Abel
En todo el camino recorrido no había encontrado una compañera de ruta como Chloé, y plantearme la idea de casarme, así repentinamente es algo que jamás se me había pasado por la mente, pero esta vez todo fue diferente, algo en mí cambió sin darme cuenta y sin notarlo.
No me avergüenzo de ella porque entendí que el amor no entiende de razas, ni de físico, ni de culturas, solo entendí que el amor es paciente y bondadoso, es grande, que a veces con el mismo silencio se dice todo.
— Quiero compartir mis mañanas contigo, mis noches a tu lado y mi vida completa junto a ti.
Siento como sus ojos se cristalizan y después sus labios se curvan para mostrar su hermosa sonrisa.
— Quiero casarme contigo, siempre caminaré a tu lado, Abel.
Nos abrazamos mientras la felicidad nos envuelve.
— ¿Y có
Es muy difícil que la noche de bodas pase desapercibida, incluso aunque ya habíamos tenido intimidad, la primera noche de casados es única, mágica e inolvidable.Sin duda para mí fue un momento de mi vida que jamás olvidaré, Abel hizo que cada segundo de esta esperada noche fuera especial. Me trató como princesa, pero a la vez descubrí la bestia que esconde.—¿Qué piensas del amor? — preguntó Abel mientras contemplábamos el amanecer.— El amor es la esencia de la vida— contesté.— Estoy de acuerdo contigo, pequeña, pero para mí el amor lo definiría en una sola palabra.—¿Cuál sería?— Chloé, tú mi pequeña desconocida, tú eres lo único que quiero en este momento y que estuve a punto de perderte. Eres el significado del amor para
Ahora que mi hermano ya sabía de mi matrimonio, teníamos que seguir contando a nuestros familiares antes de que Mario se nos adelante.— Me gustaría pasar esta noche con José— dijo ella de regreso a casa.— ¿Por qué?— José es una persona muy especial en mi vida, Abel, y no quiero darle la noticia e irme. Quiero pasar la última noche juntos como amigos porque eso es lo que somos— añade ella.No es que me moleste lo que me estaba diciendo, ya que confío plenamente en ella y en José también porque me lo demostró, pero tenía planeado iniciar nuestra nueva vida en mi casa.— Está bien, amor, pero eso si no quiero más besos en los labios.— Tranquilo como te dije antes solo quiero besar los tuyos.— En ese caso bésame— le pido y ella corta la distancia que nos separa pa
Con él, todo me parece romántico, incluso verlo respirar a mi lado.— Debiste haberme llamado para ayudarte con las maletas— dijo Abel nada más verme con mi equipaje.— Ser mujer no significa ser débil y no poder cargar con unas simples maletas, querido esposo— contesté con la respiración agitada.Por cierto, se veía súper sexy mi hermoso marido, llevaba un pantalón de chándal de estos de andar por casa.— No pienso que las mujeres sean débiles, amor, al contrario, ustedes, las mujeres son el milagro de la vida.Contesta y después se acerca a mí para besarme y darme la bienvenida.— ¿Qué tal tu día en el hospital?— Muy bien, hoy dos pacientes salieron por su propio pie y dejaron en el pasado un amargo momento— digo feliz por la recuperación de estas personas.&md
Devuelvo mi atención a Chloé después de escuchar es estúpido comentario de mi hermana, noté como mi esposa estaba molesta y eso me molestó a tal punto que estaba a nada de gritarle a Lili, pero Chloé me detuvo al hablar.— ¿Para ti que es el físico, Lily? — le pregunta.— Un cuerpo bonito, que llame la atención y que guste.
ChloéEsa misma foto que estaba mirando es igual a la que tengo en casa de mis padres, son una de las pocas cosas que quedan de la mujer que me dio la vida.
Esa mirada continúa, la tensión en el ambiente se puede sentir a kilómetros, mientras observo la situación, la mirada de Chloé sigue encima de ese sujeto.Aclaré la garganta para hacer ruido.
Intenté ocultar las ganas que tengo de soltar una enorme carcajada cuando esta se come el suelo con ese cuerpo de mosquita muerta, pero dejo que mi seriedad fluya.— ¿Eres idiota o qué? — se levanta con ayuda de Abel que le ofrece la mano.— ¿Idiota?, no amiga, te aconsejo que vayas con un oftalmólogo, al parecer tienes pérdida de visión.— Tú la viste, Abel.— Yo no vi nada, Casandra.— Puedes irte tranquila, no tienes ni un hueso roto— vuelvo hablar.— Esto no se va a quedar así— dijo y se fue hecha una furia.La puerta es azotada por ella mientras dirijo mi mirada a la de Abel, que me observa con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón.— No debiste, pequeña.— La que no debió de amenazarme fue ella, quien me busque, me acaba encontrando.Este se v
Abel—Alguien conocía la clave para desactivarlas o estas fueron hackeadas—dice el inspector de policía.
Último capítulo