Al día siguiente Elizabeth recibió la visita sorpresa de Jessia, se saludaron efusivamente ya que tenían tiempo sin verse ni hablarse, pero el cariño entre ambas amigas se mantenía intacto. –¿Cómo has estado mi tesoro? –preguntó dulcemente Elizabeth. –Muy bien, he venido porque tengo noticias y no tendría emoción si no te lo digo en persona, pero antes te informo que el mujeriego innombrable está desaparecido de Italia, por lo que supongo que andará de juerga con alguna zorra que habrá sacado de quién sabe dónde. Ay perdona cariño, te juro que en el camino para acá me propuse no decirte nada, pero te veo tan bien, que es mejor que sepas en qué anda y continues con tu vida.Elizabeth la escuchó en silencio, se debatía mentalmente si le decía que Emiliano estaba en Estocolmo o no, se daba cuenta que la animosidad que su amiga sentía contra él la hacía hasta inventar cosas. Por el momento solo se limitó a instarla a que le dijera el motivo de su visita.
A la hora anunciada Elizabeth, acompañada de una malencarada Jessia, salía del edificio en el que trabajaba. Su amiga había tratado de convencerla para que se fueran por su cuenta sin la desagradable presencia –según le dijo– del mujeriego pervertido, pero no logró su propósito.Elizabeth lo saludó cortésmente y Jessia solo gruñó. Las amigas subieron a la parte trasera del vehículo y Emiliano se sentó adelante junto al chofer, quien lo miró extrañado, pero se limitó a continuar camino hasta el colegio de la niña.Al llegar Emiliano se bajó y abrió la puerta para extenderle la mano a Elizabeth y ayudarla a descender, sin preocuparse por la amiga de esta que venía justo detrás.Cuando la niña salió corrió hacia su padre con una gran sonrisa en su rostro, Jessia la miraba molesta por ese comportamiento, luego de besarlo repetidamente, se giró hacia su madre para saludarla también muy entusiasmada, finalmente reparó en Jessia y le dijo: –Tía Jes, qué bueno verte, ¿cuándo llega
Jessia buscaba en su mente qué decirle a su amiga cuando uno de los teléfonos que estaban sobre la mesa de café en la terraza, comenzó a sonar. Jessia respiró aliviada cuando anunció: –Es el mío, tengo que atender –tomó el celular y se alejó hacia la sala para hablar en privado, Elizabeth la vio hacer todo el recorrido y alzó una ceja, por primera vez en su vida estaba dudando de la sinceridad de su amiga.Pasó un buen rato antes de que Jessia regresara a la terraza y al hacerlo comenzó a contarle toda su conversación con su prometido Gary. –Jes pareces muy enamorada de Gary. –Él es el indicado, es muy atento conmigo. –¿Qué sentirías si yo te digo que no te conviene? –Tendrías que darme una razón muy poderosa para convencerme de dejarlo. –Una razón como la que tú tienes contra Emiliano, supongo.Jessia quedó boquiabierta con la deducción de Elizabeth, entonces colocó una de sus manos en su estómago y la otra en su
Emiliano y Orlena llegaron con envases de comida china, la niña le contaba la película a su madre con mucho entusiasmo siguiéndola en su camino, mientras ella colocaba la mesa para los tres.Al terminar la comida, Emiliano se quedó en la terraza mientras Elizabeth bañaba y cambiaba a Orlena para acostarla ambos, según petición de la niña.Él se sentía muy bien en su nuevo papel de padre y deseaba sinceramente poder hacer una vida familiar en un lugar donde estuvieran los tres juntos.Esa idea era recurrente en él quien definitivamente había efectuado un cambio radical en su estilo de vida, solamente por el amor de Elizabeth.La hermosa rubia de ojos violeta lo llamó y juntos entraron a la habitación de su hija.Jessia los había sentido llegar, pero se mantuvo “oculta” en la habitación, no obstante, estaba atenta a todo lo que sucedía afuera, por eso cuando escuchó a la pareja en el pasillo salió para comentar con ironía: –Emiliano, ¿aún por aquí?, ¿es que no piensas volver
