UNA POESÍA NO EXPRESADA

—Me recuerda a ti. Elegante y dulce. Hermosa. Grácil. Una poesía no expresada —confesé en voz alta.

Verónica observó cómo se movían mis labios y absorbió cada palabra. Los charcos de color avellana se suavizaron y ella parpadeó para ocultar sus lágrimas. Vi la mirada vidriosa en sus ojos.

Mierda.

Un gran peso se posó sobre mis pulmones y apreté mis manos a los costados.

—¿Los cisnes hacen realidad los sueños?—

Nunca le quité los ojos de encima. Sus palabras silenciosas eran una flecha que se clavaba en mi corazón y me hirió, un corte tan profundo que no estaba segura de que sanara.

—Tal vez sí —susurré con voz ronca.

Observé sus manos mientras escribía en el papel de nuevo. El bolígrafo emitió un sonido que llenó el silencio de la habitación.

—¿Qué significa esto? ¿Me estás dando esto…?—

Verónica estaba confundida y parpadeó hacia mí, buscando respuestas y buscando un pedazo de mi alma.

Su pregunta también me dejó confusa. Ella tenía razón. ¿Qué significaba eso? ¿Por qué le di esto?

Y
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