Angelina mira hacia el techo con las manos en la cintura en un desesperado intento por controlar lo que siente: impotencia, rabia y decepción. Todo eso por sí misma, ni siquiera por Giancarlo. Sus palabras son claras. “No te tocaré si no me lo pides.” Y lo había demostrado con el simple hecho de besarla allá abajo pero sin tocar su piel, lo había demostrado tocándola y dándole placer pero sin hacerle llegar al clímax.Giancarlo es una bestia, un ser que ordena y mantiene todo bajo su control porque es un controlador de los mil demonios y eso la enfurece. ¿Quién se cree para hacerle todo eso y seguir como si nada? Pero esta guerra no se acabará hasta que ella lo decida, y se lo dejará muy en claro.Quien había tocado la puerta fue Benedetto y se marchó con su jefe. Hay otro segundo toque y Angelina baja la mirada.—Adelante, Issie —habla Angelina ya con una voz más calmada. Lo que sucedió aquí fue apenas la punta del iceberg, la primera mordida al pastel y el primer escalón para bajar
Damiana demuestra su visible orgullo por oírla hablar de tal manera, y para Angelina ahora su intención es que Damiana crea lo que Angelina quiere que crea, por lo tanto sigue en pie su liberación incluso de Giancarlo Mancini por haberle mentido, y de Damiana. Nadie la ayudará y tiene que jugar sus propias cartas. —Eso es —Damiana le acaricia la mejilla—, me alegra mucho de que te hayas dado cuenta que nuestros deseos se ven interrumpidos mientras los Mancini sigan de pie. Hija mía, eres tal cual lo imaginé. Una mujer astuta.Angelina observa los ojos de su abuela con decepción. La misma Damiana es quien la ha empujado a hacer esto. —Sí…—murmura Angelina mientras que por dentro se muere del dolor—, es lo único que me has enseñado, abuela…—Cuando tengas a tu hijo harás lo inevitable para salvarlo porque la familia está primero. Me siento orgullosa de ti, Angelina. Incluso más que tu propia madre —Damiana quita la mano de la mejilla de su nieta cuando alguien las interrumpe.Angelina
Angelina entreabre los labios una vez escucha al bartender. Es la primera vez que oye algo así proveniente de su familia pero una cosa si es cierta, y es que Damiana hace todo lo que está al alcance de sus manos para ocultar cualquier chisme que tenga que ver con su familia, pero por más que intente no puede controlar a una ciudad entera. Se remueve en su asiento intentando calmar la sorpresa y baja los ojos hacia el trago tratando de formular una respuesta concreta a tan severo rumor.—Se ha venido diciendo desde hace antaño, señora, pero por un tiempo se detuvo —el bartender prosigue con su pequeño discurso sin darse cuenta de la reacción que por dentro está tratando de controlar—, perdoneme pero tampoco quiero ser imprudente.—Está bien —inevitablemente Angelina siente curiosidad ahora más que nunca—, ¿De dónde ha salido ese rumor?El bartender la observa un tanto sorprendido y a la vez cauteloso porque habla con la nieta de Damiana, pero se ha dicho que Angelina De Santis es una
Como no está Marcelo para llevarla a la casa de los De Santis, Angelina pide un taxi a las afueras del bar. Todavía no se le olvida lo que debe llevarle a su abuela y por muy contrariada que se encuentre, necesita hacerlo al menos en lo que le queda de tiempo.¿Realmente no la ayudará y tampoco la dejará irse de su lado? ¿Quién se cree que es para verle la cara de idiota? Observa la paca de papeles oculta en su cartera no más que con rabia y ante la rabia toma un suspiro, indicandole al taxi a donde ir. No ha pisado su antigua casa desde que se casó con Giancarlo y en estos momentos su hogar parece ahora el refugio que por años creyó que era una prisión. No obstante, Angelina se toma el tiempo en rememorar todo lo que ha pasado aquí y en este lugar, porque todavía recuerda cuando fue la primera vez que conoció a Gabriel.Y la primera vez que conoció a Giancarlo…“Angelina había cumplido los 24 días antes y la preparación de la boda duraría cinco meses. Gabriel también quedó impresio
