AMOR DE VERDAD

Mi boca se estrelló contra la suya, bebiendo su esencia. Me tragué sus palabras, embriagado de ella. Ella jadeó en mi boca y luego se derritió en mis brazos, sus labios se movieron en sincronía con el beso que le di. Nos besamos en un ritmo frenético. Nuestros labios crearon toda una maldita melodía. Ella me consumió. Ferozmente. Absolutamente. A cambio, le robé cada aliento. Como un ladrón hambriento, ansiando algo que nunca tuve, pero que ahora me pertenecía, le robé los latidos de su corazón, cada uno de ellos.

Me costó mucho apartarme de la dicha de su tacto, de su beso, de sus malditos labios perfectos, pero me obligué a apartarme. Sus uñas se clavaron en mi piel en respuesta. —¿Por qué te apartaste? Bésame otra vez —exigió Verónica, mientras su pecho subía y bajaba con cada respiración.

—Va a ser difícil vivir conmigo, Verónica. Puedo ser autoritaria. Probablemente la cague. Y mucho. A veces puedo ser una imbécil...

—Creo que puedo manejarte bastante bien —dijo, y sus labios se
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