El aire vibró con la fuerza de los aullidos, un sonido que retumbó en mis huesos, haciéndome sentir pequeña en medio de algo más grande, algo que no comprendía del todo.Las raíces que me sujetaban se volvieron cenizas, desintegrándose con un susurro ahogado. A mi lado, Eirik jadeó cuando las ramas que lo apresaban se disolvieron en el aire.Pero las sombras no habían desaparecido.Se quedaron quietas, estremeciéndose como si sintieran miedo. Algo las contenía. Algo las enfrentaba.Un torbellino de viento se levantó en el claro, girando con una fuerza imposible. Dentro de él, la imagen de una mujer emergió, su cabello flotando como si fuera parte de la tormenta.La madre de Eirik.Sus ojos, los mismos que él tenía, nos miraban con una mezcla de tristeza y determinación.—Hijo mío… —su voz era un eco, pero su tono no tenía la dulzura falsa de las criaturas que nos habían engaña
El aire aún olía a tierra húmeda y a las hojas quebradas por el torbellino. Mi corazón golpeaba contra mi pecho mientras intentaba calmar mi respiración. La tienda estaba en penumbras, apenas iluminada por la luz que se filtraba entre las telas.Me toqué el brazo. La marca ya no brillaba. Ahora era un tatuaje de hojas unidas, su textura parecía parte de mi piel, como si siempre hubiera estado allí. Pero no era así. Algo había cambiado.El sonido de pasos firmes me sacó de mis pensamientos.—¿Lyra? —La voz de Alden llegó desde el exterior, profunda, cargada de tensión.El estómago se me encogió. No lo había visto desde la noche anterior. ¿Cuánto tiempo había pasado realmente?Alden corrió la tela de la entrada y se quedó allí, observándome con el ceño fruncido. Llevaba la camisa sin abrochar del todo y el cabello despeinado, como si hubiera salido apresurado de su tienda. Su mandíbula estaba tensa.—Te busqué toda la mañana —
El silencio en la tienda era sofocante, como si el aire mismo se negara a moverse. Mi padre permanecía inmóvil, con la mirada fija en Alden, pero su presencia se sentía como una tormenta a punto de estallar.—Sal de aquí, Lyra. —Su voz sonó como el filo de una espada afilada.No dudé. Mi cuerpo reaccionó antes que mi mente y salí de la tienda a paso rápido, sintiendo el peso de la mirada de Alden en mi espalda. Afuera, la noche era espesa, y aunque la luna iluminaba tenuemente el campamento, la oscuridad parecía más profunda.Mi corazón latía con fuerza cuando escuché pasos detrás de mí. No era Alden.Era mi padre.No necesitó decir nada. Su presencia era suficiente para que entendiera que debía seguirlo. Caminamos en silencio hasta llegar al claro donde solía llevarme a entrenar cuando era niña.Cuando se giró hacía mí, su mirada reflejaba una mezcla de furia y decepción, sus ojos eran como llamas.—Sabes por
El silencio tras la confesión de mi padre era ensordecedor. Mi corazón latía desbocado, y mis pensamientos eran un torbellino de confusión y dolor. Lo que Eirik sabía pero su madre no le había permitido decirme, era lo mismo que mi padre me había dicho ¿o estoy confundiendo las historias de la madre de Eirik y la mía?— ¿La verdad no tiene el sabor que pensabas, Lyra?La mirada y la risa de lado de mi padre le daba un aire de crueldad que no lograba entender. ¿Por qué deseaba herirme? Yo solo quería entender, ella era mi madre y habían muchos recuerdos cortados en mi memoria sobre ella.— Deja de hacer preguntas, y haz algo provechoso Lyra … Como ocuparte de tu prometido.— ¿Qué? – mi sorpresa fue grande.Mi padre ni siquiera estaba molesto porque Alden entró en mi tienda con intenciones de obligarme a estar con él. Él parecía aprobarlo. — Mamá… ¿qué está pasando?... Esto no puede ser verdad.Mi
