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—Eh

Le llegó la voz débil de Martín hasta los oídos.

Daniel giró el rostro hacia él al tiempo que le enfocaba con la linterna. Las lágrimas corrían por las mejillas del mellizo. Se limpió y se acercó lentamente a Martín y a su padre.

—¿Cómo estás? Mi padre me ha dicho que te has transformado.

Martín asintió despacio. Se acomodó como pudo contra la pared.

—Ha sido agotador…y doloroso, pero sigo vivo.

Daniel se sorbió la nariz. Martín se percató de que había estado llorando.

—¿Ha pasado algo en La Colonia? —se alarmó. Su primer pensamiento se centró en Milita y el bebé.

—No, no ha pasado nada. Nada malo, quiero decir. Las despedidas siempre son tristes.

Martín no comprendió pero le parecí

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