BAILANDO CON EL PELIGRO

—¿Cómo pudiste decirle eso?”

Oh, mierda. De eso se trataba.

Me provocaba con su cuerpo desnudo, me hacía bajar la guardia en la ducha, sonreía dulcemente, me besaba apasionadamente, todo mientras mi pequeña esposa esperaba el momento adecuado para investigar. Furtiva.

Crucé los brazos sobre el pecho e intenté mirarla con el ceño fruncido. No funcionó. Aixa no se inmutó en absoluto. Sus cejas se alzaron expectantes, esperando una explicación.

—¿Qué pasa si te digo que esto no es asunto tuyo?”

—¿Qué pasa si te digo que no puedes dormir en esta cama porque estoy enojado?”

Oh, joder, no.

Un gruñido retumbó en mi pecho. —Ten cuidado, Ángel —le advertí.

—¿O qué?”

—Estás bailando con el peligro.”

Sus ojos se oscurecieron un poco. —Cuando regresaste de Rusia, dijiste que tenías la sensación de que algo estaba pasando entre Velbert y la esposa de Varouse. No parecías sorprendida. De hecho, sonabas muy segura de ello. Me pareció extraño, pero supuse que no tenías ningún problema con su relación
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