promesas que le hicieran, Madre Luna notó que lo único que realmente querían era su poder y someter su libertad. Cansada de los inmortales, la Diosa fijó su mirada en los cambiantes, su amada creación, y vio como entre ellos si existía el verdadero amor, entonces,