Giancarlo mantiene una expresión suave que apenas ha adoptado porque para los ojos del todo el mundo demuestra gestos duros. Es como si fuese un hombre distinto cuando está con ella.Angelina se levanta y aclara su garganta.—Gracias —no evita sonrojarse—, no quise interrumpir, creí que todos estaban en su hora de descanso.—Cuando se trata de ti no hay nada más importante —Giancarlo se va acercando hacia el escritorio—, ¿Y bien?—Sí, claro —Angelina se acerca para entregarle los papeles. El escritorio es lo único que los separa—, quiero que le des un vistazo a esto. Me gustaría saber tu opinión acerca de estos movimientos, ¿Lo ves? —Angelina apunta con el bolígrafo—, ocurrió hace un mes. He tratado de buscar a donde se transfirió pero no ha sido en ninguna de las cuentas de tu empresa.Giancarlo observa lo que su esposa le está mostrando. Y poco a poco entiende lo que ella trata de decir.—¿Un banco a las afueras?—No veo otra idea —continúa Angelina—, escucha, manejaba la contabilid
Mientras el corazón late a mil por hora, sus manos sudan y cualquier pensamiento que tenga que ver con lo que acaba de pasar Angelina siente sus dientes castañean no por el frío que entra en la ventana, sino porque todavía no cree que se salvó por aquel hombre.¿¡Qué significa todo esto?!Es su error haber creído que está desprotegida del todo, que no hay enemigos allá afuera queriendo hundirla y que hacen este tipo de cosas para asustarla. Angelina vuelve sus ojos un tempano de hielo.Están equivocados si creen que simplemente estará asustada y no hará nada para defenderse. Acelera con más fuerza.¿Quién pudo haber sido? ¿Gabriel?Gabriel la odia profundamente. Puede ser casi un hijo para Giancarlo pero ese hombre puede estar sobrepasando los límites y ya no lo tolerará. No es que evite sentir el miedo porque se está apoderando de su sangre, y el susto que la ha dejado pálida aún rebota dentro de su memoria, pero mantener la cabeza fría…Resulta tan díficil ahora.La sensación de es
—Quiero que descanses. Vamos a la habitación. Angelina es lo que recuerda de aquella noche. ¿Qué importancia podía tener Angelina De Santis para pasar por semejante susto? Por todo Il Ranch sólo se hablaba de eso. Issie, Ruby y Ava corrieron despavoridas para ver a la señora Mancini pero nadie tenía permitido interrumpirla ni a ella ni al señor así que no lograron verla esa noche.Angelina todavía sentía el corazón en la garganta cuando llegó a la habitación tomando más agua y deseando que aquel día se acabara. La diferencia ahora con respecto a la primera vez que Carlo Sorventi trató de hacer lo mismo era que…se sentía sola. Pero ahora podía confiar en alguien, y ese alguien demostraba no dejandola ni un momento a sola. Angelina quería tenerlo, abrazarlo, acurrucarse en sus brazos y oír sus hermosas palabras llevándola a mundos inexplicables: ahí era su lugar seguro.Ambos, Giancarlo y ella estuvieron en su cama en la búsqueda de que ese espacio íntimo, sólo ellos dos, sólo la comp
Aurora deja caer todo lo que tiene en mano y con un jadeo donde nombra a su padre desaparece del pasillo con Ruby siguiéndola por detrás.Y ella tiene que dar un paso hacia atrás. Sus manos tiemblan, su corazón se dispara tan fuerte que sus costillas sienten el temblor, el aire no concuerda con su mente y no tiene el oxígeno que necesita para saber que esto no es producto de su miedo. Ava solloza.—Señora.Su rostro bañado en horror mira a Ava sin aliento. Y su cuerpo se mueve por inercia. ¿Qué sucede? Sus pasos la guían con rapidez a la luz al final del túnel, un túnel que la asfixia porque por tanto que corra no observa la salida. Cada parte de su cuerpo está listo para perder el conocimiento o la misma cordura, perderá cualquiera de los dos. El gentío que ya observa en el patio señalan lo que temía, lo que no quería creer. Sus ojos cristalinos, su boca jadeante, su miedo irracional.¿Está muerto?Angelina abre la puerta de la camioneta e ignorando los llamados o las miradas, nada
