—Dimelo una vez más…—Giancarlo intenta con sus movimientos débiles tocar su rostro, y lleva sus dedos hacia la piel mojada de sus mejillas—, esto deber ser mi paraíso. Despertar…y ver que eres la primera persona que veo, cariño…—Aquí estoy, aquí estoy —Angelina se queda aquí, donde Giancarlo después de una eternidad roce su piel con la de ella porque sólo existe ahora por eso—, aquí estoy, mi vida. Juré que no te dejaría solo, ¡Por Dios! —su felicidad está repleta de sonrisas y las lágrimas que depuran aquella dolencia, aquella muerte acechando cada noche, esa tiniebla donde no le permitía mirar la esperanza—, Gracias al cielo, ¡Tengo que llamar al doctor! Tengo qué-—Quédate un minuto más a mi lado…—pide Giancarlo con voz gruesa tratando de volver a la normalidad. No será fácil de ahora en adelante pero lo intenta, como ha intentado sobrevivir a todos estos días creyendo que era su alma vagando en la tierra—, sólo un minuto más…—Cielo, necesitan chequearte. Esto es un milagro porque
Es una confesión. Sus manos, con la misma suavidad de la que ya está acostumbrada, siguen tocando su rostro y no hay otro lugar en el mundo al que quiere pertenecer. Los brazos de Giancarlo son su lugar en el mundo; no quiere otro. Luego de besarlo y de sonreír como una tonta por sus palabras, Angelina se humedece los labios.—Yo creo…—comienza despacio—, que debería que irme. Hay trabajo que hacer…—¿Sí? —Giancarlo ladea el rostro con la intención de verla un poco más, en realidad, de admirarla un poco más, o lo que le queda de vida. Ya es una necesidad tocarla, buscar su cuerpo, buscar su piel. De lo contrario, sería una inmensa agonía.Angeline mueve la cabeza.—Sí, no puedo dejarlo pasar. ¿Recuerdas la última vez que hablamos sobre la evasión de impuestos? —Angelina enfatiza con suavidad—, todavía estoy en esa investigación pese a que —todavía tiene en su celular el mensaje que recibió el día anterior al accidente de Giancarlo y no. Aún no se lo ha dicho—, ¿Recuerdas lo que me
Cansada, bastante cansada la dejó Giancarlo esa noche. A la mañana siguiente Angelina se levantó con las sábanas sobre su cuerpo desnudo y lo vio a su lado, durmiendo plácidamente mientras su brazo la atrapaba sin dejarla salir. Contenta, se acercó a él y besó su mejilla. Su esposo apenas se movió. Realmente no sabía de dónde Giancarlo sacaba tanta energía. Se había levantado, recibiendo en la puerta el desayuno y una vez había vuelto Giancarlo sólo tenía cubierto cierta parte de su cuerpo, y lo otro era una imagen que claramente le gustaba. —Buenos días —saludó Angelina mientras se acercaba con la bandeja de desayuno—, has de estar agotado. Giancarlo la recibió con una sonrisa.—No era mi atención dejarte tan cansada —Giancarlo recibió la taza de café—, pero me es inevitable.Angelina se echó a reír.—¿He hecho alguna queja? Ya estaba amaneciendo y no me había dado cuenta —dejó un rápido beso en su hombro—, quería comentarte algo…—Sabes que siempre tienes mi total atención.Ang
Han pasado dos días desde que el mágico viaje llegó a su fin y Angelina está alistandose para tomar el vuelo devuelta a Florencia. Giancarlo está haciendo los últimos preparativos y dando la remuneración debida al hotel. Mirándose al espejo se dice que debe continuar su vida.Pero éste viaje ha causado un cambio total en lo qué quiere hacer y lo qué quiere para su futuro. ¿Dónde está la venganza y la destrucción que le prometió falsamente a Damiana? Lejos de su mente, de su vida. El hijo que le prometió entregarse, no lo hará. Ser la heredera de Della Famiglia sólo lo usará para demostrar la prepotencia de Damiana y la extorsión hacia ella. Su madre sigue estando bajo el mando de Damiana, y no va a dejar que haga lo mismo con ella. Todavía quiere quitarse el apellido De Santis, y la solicitud de residencia ya está en proceso porque en los días que Giancarlo estuvo de reposo había asistido junto a Eron a la cita. Una vez con la residencia, y el proceso de quitarse el apellido, su
