CAPÍTULO 2

Selene observa el horizonte y nota como una inmensa nube oscura se cierne sobre las tierras a lo lejos. Manteniendo su mirada fija en el espacio puede notar como las sombras mueven amenazantes hacia el poblado humano a las afuera del territorio de la Manada.

“Aléjate de ellos…aun no es tiempo”

Sus palabras salen con un claro tono de amenaza. Recorriendo la inmensa distancia en solo una fracción de segundos, su luz chocando con aquellas sombras que retroceden momentáneamente ante la presencia de la deidad.

“Son míos! No tienes poder sobre ellos.”

Es la repuesta que recibe, y aunque sabe que es verdad, que los humanos están fuera de su dominio o resguardo se mantiene firme sobre su orden. Dejando que su aura viaje hasta posarse sobre el territorio humano, ve como esto hace que la nube de oscuridad se disipe.

— Mi señora, — llama Eli a sus espaldas. — El alfa Lían se encuentra luchando contra Hansen.

Ante las palabras de la sacerdotisa, Selene se da la vuelta y la mira fijamente antes de hablar con un tono suave.

— Hay líneas del destino que ni quiera yo puedo cambiar, y los enfrentamientos entre ellos son eventos que no puedo reescribir sin importar cuanto lo desee. — Caminando hacia la salida de la estancia, Selene es seguida por Eli quien la observa en silencio, mientras, por medio del vínculo que comparte con sus hermanas recibe toda la angustia y dolor que estas están sintiendo.

Selene se detiene al llegar a la cámara de los ancianos, si bien sabe que, por respeto a su presencia, Eli al igual que el resto guarda silencio frente a ella, sabe que algo no está bien, hay algo en la actitud de Eli que llama su atención. La sacerdotisa camina a su lado, pero su rostro está en sombras, su mirada se mantiene fija en el suelo, y su silencio es más elocuente que cualquier palabra que pudiera pronunciar.

— ¿Qué sucede, Eli? — pregunta, su voz suave.

Pero Eli no responde de inmediato. En cambio, su mente está en otro lugar, en un diálogo silencioso con su lobo interior.

“¿Por qué insistes en seguirla, incluso por sobre lo que está pasando con nuestra manada?” — murmura su lobo, su voz ronca y llena de dudas y reproches. — “¿Acaso no ves cómo no le importa?

Eli siente la punzada de la pregunta en lo más profundo de su ser. La conexión con su lobo siempre ha sido tan fuerte que apenas puede distinguir sus propios pensamientos de los de su animal. Aun así, en ese momento la voz del lobo sigue resonando en su mente con tanta fuerza, que logra despertar dudas que Eli había mantenido enterradas desde que recibió las ordenes de su madre.

Ella, va a protegernos” —, responde en un intento de convencerse más a sí misma que a su lobo. — “Es la Madre Luna, su único propósito es cuidar de nosotros.

Pero el lobo no cede. — “¿A qué precio?” — pregunta, su tono desafiante. — “¿Acaso perder a nuestro Mate no es pago suficiente?”

Selene espera pacientemente una respuesta, pero Eli sigue en silencio, debatiéndose en su interior. Ella puede perfectamente escuchar al lobo de la menor, pero prefiere darle un espacio propio y que sea directamente la chica quien le diga lo que pasa.

Eli tarda un momento en salir de su debate interno. Levantando la mirada, se fija en la Diosa y nota el marcado brillo dorado de su mirada.

— Lo siento, mi señora, — murmura con una voz apenas audible. — Estoy bien. Solo fue un momento con mi lobo.

Selene asiente con suavidad, pero Eli sabe que la deidad no cree sus palabras ni podría engañarla fácilmente. Sin embargo, por el momento, decide que la conversación interna con su lobo quede suspendida, enterrada bajo sus capas de lealtad y deber. Pero el eco de las palabras del lobo sigue resonando en su mente, recordándole que cada paso que dan junto a Selene es una elección que deben hacer conscientemente pues, aunque sea su madre creadora, tienen mucho que sacrificar.

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Lían no duda en irse sobre Hansen con todo lo que tiene. Por mucho tiempo deseó encajar sus fauces en el cuerpo de Hansen hasta poder desgarrarlo sin piedad alguna y ahora que tiene la vía libre para poder hacerlo, no piensa quedarse con las ganas de hacerlo.

Ambos lobos se encuentran enfrascados en su propia pelea, misma que los llevo a la parte superior del castillo, por lo que ambos se encuentran en el patio del lugar. La noche se convierte en testigo de un enfrentamiento que ambos lobos habían aplazado por demasiado tiempo. Lían, dejó que el rojo de su mirada se volviese más marcado y, gruñendo con ferocidad no baja la guardia mientras se arremete o esquiva los ataques de Hansen.

 Los dos lobos chocan con una fuerza impresionante, sus garras chasquean en el aire mientras intentan infligir el mayor daño posible en el contrario. Hansen, no permite que el tamaño de Lían se imponga ante él, por el contrario, intenta someter a Lían bajo su peso, pero el alfa no cede con facilidad, su agilidad y destreza en combate le permiten esquivar los ataques más letales de su enemigo.

Los sonidos de gruñidos y rugidos llenan el aire, mezclados con el sonido de los dientes chocando y las garras desgarrando carne y pelaje. La tierra tiembla bajo el peso de la lucha, y la sangre empieza a teñir el suelo a medida que los dos lobos se sumergen en un frenesí de violencia pura. Lo único válido para ambos, es darlo todo para matar al otro.

En un breve momento de descuido por parte de Hansen, Lían vio su oportunidad, Lían, en un rápido movimiento logra hundir sus colmillos en el costado derecho de Hansen, arrancando un rugido de dolor de su enemigo. La sangre brota, empapando aún más el pelaje de ambos lobos, y por un instante, parece que la victoria está al alcance de Lían.

Pero entonces, algo extraño sucede. Una esencia oscura comienza a emerger del cuerpo de Hansen, una niebla densa y siniestra que poco a poco comienza a envolver su figura herida. Lían retrocede, desconcertado, mientras observa cómo la herida mortal de su enemigo comienza a cerrarse rápidamente, sanada por la oscuridad que lo envuelve.

El desconcierto se refleja en los ojos de Lían al no entender que es lo que está sucediendo. La esencia oscura y desconocida no solo regeneró a Hansen, sino que también devolvió la fuerza y la vitalidad que el anciano había perdido en la batalla. A medida que la niebla se disipa, Hansen emerge de ella, renovado.

Lían siente como su mente trabaja rápidamente buscando una explicación lógica a lo ocurrido. Había esperado ver a Hansen caer debido a la herida, pero en cambio, lo ve fortalecido por fuerzas oscuras que escapa a su comprensión. Con un rugido de frustración, Lían se prepara para enfrentarse una vez más a su enemigo, sabiendo que esta pelea está lejos de terminar.

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