La entrada de la pareja al colegio atrajo muchas miradas y cuando Orlena notó su presencia una gran sonrisa iluminó su rostro, por primera vez, y a la vista de todos, estaba su padre junto a su mamita como una familia y eso la hacía inmensamente feliz.Luego de la asamblea general dirigida por la directora del colegio, cada grupo de padres se reuniría con la maestra correspondiente, Elizabeth y Emiliano recibieron el informe de rendimiento de Orlena, además de los certificados emitidos por los profesores especiales.La niña obtuvo la máxima calificación en todas las materias de primaria por lo que la consideraban lista para ingresar a la preparatoria a pesar de su corta edad.Emiliano era partidario de contratarle un grupo de profesores y adecuar un espacio para que recibiera las clases de educación media, ya que en el colegio estaría rodeada de chicos que le doblaban la edad y podían crearle un ambiente hostil a su pequeña.Ella es extraordinariamente inteligente –alegaba Emiliano–,
Luego de cerrar la puerta Elizabeth apoyó su frente en la misma, de pronto sintió que la abrazaban por las piernas y era su pequeña, quien también mostraba un semblante triste.Caminó con ella aferrada a sus muslos hasta un sillón, tomó asiento y subió a la niña a su regazo, se abrazaron y guardaron silencio por un buen rato. Elizabeth pensaba en el momento tan grato que estaban disfrutando tan solo unos minutos atrás, luego de esa llamada todo se volvió sombrío, pero ella sentía algo más en su interior.Por su parte, Emiliano abordó el avión y se sentó reflexivo, a través de la ventanilla vio alejarse las luces de la ciudad donde dejaba a su hija y a la mujer que amaba con cada fibra de su ser, lo sabía ya, pero ese momento en el que se separaba de ella le dejó media vida y esa sensación ya la había vivido cuando regresó tres veces más a la casa de campo y no volvió a encontrar a la chica de ojos violetas de la que se había enamorado.Esperaba encontrar pronto a su padre para poder r
Saliendo del aeropuerto tomaron un taxi que las llevaría a las oficinas del grupo empresarial Riva, estaba una de las antiguas recepcionistas que, obviamente no la reconoció, ella solicitó a Emiliano y le dijeron que él no estaba disponible, pero le ofrecieron ponerla en contacto con el director Conti, quien estaba a cargo, por lo que aceptó de inmediato.Solicitó dejar sus maletas en recepción y se lo permitieron, subió hasta la oficina de su antiguo supervisor y éste la miró con incredulidad porque si bien le dijeron que lo solicitaba Elizabeth Mancini, esa no era la asistente que él recordaba. –Si soy yo, estos son mis colores originales tanto en el cabello como en mis ojos. –Qué barbaridad Elizabeth, si te topaba en la calle pasaba de largo, bueno no, mentira, seguro tus bellos ojos hubieran llamado mi atención, con todo el respeto que te mereces. ¿Cómo estás?, qué bueno verte aquí, ¿y esta niña?, ¿es tuya?, ay perdón estoy divagando. –Estoy bie
Cuando Stéfano regresó a la oficina se encontró con el jefe de investigaciones furioso por haberse ido a hablar con la principal implicada sin considerar siquiera notificárselo.El hombre le decía todos los inconvenientes que podría causar con su comportamiento impulsivo, la razón de su presencia allí era garantizar el bienestar del secuestrado y apresar a los secuestradores, pero que si comenzaban a trabajar por su cuenta solo harían su trabajo más difícil.Stéfano aguantaba estoicamente todo lo que el detective le soltaba, de vez en cuando miraba de reojo a Emiliano, quien se hacía el desentendido estando a solo dos metros de distancia de él, ya se las pagaría.Cuando finalmente terminaron los reproches, le contó con lujo de detalles todo lo que habló con Sofía, el agente le informó que mientras él regresaba a la oficina, ya había ordenado el traslado de la mujer a una de las delegaciones, estaban investigando a todas y cada una de las personas que la habían visitado en todo su tiem