Cassie
Algo me despierta. No sé si fue un sonido, un movimiento o simplemente esa maldita intuición que nunca me falla, pero abro los ojos de golpe, con el corazón latiéndome demasiado rápido para estar tranquila.
La habitación está en silencio, pero no en paz. Hay algo cargado en el aire, como electricidad contenida. Un suspiro invisible que me eriza la piel. Me incorporo lentamente en la cama, apartando las sábanas con cuidado, como si tuviera miedo de despertar a los demonios que he estado esquivando durante días.
La luna se cuela por la ventana con descaro. Redonda, brillante, blanca como una herida abierta en el cielo. Me observa, testigo muda de todas las promesas rotas que alguna vez nos hicimos bajo su luz.
Damon, de pie frente a mí, con la camisa abierta, el pecho marcado por cicatrices que me sabía de memoria y los ojos tan oscuros que me absorbían. Su aliento mezclado con el mío, la manera en que sus dedos acariciaban mi espalda desnuda mientras juraba que jamás me dejaría.
Mentiroso.
Me paso una mano por el rostro, fastidiada con mi propia debilidad. ¿Cuántas veces más vas a recordarlo, Cassie? ¿Cuántas madrugadas vas a dejar que te visite ese fantasma?
Me levanto. Necesito aire. Necesito salir de esta casa que me asfixia, de esta cama que no huele a él, de este compromiso que debería parecerme un futuro… y solo sabe a cárcel.
Lucian duerme en la habitación del otro lado. Impecable. Perfecto. Controlado.
Bajo por las escaleras sin hacer ruido. No prendo luces. No las necesito. La luna ilumina mi camino como si me conociera, como si supiera que estoy a punto de ir a buscarlo. O al menos, lo que queda de él en mí.
El bosque me envuelve con su familiar oscuridad apenas cruzo el umbral. Las ramas crujen bajo mis pies descalzos. El frío me abraza como un viejo amante que no sabe soltar. Y yo tampoco sé si quiero que lo haga.
Camino sin pensarlo. Sé a dónde voy. Mis pasos me llevan al claro. Nuestro claro.
Qué estúpida fui.
Cuando llego, todo está igual. El roble sigue ahí, majestuoso y quieto. El césped está húmedo por el rocío. Y el aire… el aire tiene ese aroma a peligro y deseo que solo él sabía llevar.
Me siento en el suelo. Respiro hondo.
—¿Qué estoy haciendo? —murmuro, para nadie.
Pero sé la respuesta. Estoy huyendo. Otra vez. Porque estar con Lucian me da seguridad, pero no me enciende. No me rompe. No me hace temblar.
¿Estoy haciendo lo correcto?
—Esto no es suficiente —me dijo.
Y luego se fue. Como si las palabras fueran excusas y no cuchillas.
Qué idiota.
Me pongo de pie. Estoy a punto de gritar su nombre, aunque me prometa no hacerlo. Aunque me lo haya prohibido.
Es apenas un segundo.
Y lo siento.
Damon.
No lo veo. No hay ruido. No hay pasos.
Su aliento. Su energía. Su rabia contenida.
No puedo verlo, pero sé que está cerca. Y eso me destruye.
—¿Por qué? —susurro al viento—. ¿Por qué ahora?
No espero respuesta. Pero la obtengo.
Mi nombre. Bajo. Grave.
No sé si fue real o si mi mente me está jugando una broma cruel, pero esa voz me atraviesa.
Por el amor que aún me envenena.
La luna se cubre de nubes. Como si también necesitara un descanso. Como si me ofreciera un momento de oscuridad para recomponerme.
Y lo agradezco.
Me quedo así un rato. En silencio. Sola. O no del todo.
Regreso a la casa sin mirar atrás. Sin atreverme a comprobar si está ahí. Si me sigue.
—¿Dónde estabas? —pregunta. Su voz es suave, pero su mirada no.
—Necesitaba aire —respondo.
Asiento. No digo más.
Subimos en silencio. No toca mi mano. No me obliga. No presiona.
Cuando me encierro en mi habitación, me miro en el espejo.
