En Estocolmo Elizabeth seguía una sana rutina, su embarazo continuaba bajo el cuidado del doctor Elías, en cada visita siempre se quedaba un rato más conversando con él, algunas veces se unía su esposa y llegaron a compartir una que otra salida al centro comercial.También tenía las atenciones especiales del hermano de Elías, Adrián, no faltaba su ramo de flores semanal y ocasionalmente una invitación a la cafetería, aunque estas disminuyeron luego de un breve altercado entre Elizabeth y la secretaria de Elías.EL ALTERCADO:Elizabeth salió del consultorio del doctor Elías Larsson y cuando se acercó al escritorio de la secretaria para que le agendara la siguiente cita, fue recibida de forma hostil y al mirarla extrañada, esta le dijo. –¿Se puede saber que se trae con Adrián? –¿Perdón?, yo no me traigo nada con nadie. –Supongo que si está embarazada hay un hombre en su vida, así que debería centrar su atención en el padre de su hijo y dejar en paz a
Emiliano Riva y Jessia Williams coincidieron a la mañana siguiente en la entrada al edificio de oficinas, luego de saludarla por compromiso y caballerosidad, la mejor amiga de Elizabeth le dijo: –Aprovecho la oportunidad para felicitarte por tu unión con Geraldine y por el nacimiento del hijo de ambos. –Permíteme aclararte que no me uní a Geraldine y mucho menos tengo un hijo con ella, de hecho, aquí tengo una copia de la prueba de ADN donde se especifica que no hay ningún lazo consanguíneo entre ese niño y yo. –Si hiciste pruebas es porque tenías dudas, así que tuviste relaciones con ella, una más de la larga fila de mujeres con las que traicionaste a Beth. –¿Cómo te enteraste? –Por las redes, tu novia se encargó de publicarlo y hacerlo viral, rápidamente. –Jessia, si en algún momento le hablaste a Elizabeth sobre Geraldine y ese supuesto hijo, deberías desmentirlo de inmediato, no hubo boda con esa mujer y ya te
Trevor llegó a Estocolmo y junto a Jessia visitaron a la nueva madre y a su hija recién nacida, él le llevó de obsequio una esclava de oro con su nombre grabado y se tituló padrino de la niña, por lo que Jessia para molestarlo dijo que ella sería su tía favorita.Al salir de la habitación Jessia se dirigió a su hermano con tono exigente: –Espero que no se te ocurra, bajo ninguna circunstancia, informarle a Emiliano sobre Elizabeth y su hija. –Creo que no es correcto que hayas manipulado tanto las cosas entre ellos. Elizabeth quería que Emiliano supiera de su embarazo. –¿Para qué?, siendo como es, seguramente se hubiera desentendido. –No lo sabes, tú decidiste por ellos. –Sé muy bien lo que le conviene a Elizabeth y Emiliano no está en esa lista. –No puedes involucrarte a ese punto en la vida de alguien ni siquiera en nombre de la amistad, ella te pidió específicamente que le enviaras el mensaje. –Yo ib
En Londres Jessia, la amiga de Elizabeth, había establecido una relación con un hombre que le confesó que había estado en la cárcel por declararse en quiebra falsamente con el fin de no darle dinero a su exesposa. Se sentía perdidamente enamorada, su hermano Trevor no terminaba de aceptarlo y ella se encontraba prácticamente sin apoyo.Cuando habló con Elizabeth y le contó, esta solo le dijo que no se precipitara y que se protegiera financieramente antes de casarse si eso era lo que quería. Mediante una conferencia telefónica Jessia les pidió a su hermano y a su amiga, que no juzgaran a su pareja y les pidió tiempo para demostrarles que él era sincero.Ella realmente se sentía feliz con él y deseaba lo mismo para su amiga, en un momento estuvo tentada a contarle todo sobre Emiliano, sin embargo, nuevamente consideró que era mejor si no se enteraba a ver si por fin se le daba una relación con Adrián Larsson.Cada vez que visitaba a su amiga notaba las atenciones que él le profesaba a E
