Trevor llegó a Estocolmo y junto a Jessia visitaron a la nueva madre y a su hija recién nacida, él le llevó de obsequio una esclava de oro con su nombre grabado y se tituló padrino de la niña, por lo que Jessia para molestarlo dijo que ella sería su tía favorita.Al salir de la habitación Jessia se dirigió a su hermano con tono exigente: –Espero que no se te ocurra, bajo ninguna circunstancia, informarle a Emiliano sobre Elizabeth y su hija. –Creo que no es correcto que hayas manipulado tanto las cosas entre ellos. Elizabeth quería que Emiliano supiera de su embarazo. –¿Para qué?, siendo como es, seguramente se hubiera desentendido. –No lo sabes, tú decidiste por ellos. –Sé muy bien lo que le conviene a Elizabeth y Emiliano no está en esa lista. –No puedes involucrarte a ese punto en la vida de alguien ni siquiera en nombre de la amistad, ella te pidió específicamente que le enviaras el mensaje. –Yo ib
En Londres Jessia, la amiga de Elizabeth, había establecido una relación con un hombre que le confesó que había estado en la cárcel por declararse en quiebra falsamente con el fin de no darle dinero a su exesposa. Se sentía perdidamente enamorada, su hermano Trevor no terminaba de aceptarlo y ella se encontraba prácticamente sin apoyo.Cuando habló con Elizabeth y le contó, esta solo le dijo que no se precipitara y que se protegiera financieramente antes de casarse si eso era lo que quería. Mediante una conferencia telefónica Jessia les pidió a su hermano y a su amiga, que no juzgaran a su pareja y les pidió tiempo para demostrarles que él era sincero.Ella realmente se sentía feliz con él y deseaba lo mismo para su amiga, en un momento estuvo tentada a contarle todo sobre Emiliano, sin embargo, nuevamente consideró que era mejor si no se enteraba a ver si por fin se le daba una relación con Adrián Larsson.Cada vez que visitaba a su amiga notaba las atenciones que él le profesaba a E
Elizabeth se conmovió mucho con la escena y Max que se había ubicado a una distancia prudencial sonrió satisfecho al ver lo sensible que se había puesto su jefe ante la presencia de esa pequeña. –Papá, siempre quise conocerte. ¿Me permites abrazarte? –Me haría muy feliz un abrazo tuyo muñeca –le respondió sonriendo. Orlena rodeó su cuello y se fundieron en un tierno abrazo, bajo la atenta mirada de Elizabeth quien en ese momento lamentó haber privado a su hija del contacto con Emiliano y viceversa porque él se veía muy emocionado. –Vayamos a sentarnos un momento –pidió Elizabeth.Emiliano alzó en sus brazos a la niña que seguía aferrada a su cuello, una vez que tomaron asiento en una mesa alejada del bullicio y ordenaron bebidas acompañadas de bocadillos, la niña se dirigió al hombre: –Papa, ¿por qué tardaste tanto para hacer un tiempo y venir a conocerme? –Porque no sabía de ti hasta hace dos días.Orlena giró su cabeci
Emiliano se quedó hasta que Elizabeth le abrió la puerta a ese desconocido y lo hizo pasar. “¿Qué carajos estaba pasando?, estas no son horas de visitar a una mujer que vive sola. ¿Quién cojones era ese?, ¿por qué visita a mi esposa tan tarde?” Se debatía entre sus ganas de devolverse para averiguar quién era ese hombre y su deseo de centrarse solo en su hija hasta convencerla de que sus intenciones son sinceras.Apretó los puños y decidió que esperaría a ver cuánto tiempo se tardaba ese hombre en el apartamento de Elizabeth. Bajó y mientras esperaba a Max, caminó de un lado a otro frente al edificio muriéndose por las ganas de devolverse adentro.Llegó Max y subió al auto, pero le dijo que se quedarían allí y que apagara el motor, quería verificar algo. –¿Qué esperamos señor? –Un hombre llegó al apartamento de Elizabeth después que yo salí, quiero saber cuánto tiempo se queda allí, ella no debería recibir visitas masculinas a esta hora, ni a ninguna hora del d
