— Si te pido que me bajes las bragas, ¿lo harías?Carlotta le preguntó en voz baja y aunque era solo para fastidiarlo, sonó a un coqueteo en toda regla.Se quedaron mirando por un segundo, en el cual el Duque solo la observaba con sus ojos azules, llenos de nubes tormentosas.— Jeje era broma, Duque, ya me puedes bajar…Stefano la puso con suavidad en el suelo, sobre una alfombra, pero de un segundo a otro, se medio agachó, y metió sus manos por dentro de la bata de Carlotta, enganchando un dedo en el elástico de sus bragas.— ¿Qué crees que haces?La Duquesa dio un paso atrás alarmada.— Ayudar a quitarte las bragas desechables, ¿quién crees que te las puso anoche?Stefano disfrutaba por dentro de su cara. Fue la enfermera quien la cambió, pero al fin le devolvía una a esta tigresa.— Tú, ¿fuiste quien me cambió de ropa?Carlotta cayó en el hecho de que efectivamente, su desastroso vestido blanco había sido removido.— ¿De lo contrario? ¿Preferirías a un desconocido? – Stefano levan
Carlotta estaba queriéndose enterrar en el suelo, en un puro temblor de la vergüenza.— Oiga…Llamó a la espalda de la mujer que la había empujado con grosería.Por alguna razón le resultaba conocida.Cuando se giró, Carlotta lo entendió todo.— Disculpa, ¿me llamaba para algo?Se giró una pelicastaña de ojos azules astutos y de aspecto refinado, una niña rica en toda regla.Solo que la Duquesa sabía muy bien, que todo eso era fachada.Posiblemente, todo llevara la etiqueta por dentro, a su familia no le quedaba para esos gastos.— Giorgia, no te hagas la lista conmigo, lo hiciste a propósito, ¿cierto?Carlotta le habló entre dientes y bajo, con muchas miradas ya sobre ellas.— Disculpe, pero ¿cómo que se piensa ir sin pagar este perfume que rompió?, ¿de verdad me está acusando por su torpeza? Creo que eso es ilegal…Observó a todos lados, escandalizada, hablando alto y atrayendo la atención de la seguridad en la puerta y el personal de la tienda.— Dis… disculpe Srta. pero acaba de t
— Adelante – Stefano la mandó a pasar revisando algunos pendientes de la empresa. — ¿Carlotta? ¿Qué haces despierta a esta hora? ¿Te sientes mal? – dejó todo para levantarse preocupado. — ¿Me veo enferma para ti? – le preguntó y la verdad, es que Stefano la miró con mayor detenimiento. “Mierd4, si eso era estar enferma, no quería verla sana” Carlotta andaba con una bata de dormir oscura, discreta y cerrada, pero el cabello con suaves ondas, medio humedecido por la ducha, un color sonrojado en toda la piel y había un aroma desconocido en el aire. Stefano lo sintió en cuanto se acercó a la Duquesa, era un olor exótico y embriagador que lo estaba hechizando. — No, te ves muy bien – le respondió algo ronco. ¿Qué estaba sucediendo aquí? Sentía que el ambiente había cambiado. — Traje un té de medianoche, siéntate en el sofá, descansa un poco de trabajar. Pensé que un Duque siempre andaba siempre echándose fresco en… bueno… sabes, sin mucho trabajo. Carlotta hablaba algo nerviosa, mi
El morbo del momento se fue a volar por la ventana. Carlotta reaccionó primero, tapándose los senos con las manos y levantándose con torpeza para recoger la bata sobre la alfombra y ponérsela. A Stefano, en vez de nerviosismo, lo que le daría, sería un dolor terrible en las pelotas. Miró a su entrepierna, bien abultada, la polla casi afuera y con restos húmedos del coño de la Duquesa. Debería tener ahora mismo cargo de conciencia por haber estado a punto de romper su promesa con Valentina, sin embargo, la verdad, lo único que sentía era una gran frustración. Toc, toc — Stefano, ¿de verdad vas a crear esta barrera entre nosotros? Solo por esa muj… — Valentina, dame un momento. Stefano le habló, medio molesto y exasperado, acomodándose el saco, cerrándolo adelante a ver si tapaba algo el pico del Monte Everest en su entrepierna. Un descuido y Valentina, sin saberlo, hablaría con Carlotta presente, del asunto privado entre ellos. — Carlotta, yo… — Está bien, creo que no era un
