Capítulo 53

A la hora anunciada Elizabeth, acompañada de una malencarada Jessia, salía del edificio en el que trabajaba. Su amiga había tratado de convencerla para que se fueran por su cuenta sin la desagradable presencia –según le dijo– del mujeriego pervertido, pero no logró su propósito.

Elizabeth lo saludó cortésmente y Jessia solo gruñó. Las amigas subieron a la parte trasera del vehículo y Emiliano se sentó adelante junto al chofer, quien lo miró extrañado, pero se limitó a continuar camino hasta el colegio de la niña.

Al llegar Emiliano se bajó y abrió la puerta para extenderle la mano a Elizabeth y ayudarla a descender, sin preocuparse por la amiga de esta que venía justo detrás.

Cuando la niña salió corrió hacia su padre con una gran sonrisa en su rostro, Jessia la miraba molesta por ese comportamiento, luego de besarlo repetidamente, se giró hacia su madre para saludarla también muy entusiasmada, finalmente reparó en Jessia y le dijo:

–Tía Jes, qué bueno verte, ¿cuándo llega
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