Los brazos que me rodearon eran fuertes, cálidos, pero mi cuerpo se tensó al instante.—Eirik… —susurré, reconociendo su olor antes de verlo.Él no dijo nada de inmediato. Solo me sostuvo, como si necesitara anclarse a algo en medio de una tormenta. Yo también lo necesitaba, pero la tensión en su cuerpo me dijo que no había venido solo a consolarme.Me giré lentamente, y sus ojos —siempre intensos—ahora parecían contener un secreto que le dolía. Algo dentro de mí se estremeció al pensar que lo que él iba a decirme iba a causarme dolor a mí también.—Lo escuchaste todo… —murmuré.Él asintió, con su mandíbula estaba apretada, y su mirada que perforaba la mía, temí lo que saldría de él. —Lo escuché todo, Lyra… Y hay algo que tu madre no te dijo…Algo que debes saber.El tono en su voz me puso en alerta.—¿Qué cosa?Eirik inhaló pro
Las palabras de Eirik aún resonaban en mi cabeza como un eco macabro. Mi cuerpo temblaba, no de frío, sino de la devastación que me carcomía por dentro. Mi padre era un asesino. Un traidor. Un monstruo. Y yo era su hija.Las lágrimas nublaron mi visión. La imagen de mi madre, con su sangre tiñendo el suelo del bosque, se instaló en mi mente como una maldición. Mi padre la había matado. Mi propia carne y sangre había arrebatado su vida con sus propias garras.—No… —balbuceé, mi voz rota por el horror. Me aferré a la tierra húmeda bajo mis rodillas, como si pudiera anclarme a la realidad. Pero la realidad era un pozo oscuro en el que caía sin remedio.Eirik también lloraba. Sus hombros temblaban, sus puños estaban cerrados, blancos por la fuerza con la que los apretaba. Su furia era un río turbulento que lo atravesaba, pero su dolor era aún más profundo.El estaba enamorado de la hija de su enemigo, del ser que le había arrebatado a sus pa
El viento silbaba entre los árboles, agitando las ramas desnudas como espectros que susurraban advertencias en la noche. El suelo estaba húmedo y cubierto de hojarasca, haciendo que cada paso fuera traicionero. Pero no podíamos detenernos.Corrimos.Eirik sostenía mi mano con una fuerza desesperada, guiándome a través de la espesura mientras nuestros pies golpeaban la tierra con un ritmo frenético. Mi corazón latía con tal violencia que sentía que se me rompería el pecho.Detrás de nosotros, los aullidos se multiplicaban.No era solo mi padre.Venían más.Mi manada.Mis hermanos de sangre, aquellos con quienes había crecido, a quienes había llamado familia… ahora nos cazaban como presas.El aire olía a peligro, a furia desatada. Podía sentirlo, la esencia de la cacería impregnando la noche, como una sombra oscura que se cerraba sobre nosotros.
El viento se arremolinaba a nuestro alrededor, trayendo consigo el olor de la tierra húmeda y la sangre derramada. El bosque estaba en silencio, expectante, como si los mismos árboles contuvieran la respiración ante lo que estaba por ocurrir.Mi padre estaba frente a mí, imponente, con su pelaje plateado brillando bajo la luz de la luna. Su mirada era un abismo dorado, una orden silenciosa, una sentencia inquebrantable."Me perteneces."Su voz resonó dentro de mi mente, su vínculo con la manada aún era una cadena que tiraba de mí con fuerza.Eirik, herido, se tambaleaba para mantenerse en pie. La sangre corría por su frente, su aliento era pesado, pero sus ojos… Sus ojos azules, intensos, estaban fijos en mí.—Lyra… —su voz era un susurro entrecortado, pero lleno de determinación—. No dejes que decida por ti.Un gruñido sordo salió de la garganta de mi padre.—Tú no entiendes nada, humano. Ella no tiene elecció