Hay una mala corazonada cuando, luego de haberse despertado sin ella y en soledad, aún no recibe algún mensaje. Son las ocho de la mañana, todos los Mancini están desayunando y la única que falta es su esposa. Ha intentado llamarla pero no contesta. Su seriedad está impregnada en los ojos grises que no dejan de ver el teléfono a la espera de una llamada.—¿Qué necesitas? —quien acaba de llegar a su lado y acomodarse de forma causal en la mesa es Vittoria.—¿Irás hoy a la compañía? —Giancarlo bloquea el teléfono para alzar la mirada y verla—, necesito que me hagas un favor. —No en la mañana. En la tarde —Vittoria empieza a desayunar y se le observa un peculiar gesto de confusión—, ¿Dónde está Angelina?—Supongo que salió temprano, pero sin decir nada. Lo que quiero pedirte es que si la encuentras en la oficina, le digas que la estoy buscando —hay cierto escepticismo conforme suelta las palabras. No es hombre de pedir favores pero se ha vuelto un hombre que hace cosas sin pensarlo sól
El aturdimiento aparece de forma instantanea cuando las primeras luces que ven sus ojos forman una batalla para conectar lo no real con el mundo verdadero.La cabeza gira a mil por horas. Una gran jaqueca se rehúsa a marcharse cuando se afinca en sus dos codos para parpadear y desaparecer lo difuminado de cómo ve el alrededor.Sin fuerzas, al instante no comprende, pero logra sentarse con la mano en la cabeza.Y los recuerdos aturden de forma tan abrumadora su mente que le cuesta enfrentarse, saber si realmente fue una pesadilla…Pero al ver este cuarto...Su única pregunta es: “¿Dónde estoy?”El horror la deja caer de forma precipitada y es lo único que siente al ver que está en un lugar completamente desconcido. Ventanas abiertas, un candelabro encima y varios espejos. ¿Qué es este lugar?Está vestida con la misma ropa de ayer y aún tiene sus tacones. ¿¡Qué está pasando?!Sus piernas son gelatinas al ponerse de pie pero poco a poco va saliendo del trance, arrastrandose por el cuar
Las voces murmurar cuando Angelina, bañada en lágrimas y extenuante, mira hacia todas partes. Debe encontrarlo. Él es lo único que le importa ahora, nadie más. Pero los murmullos y las ojeadas que reciben son de discordia, de incredulidad. Puede sentirlas como una flecha clavada en su nuca pero aún así no se detiene.—Angelina —Vittoria la detiene. En sus ojos ve una gran tristeza—, ¿En dónde estabas Angelina…?—¿Dónde está…? Necesito ver a Giancarlo —Angelina apenas habla con fuerza. La desesperación la controla—, ¡Dime dónde está!Pero Vittoria balbucea sin saber qué decir. —¡Descarada! ¿Qué haces en nuestra casa después de todo lo que has hecho? —un tono de voz repleto de inquinia retumba en el pasillo. Magdalena baja las escaleras. Al acercarse está lista para atacar—, ¡Eres una descarada! ¡Una escoria! ¿Cómo puedes humillarnos así?Pero Angelina se zafa de su agarra sin decir nada. —¡Quítate de mi camino! —le grita Angelina. Empieza a alejarse buscando como loca la oficina de
Corre lo más que puede. Las paredes se hacen pequeñas, robandole el aliento. Las batalla contra su mente que le exige marcharse y su corazón que llora incontablemente vuelven de ella un ser sin vida. —¡Señora! —la voz de Issie hace eco en el pasillo cercano a la salida—, ¡Señora, espere!Salir de aquí es lo único que desea. No quiere nada más, y menos si pasar más tiempo significa encontrarse con él…no, no quiere verlo. No quiere verlo más nunca.—Me iré con usted, no la dejaré sola —Issie llega a su lado. Su rostro tiene clavado esos gestos dolorosos al momento de acercarse—, deje que vaya con usted.—No, Issie, tú lugar es este. Debes quedarte aquí —Angelina no tiene ni voz ni fuerzas para hablar pero lo intenta—, quédate.—Pero señora…Ruby y Ava aparecen también, trayendo consigo la expresión fatal en sus rostros preocupados.—También nosotras —Ruby se pone a su lado mirando con rabia hacia al frente—, no vamos a dejar que todo lo que estén diciendo la denigre más.Angelina inten