ELLA ES MI ESPOSA

Me reí con tristeza, apartándome por completo de Verónica. —¿Tu esposa?

Apreté sus caderas con más fuerza, empujé hacia adelante y embestí directamente en su resbaladizo canal. Tan jodidamente profundo que ambos nos quedamos sin aliento.

—Mi pene está tan metido en su coño ahora mismo que se olvidó de que es tu esposa —le dije en tono burlón—. Tu esposa. Varousse, me estoy follando a tu esposa y vas a mirar hasta que termine. Y créeme, ni siquiera estoy cerca de terminar con ella ahora mismo.

Abrió la boca para discutir, pero lo interrumpí. Empujé. Verónica estaba demasiado débil para mantener su cuerpo erguido, pero la sostuve contra mí, la sostuve en mi abrazo.

—Mírame mientras la follo. Me diste permiso y soy bastante posesivo con los coños que follo. Y ahora mismo, me he enamorado intensamente de los de tu mujer. Tu culpa por ofrecérmela en una maldita bandeja de plata.

Varousse frunció el ceño y sus labios se adelgazaron formando una línea recta. No estaba contento, pero qué lást
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