— ¡No, no hables en pasado, sé que aún me deseas, solo estás confundido por esa mujer, ella es una put…! — ¡¡Valentina!! Stefano la tomó por los hombros con fuerza, haciéndola enfrentarlo. — Si ahora mismo te digo que me alejaré de Carlotta, incluso que le pido el divorcio, todo para que te conviertas en mi mujer, ¡en mi verdadera mujer!, no la falsa hermana, no más roces o palabras solapadas, ¡no! — La mujer que se va a acostar en mi cama y abrirá las piernas para mí, ¿lo harías? — Dime, ¡¿lo dejarías todo por estar conmigo?! Stefano la presionó como nunca, como tenía de haber hecho hace mucho tiempo. Sus ojos agudos miraban dentro de los de Valentina, que se encontraban en pánico y la resistencia era obvio en ella. Claro que no dejaría su puesto fácil y cómodo. Por supuesto que no haría ningún sacrificio por los dos, ella siempre era la que recibía, nunca había dado nada a cambio, solo falsos sentimientos. — Stefano, no me hagas esto, tú y yo estábamos bien, esa mujer…— hip
Los ojos cafés lo vacilaban y parece que a ella le gustaba mucho lo que veía, a él le encantaba lo que ella le mostraba. — Ste…Stefano ¿qué haces a…aquí? De repente, Carlotta se sintió acorralada cuando el enorme cuerpo masculino ocupó también la ducha. — Creo que ambos sabemos lo que hago aquí, Duquesa. Stefano le respondió ronco, sin disimular para nada su lujuria o sus deseos. No más fingir, no más pensar en el mañana, hoy deseaba a esta mujer a morir y la tendría. — ¿Y si ahora no quiero? ¿No se molestará tu hermanita? Carlotta dio un paso atrás haciéndose la difícil, su espalda chocó con la fría pared, estaba sin escapatoria. El Duque se abalanzó sobre ella como un depredador a la presa, agarrando su cabello mojado por detrás, alzándole la cabeza y haciendo que sus labios se pegaran a los suyos. Debajo, sus dedos se colaron por entre las piernas de Carlotta y se hundieron sin misericordia, directo en el centro del coño humedecido y resbaloso. — Mmm aahh… La Duquesa no
Un tiempo atrás, en el despacho… Valentina sintió unos pasos acercándose y tosió con más fuerzas, al punto de que ya le dolía la garganta. — ¿Vale, estás bien? Entró Beatrice cerrando la puerta de la oficina, detrás de ella. — Ah, ¿por qué estás aquí?, ¿dónde está Stefano? – le preguntó en malas formas y sin nada de falta de aire. Beatrice enseguida caminó hacia ella, tomándola por los hombros y bajando la cabeza para hablarle al oído. — No seas idiota, que no sabemos si el Duque tiene cámaras aquí, disimula – le susurró. — Mamá, no aguanto más, cof, cof, cof… lo lamento por hablarte así, es que siento que quiero morir, Ste…fano... ya no me quiere… El show continuó y las lágrimas de Valentina comenzaron a caer de nuevo, abrazándose a Beatrice. Lo que le faltaba a Carlotta de artista, a ella le sobraba. — Mi niña, no te pongas así, vamos a la habitación, vamos, no quiero que te dé un ataque peor – la levantó hablándole con paciencia. — Disimula con los empleados, Valentina,
Esa misteriosa mujer que todos decían era la amante del Duque, ¿era en realidad la Duquesa?— E…entiendo señor…— No es una información que puedas divulgar aún, pero es para que sepas, el nivel de importancia que tiene Carlotta. Tú trabajas para los Duques de Vallucci, los actuales, no lo olvides.Stefano la miró fijamente.— No lo olvidaré, señor, cuidaré bien de la Duquesa y cualquier cosa referente a ella, se lo comunicaré enseguida – la mujer prometió.— Bien, espero mucho de ti, si veo tu utilidad, te quedarás fija en el puesto del ama de llaves y siempre piensa, que lo que sea que te ofrezcan, si vienes a mí, yo te daré más.— Sí, sí, señor – la alegría de la mujer era evidente.Sabía muy bien qué bando elegir, esta oportunidad no la perdería.— Contrata a una asistente estilista y que llene el vestidor del cuarto contiguo, con todo lo necesario para Carlotta, de pies a cabeza – ordenó por último saliendo a trabajar.Se había dado cuenta de que esa testaruda mujer no había movid