Elizabeth se conmovió mucho con la escena y Max que se había ubicado a una distancia prudencial sonrió satisfecho al ver lo sensible que se había puesto su jefe ante la presencia de esa pequeña. –Papá, siempre quise conocerte. ¿Me permites abrazarte? –Me haría muy feliz un abrazo tuyo muñeca –le respondió sonriendo. Orlena rodeó su cuello y se fundieron en un tierno abrazo, bajo la atenta mirada de Elizabeth quien en ese momento lamentó haber privado a su hija del contacto con Emiliano y viceversa porque él se veía muy emocionado. –Vayamos a sentarnos un momento –pidió Elizabeth.Emiliano alzó en sus brazos a la niña que seguía aferrada a su cuello, una vez que tomaron asiento en una mesa alejada del bullicio y ordenaron bebidas acompañadas de bocadillos, la niña se dirigió al hombre: –Papa, ¿por qué tardaste tanto para hacer un tiempo y venir a conocerme? –Porque no sabía de ti hasta hace dos días.Orlena giró su cabeci
Emiliano se quedó hasta que Elizabeth le abrió la puerta a ese desconocido y lo hizo pasar. “¿Qué carajos estaba pasando?, estas no son horas de visitar a una mujer que vive sola. ¿Quién cojones era ese?, ¿por qué visita a mi esposa tan tarde?” Se debatía entre sus ganas de devolverse para averiguar quién era ese hombre y su deseo de centrarse solo en su hija hasta convencerla de que sus intenciones son sinceras.Apretó los puños y decidió que esperaría a ver cuánto tiempo se tardaba ese hombre en el apartamento de Elizabeth. Bajó y mientras esperaba a Max, caminó de un lado a otro frente al edificio muriéndose por las ganas de devolverse adentro.Llegó Max y subió al auto, pero le dijo que se quedarían allí y que apagara el motor, quería verificar algo. –¿Qué esperamos señor? –Un hombre llegó al apartamento de Elizabeth después que yo salí, quiero saber cuánto tiempo se queda allí, ella no debería recibir visitas masculinas a esta hora, ni a ninguna hora del d
La secretaria de la directora salió al pasillo para apresurarla y ella le pidió 15 minutos, prometiéndole que la solución al caso que las ocupaba estaba en camino.Elizabeth se mantenía en el pasillo mirando por una ventana hacia la entrada, cuando vio a Emiliano ingresar al colegio, aunque no vestía traje y corbata, lucía muy elegante y su porte magnífico le daba un aura de poder que la hizo suspirar.Se mantuvo observándolo estoicamente, mientras se aproximaba a ella, al estar a su altura se saludaron con cortesía y ella lo invitó a entrar a la Dirección. –Señora directora, maestra y licenciada, quiero presentarles al señor Emiliano Riva, el padre de Orlena.Elizabeth lamentó no haber preparado la cámara de su celular para capturar el momento, las expresiones de esas tres mujeres pasaban de asombro a admiración y a coquetería, lo recorrían con su vista de pies a cabeza y ninguna pronunciaba palabra, tampoco mantenían la boca cerrada. –Buenos días, ¿quién de u
Emiliano estaba por entrar al automóvil cuando vio llegar al que ahora sabía que se llama Adrián, se detuvo de inmediato y vio a su hija correr al encuentro del hombre, casi enseguida sintió la mirada de Elizabeth, así que simplemente se encaminó hacia ellos. –Papito, él es mi pediatra Adrián. –Me parece que lo he visto antes –dijo Adrián. –Sí, anoche en el pasillo fuera del apartamento de Elizabeth. –Entonces, eres el padre de mi princesa, ¿a qué se debe el milagro? –Adrián no es momento –señaló Elizabeth. –No, déjalo, parece que tiene mucho que decirme. –En realidad sí, pero como dice Elizabeth, no es momento.Orlena pasó de los brazos de Adrián a los de su padre, quien ingresó con ella al edificio. –¿No te ibas? –le preguntó Elizabeth, mirándolo con una ceja enarcada. –Decidí pasar un rato más con ustedes –le respondió con una media sonrisa. –Venía a buscarlas par