La secretaria de la directora salió al pasillo para apresurarla y ella le pidió 15 minutos, prometiéndole que la solución al caso que las ocupaba estaba en camino.Elizabeth se mantenía en el pasillo mirando por una ventana hacia la entrada, cuando vio a Emiliano ingresar al colegio, aunque no vestía traje y corbata, lucía muy elegante y su porte magnífico le daba un aura de poder que la hizo suspirar.Se mantuvo observándolo estoicamente, mientras se aproximaba a ella, al estar a su altura se saludaron con cortesía y ella lo invitó a entrar a la Dirección. –Señora directora, maestra y licenciada, quiero presentarles al señor Emiliano Riva, el padre de Orlena.Elizabeth lamentó no haber preparado la cámara de su celular para capturar el momento, las expresiones de esas tres mujeres pasaban de asombro a admiración y a coquetería, lo recorrían con su vista de pies a cabeza y ninguna pronunciaba palabra, tampoco mantenían la boca cerrada. –Buenos días, ¿quién de u
Emiliano estaba por entrar al automóvil cuando vio llegar al que ahora sabía que se llama Adrián, se detuvo de inmediato y vio a su hija correr al encuentro del hombre, casi enseguida sintió la mirada de Elizabeth, así que simplemente se encaminó hacia ellos. –Papito, él es mi pediatra Adrián. –Me parece que lo he visto antes –dijo Adrián. –Sí, anoche en el pasillo fuera del apartamento de Elizabeth. –Entonces, eres el padre de mi princesa, ¿a qué se debe el milagro? –Adrián no es momento –señaló Elizabeth. –No, déjalo, parece que tiene mucho que decirme. –En realidad sí, pero como dice Elizabeth, no es momento.Orlena pasó de los brazos de Adrián a los de su padre, quien ingresó con ella al edificio. –¿No te ibas? –le preguntó Elizabeth, mirándolo con una ceja enarcada. –Decidí pasar un rato más con ustedes –le respondió con una media sonrisa. –Venía a buscarlas par
A la mañana siguiente y tal como lo había prometido Austin llegó muy temprano a la puerta del apartamento. Brooke estaba lista, pero Orlena se mantenía somnolienta, su padre la cargó cual princesa y así la llevó al automóvil.La niña se despertó cuando llegaron al embarcadero y se emocionó mucho ya que sería su primera vez navegando. Subieron al barco, saludaron a la tripulación y dieron inicio al paseo, tenían un guía que les describía con detalle cada tramo interesante del trayecto, llegaron a una isla donde se detendrían por un buen rato, por lo que podrían comer y disfrutar del agua aparte de tomar el sol.Elizabeth preparó a la niña con protector solar bajo una lucha constante por tranquilizarla ya que esta se encontraba ansiosa por entrar al agua.Emiliano se quedó en bañador tipo bermuda, haciendo que los colores cubrieran el rostro de Elizabeth, quien sintió que su garganta se secó ante la fabulosa figura masculina que tenía frente a ella.Padre e hija entraron al agua, bajo l
Padre e hijo se unieron en un cálido y cariñoso abrazo apenas estuvieron juntos. Subieron al automóvil y comenzaron una amena conversación: –¿Dónde está Max? –En un paseo de fin de semana con su esposa que llegó el viernes a visitarlo. –¿Qué?, ¿desde cuando permites que tu asistente tenga vida propia? –Papá me haces sentir como un jefe malvado. –Lo has sido hijo mío. Ahora háblame de mi nieta, ¿qué edad tiene?, ¿cómo es? –Tiene 5 años, es preciosa con unos brillantes rizos marrones y los ojos como los nuestros, aunque con muchos rasgos y gestos de Elizabeth. Además, debo decirte que es extraordinariamente inteligente, habla varios idiomas, lee y escribe muy bien, también toca diversos instrumentos musicales. De verdad, tiene momentos infantiles, pero la mayor parte del tiempo tienes que estar a su altura para seguirle la conversación. –¡Dios mío! Tenemos una pequeña intelectual entonces. –E