Genoveva está equivocada si cree que ha terminando ésta conversación. —¡Mamá! —pero se detiene al ver que su nana se ha agachado a recoger los trozos—. ¡Letizia Déjame ayudarte. —No, señorita. No lo haga —Letizia responde con una sonrisa tomando sus manos—, yo me encargo de esto, no se preocupe. Tiene que ir tras su madre…—y la expresión de Letizia dice mucho. —¿Sabes algo, nana? ¿Sabes por qué reaccionó así? Letizia suelta sus manos y toma el mantel de su uniforme, suspirando. —Ese nombre, niña, ese nombre no puede mencionarse aquí. No debes volver a mencionarlo… —Pero es que… —Ve que con tu madre, niña. Haz que se tranquilice y que no cometa ninguna locura. Ve —pide Letizia y por un instante Angelina siente algo de miedo por sus palabras, y el miedo es debido a no saber. —Nana —Angelina saca los papeles de su cartera y se los entrega—, por el amor de Dios no dejes que nadie toque esto, colócalos en mi antigua habitación en mi caja fuerte oculta. Eres la única que sabe dónde
¿Alguien habrá escuchado sus gritos y sus quejas? Su cuerpo está entumecido en el suelo y si la posibilidad de tener un hijo en su vientre no fuese una completa mentira, Angelina estaría perdiendo la cordura por completo.Con la ayuda de sus manos se levanta del suelo, a tropezones, pero logra ponerse de pie cuando Gabriel comienza a rodear la mesa con indiferencia, como si ella no estuviera allí, como si no la hubiese tirado al suelo para herirla. Angelina tiene que toser a pasos tambaleantes, lejos de tranquilizar al cuerpo porque el impacto incluso pudo haberle roto algo por dentro, pero si sigue esperando a que alguien venga morirá aquí. Pero no está dispuesta a morir aquí y mucho menos frente a un psicópata.—Todo lo que estás pisando, todo lo que estás viendo alguna vez fue mío…—Gabriel pasa los dedos por la superficie lisa de la mesa con su presencia siniestra apoderándose de la única luz que existía en este cuarto—, qué lástima. Angelina toma rápidas y congestionadas bocanad
—¡Cállate! Cállate, Gabriel. No hables más —y se zafa del agarre de Gabriel para tambalearse hacia la ventana—, ¿Por qué me dices esto? ¿¡Qué es todo?! ¿De qué estás hablando…?—Creeme, no soy quién a quién debes preguntarle. Sino a tu familia, pero para este momento todo el mundo debe estar sospechando de que tú eres…—Gabriel vuelve a acercarse hacia Angelina con tal de tomar sus brazos una vez más para acariciarlos—, el mayor fraude de la familia De Santis.—Por Dios…—Y que Genoveva sólo…utilizó el dolor de una madre que había pérdido a su hija para hacerla pasar por la suya. ¿No es eso cruel?—Basta —Angelina gime desconsolada—, nada de lo que dices es cierto, Genoveva es mi madre. ¡No tienes pruebas de nada! ¡No puedes probar nada! Yo soy una De Santis y lo que estás diciendo no son más que farsas. ¡Lárgate de una vez por todas!Gabriel se acaricia su labio con el pulgar y comienza a negar tal cual estuviera decepcionado.—¿Por qué crees que los rumores en la ciudad incrementaron
Angelina decidió quedarse en el hotel cerca de la plaza San Paolino mientras Marcelo trataba de mantenerla distraída con conversaciones que la hicieron sacar una que otra sonrisa. Luego se acercó a la recepción y reservó su cuarto. Le preguntó a Marcelo si quería tomarse algo pero éste dijo que no quería meterse en problemas. Angelina sólo respondio que todo estaba bien, y que no habría problema porque no está en una jaula ni mucho menos. Lo primero que hace ahora es quitarse sus tacones. —Deja de temer, vamos —Angelina pasa hacia la inmensa sala y se dirige hacia la pequeña nevera del lugar—, bingo, tienen un poco de vodka. —Señora, pero usted está embarazada, no puede beber —Marcelo advierte semipreocupado. Angelina se muerde la lengua rezongando dentro de ella y tiene que expresar. —Es para ti. Yo tomaré otra cosa —Angelina deja la botella en la mesa y se desploma en la silla con cansancio—, pero un sólo trago me vendría bien. —No lo creo —Marcelo niega de una buena vez y se