Pareces la misma. Pero no lo eres.
Y lo sé. Porque si Damon ha vuelto nada volverá a ser como antes.
DamonEl olor a pino húmedo y tierra revuelta me recibe como un puñetazo en el pecho. Este bosque debería ser solo territorio, espacio, recuerdos enterrados. Pero no. Aquí cada piedra, cada rama, cada gota de rocío me susurra su nombre. Cassie.Camino entre la maleza con el sigilo de una sombra y la fiereza de una tormenta contenida. Mis pasos no hacen ruido, pero mi pecho ruge. La luna cuelga sobre mí, entera, redonda, cruel. La misma luna que solía mirarnos cuando ella dormía sobre mi pecho, cuando yo creía que podía salvarnos. Qué idiota fui.Mi lobo está inquieto, tenso. Lo siento en mis huesos, en el temblor involuntario de mis manos, en e
DamonEl aire olía igual que la última vez que estuve aquí. A pino húmedo, a tierra pisoteada por generaciones de guerreros, y a luna. Pero bajo todo eso... también apestaba a traición.Mis botas hundieron el suelo con firmeza cuando me detuve al borde del bosque, donde el territorio de los Blackthorn comenzaba oficialmente. Mi territorio. Mi maldita manada. El lugar que me arrebataron por la espalda, con dientes manchados de mentira y sonrisas disfrazadas de lealtad.El viento me azotó el rostro, cargado de las memorias que prefería enterrar. Pero el problema con los fantasmas es que les encanta resucitar justo cuando crees haberlos olvidado.—Han pasado cinco años —murmuré, más para mí que para la luna que me observaba como una testigo muda—. Y sin embargo, nada ha cambiado.Mentía. Todo había cambiado.Yo.Ya no era el Alfa joven, confiado y con la cabeza llena de ideales. Ya no era el hermano que confiaba ciegamente en el lazo de sangre. Y, sobre todo, ya no era el hombre que cre
DamonMe quedé en el claro, desnudo y temblando, no por el frío, sino por lo que acababa de escuchar.Cassie.Mi rabia se transformó. Ya no era solo fuego.Era hielo. Cálculo. Propósito.Mi regreso no sería una simple venganza.Sería una reconquista.Si ella no me traicionó… si todo fue un plan para quebrarme…Entonces no solo debía recuperar a mi manada.Debía destruir todo lo que la obligó a alejarse.Y esa promesa era más peligrosa que cualquier juramento de sangre.Me tomó un momento reunir el control suficiente para moverme.Mi cuerpo aún vibraba con la energía residual de la transformación. Los músculos tensos, la piel sensible, como si cada poro estuviera alerta al más mínimo cambio en el aire. Pero no era el bosque lo que me mantenía en vilo. Era el nombre que la mujer había pronunciado.Cassie.Mi condena. Mi debilidad. La única que pudo quebrarme sin tocarme.Volví a caminar, esta vez más lento. Más consciente del silencio que me rodeaba. Cada rincón de este territorio lleva
DamonLa oscuridad era mi aliada, envolviéndome como un viejo abrigo mientras caminaba entre los árboles, invisible. Nadie en esta maldita manada sabía que había vuelto. El Alfa perdido. El hermano traicionado. El monstruo en el que me convirtieron.Pero yo sabía que estaba aquí. Y eso era suficiente.Cada paso me acercaba al corazón de un territorio que alguna vez fue mío. Cada inhalación traía consigo el olor del bosque... y de ella.Cassie.La vi en su mundo, con ese brillo en los ojos que siempre había odiado amar. Mi pecho ardía. No por deseo, sino por ese silencio lleno de todo lo que nunca dijimos. Había algo tan visceral en verla ahí, tan cerca, tan lejos. Como una cicatriz que se abre solo con mirar.Me mantuve oculto, observando desde las sombras. Su cuerpo se movía con esa gracia instintiva que alguna vez conocí en la piel. El viento jugaba con su cabello, y por un momento, sentí que el mundo se detenía. Ella seguía siendo mi debilidad… y mi condena.No fue solo el deseo lo