Cerca del Faro del Albir
— ¿Estás seguro de esto? — preguntó Maxwell — Sabes que te apoyaré, solo quiero asegurarme de que no estamos corriendo sin sentido en medio de la tormenta.
Y era cierto. Resultaba inusual que nevara en la Costa Blanca, habían pasado muchos años desde que Dominic había visto los árboles y el suelo cubiertos de nieve cerca de la playa por última vez. La Sierra de Aitana era otra cosa, las alturas provocaban a menudo que las temperaturas descendieran con brusquedad, pero en la costa sólo en raras ocasiones se sentía aquel frío.
Era como si la naturaleza se sumara al presagio de peligro que Dominic advertía con cada uno de sus naturales instintos.
El grupo de sorian, vestidos aún de negro uniforme, se había desplazado como una nube mortífera por los alrededores de la cas
Dominic la acunó contra su cuerpo para protegerla de la ventisca y terminó de revisarla; sus uñas habían vuelto a la normalidad y sus colmillos tenían, por lo pronto, un tamaño natural, pero lo que más le preocupó a Dominic fue su inconsciencia.Debía llevar más de doce horas a la intemperie y si, como Moyra aseguraba, su muerte podía ser definitiva, entonces en ese justo momento estaban demasiado cerca del fracaso.Antes de que Dominic lograra siquiera pensar que debían hallar pronto un lugar donde resguardarla, Silver Moon lanzó un muy delicado zarpazo a su cabeza y le rugió en el rostro su desagrado. El destacamento completo de sorian se aprestó a defender al Comandante, pero una breve señal suya bastó para detenerlos. La tigresa no le había hecho ningún daño aunque de haber querido lo hubiera decapitado en un segundo.— Lo
Sierra de Aitana— ¡No puede ser!Dominic tocó el cuerpo de Lara con zozobra. Maya la había sacado de la bañera después de toda una hora de tenerla sumergida en agua caliente, le había puesto una camisa seca del Comandante y la había envuelto en numerosas mantas. La chica estaba febril, todo el frío había escapado de su cuerpo pero aun así no lograba reaccionar.Las suposiciones de Rianna significaban que las esperanzas de salvar a Lara se alejaban a pesar de todo. Entonces, y muy en el fondo, el cazador necesitó creer en las palabras de Moyra. Ella le había dicho que la vida de Lara dependía de él, y eso significaba que aunque ahora mismo no supiera cómo, podía salvarla.La tomó en sus brazos y se trasladó al pequeño diván frente a la chimenea, donde Maxwell había llevado hací
Villa de las Mercedes— ¡Hola, amorcito! — saludó Rianna con intención traviesa mientras se sentaba a horcajadas sobre el abdomen de Evan.Las pocas horas en que Swels había logrado conciliar el sueño aquella noche, habían sido interrumpidas por un enorme hombre uniformado que parecía divertirse blandiendo dos hachas blancas de mango corto, y una loca que jugaba a balancear uno de sus pies por el costado más cercano de la cama.— Hemos venido a buscarte, — continuó Rianna, acariciándole el rostro con el dorso del látigo — alguien muy especial nos ha enviado por ti. ¡Lara! ¿La recuerdas?El gesto horrorizado en la mirada del hombre fue suficiente para convencer a la sorian, que se levantó de la cama con resolución.— ¡Este mismo es, Boogs! ¡Pégale!Y
La Casa de las Razas. Marsella.Maxwell y Lionel empujaron las puertas de la mansión con violencia, y el destacamento sorian se abrió paso entre una discreta reunión de craig que se apartaron para dejarlos transitar. A pesar de la antigüedad y del poder de los craig, incluso ellos sabían que era mejor evitar una fuerza de cazadores cuando avanzaban en cerrada formación.En la sociedad de la noche no se les veía como otra cosa que como asesinos. Aunque parecieran tan jóvenes eran las criaturas con las mayores habilidades de rastreo y caza, y en trescientos años, desde que se habían constituido como la Fuerza de Exterminio del Concejo, habían demostrado ser absolutamente letales.Pero por sobre toda su destreza o su maestría para matar, tres cosas ponían nerviosas a las criaturas de la noche cuando estaban en su presencia:La p
Dominic se revolvió sobre sí mismo, odiando la situación en que debía contradecir a su jerarca, pero era necesario o Lara no tendría oportunidad de sobrevivir.— Con todo respeto, señor, pero ¿no le parece extraño que la transformación ocurra antes del renacimiento? — se atrevió a decir.Ius se quedó pensativo, valorando la certeza en las palabras del cazador. Ninguna raza de la noche se convertía antes de morir, era insólito que la chica tuviera ya rasgos distintivos de las criaturas de la noche sin haber muerto siquiera.— Tienes razón. — caminó meditabundo de un lado a otro mientras la larga túnica gris hacía un elegantísimo murmullo al rozar con la alfombra — Es muy extraño… Tal vez la criatura de la noche que la convirtió no fue instruida en la forma correcta de hacerlo… o est
— ¡Esto es inaudito! — el grito de Craig retumbó por todo el salón del Concejo, ahora vacío a excepción del jerarca y del grupo de cazadores.El salón era perfectamente circular, con grandes columnas cubiertas de mármol negro y rojo alrededor. En el suelo de pulido mármol blanco, se veían una tras otra las insignias de cada Raza de la Noche, dibujadas ante las fastuosas sillas que los líderes de las castas debían ocupar.Siete asientos se hallaban dispuestos en forma semicircular, disminuyendo en tamaño desde el centro hacia los extremos. Los sitios de los límites exteriores habían quedado vacíos desde hacía más de medio siglo, uno dedicado a los Terceros Descendientes, y otro a una casta que nadie recordaba, o que al menos nadie mencionaba.Le seguían dos asientos que eran ocupados por las razas huésped: &
— ¡Para! ¡Por favor, detente! ¡Te diré lo que quieras!— ¡Basta! — la orden del Comandante fue impasible y seca, aquella ni siquiera parecía su voz.Evan llevaba más de seis horas gritando, y Siena el mismo tiempo golpeándolo y torturándolo. Sólo ellos tres habían entrado en el cuarto de interrogatorios, el resto de los sorian se hallaban en la habitación donde Lara dormía, investigando cuidadosamente cada libro o artilugio que Rianna había recolectado de la pequeña recámara de la casona.Por el momento, Siena martirizaba al prisionero y Dominic observaba; y a pesar de los alaridos de dolor de Swels se había mantenido indiferente. Ni siquiera el resto de su vida de tortura le parecía suficiente al Comandante para hacerle pagar la forma en que había hecho sufrir a Lara.— Muy bien, ya que quier
La Casa de las RazasLa habitación se había quedado vacía a excepción de Lara, que se movía en la cama como si largas pesadillas la rodearan, y de Dominic, que sentado en el borde del lecho intentaba calmarla y despertarla. En los últimos días la muchacha solo había tenido malos sueños, pesadillas con el señor Swels, que la convertía en un monstruo; con sus padres que la dejaban sufrir sin hacer nada; con su hermana, que le reprochaba el haberla olvidado, con Khan y Silver Moon asesinados por un par de balas. Y los pocos momentos de lucidez que había tenido… bueno, ni siquiera podía distinguir cuándo había estado lúcida y cuándo no.— ¡Pequeña! — Lara reconoció el acento de aquella voz — Pequeña ¿me escuchas?Abrir los ojos fue una alegría extraña y p