FURIA

El rostro de Alessio reflejaba furia sin filtros mientras atacaba el rostro de Abram una y otra vez. La hoja estaba afilada y atravesaba la piel con facilidad, clavándose en la carne ensangrentada. Era un desastre. Era asqueroso. Era jodidamente emocionante de ver.

Alessio estaba perdido en su locura. Abram apenas estaba vivo ahora. Su respiración era lenta, entrecortada, y su pecho apenas se movía. La lucha había abandonado su cuerpo y cayó inerte contra el sofá ensangrentado.

Alessio dio un paso atrás, con el puño todavía apretando el cuchillo. —¿Está lo suficientemente bien decorado ahora? —dijo en voz baja. Hacía tanto frío que hasta yo casi me estremecí al oír el tono letal.

El rostro de Abram quedó completamente desfigurado. Emitió un último y débil sonido gutural.

Estaba irreconocible y sangraba tanto que ya no duraría mucho más. Pero yo quería darme el gusto de acabar con su vida.

—¿Puedo?”, pregunté. Me toca a mí.

Alessio me entregó su arma sin decir palabra, su permiso silen
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