Nadie dice nada, ni siquiera Nina. Angelina se toma de las manos y sin mirar a nadie salvo a Vittoria que le sonríe con ánimo vuelve a ver al doctor sólo para seguirlo.Es algo sorprendente para los Mancini que uno de los suyos haya elegido a un De Santis. En la familia siempre está presente la jerarquía, y usualmente es la madre o la esposa. Giancarlo ha elegido a su esposa. Y la idea enfurece por dentro a Nina, siguiendole Isabella y Magdalena, y luego Chiara al lado de su hija quien ve la espalda de Angelina, queriendo usar su suerte en su contra. Sin embargo, atrae a su hija hacia sus brazos y carraspea.—¿Lo ves? Tu papá está bien —besa su frente—, todo saldrá bien.Aurora asiente, esnifando su nariz, mirando el camino que Angelina dejó atrás.—Quiero verlo —le dice a su madre.—Pues, tu padre prefirió primero a su nueva novia —Chiara comenta malintencionadamente. Acaricia su cabello—, pero no te preocupes, lo verás dentro de poco.—Ella es su esposa, mamá —Aurora no lo dice c
—Dimelo una vez más…—Giancarlo intenta con sus movimientos débiles tocar su rostro, y lleva sus dedos hacia la piel mojada de sus mejillas—, esto deber ser mi paraíso. Despertar…y ver que eres la primera persona que veo, cariño…—Aquí estoy, aquí estoy —Angelina se queda aquí, donde Giancarlo después de una eternidad roce su piel con la de ella porque sólo existe ahora por eso—, aquí estoy, mi vida. Juré que no te dejaría solo, ¡Por Dios! —su felicidad está repleta de sonrisas y las lágrimas que depuran aquella dolencia, aquella muerte acechando cada noche, esa tiniebla donde no le permitía mirar la esperanza—, Gracias al cielo, ¡Tengo que llamar al doctor! Tengo qué-—Quédate un minuto más a mi lado…—pide Giancarlo con voz gruesa tratando de volver a la normalidad. No será fácil de ahora en adelante pero lo intenta, como ha intentado sobrevivir a todos estos días creyendo que era su alma vagando en la tierra—, sólo un minuto más…—Cielo, necesitan chequearte. Esto es un milagro porque
Es una confesión. Sus manos, con la misma suavidad de la que ya está acostumbrada, siguen tocando su rostro y no hay otro lugar en el mundo al que quiere pertenecer. Los brazos de Giancarlo son su lugar en el mundo; no quiere otro. Luego de besarlo y de sonreír como una tonta por sus palabras, Angelina se humedece los labios.—Yo creo…—comienza despacio—, que debería que irme. Hay trabajo que hacer…—¿Sí? —Giancarlo ladea el rostro con la intención de verla un poco más, en realidad, de admirarla un poco más, o lo que le queda de vida. Ya es una necesidad tocarla, buscar su cuerpo, buscar su piel. De lo contrario, sería una inmensa agonía.Angeline mueve la cabeza.—Sí, no puedo dejarlo pasar. ¿Recuerdas la última vez que hablamos sobre la evasión de impuestos? —Angelina enfatiza con suavidad—, todavía estoy en esa investigación pese a que —todavía tiene en su celular el mensaje que recibió el día anterior al accidente de Giancarlo y no. Aún no se lo ha dicho—, ¿Recuerdas lo que me
Cansada, bastante cansada la dejó Giancarlo esa noche. A la mañana siguiente Angelina se levantó con las sábanas sobre su cuerpo desnudo y lo vio a su lado, durmiendo plácidamente mientras su brazo la atrapaba sin dejarla salir. Contenta, se acercó a él y besó su mejilla. Su esposo apenas se movió. Realmente no sabía de dónde Giancarlo sacaba tanta energía. Se había levantado, recibiendo en la puerta el desayuno y una vez había vuelto Giancarlo sólo tenía cubierto cierta parte de su cuerpo, y lo otro era una imagen que claramente le gustaba. —Buenos días —saludó Angelina mientras se acercaba con la bandeja de desayuno—, has de estar agotado. Giancarlo la recibió con una sonrisa.—No era mi atención dejarte tan cansada —Giancarlo recibió la taza de café—, pero me es inevitable.Angelina se echó a reír.—¿He hecho alguna queja? Ya estaba amaneciendo y no me había dado cuenta —dejó un rápido beso en su hombro—, quería comentarte algo…—Sabes que siempre tienes mi total atención.Ang