— Y también envía a dos hombres que vigilen discretamente el Porche negro que está estacionado en la esquina con una mujer adentro.Agregó metiéndose en el elegante elevador dorado y las paredes de espejos — Si le pasa algo a ella, lo pagarán con su vida.— Sí, sí, jefe enseguida – el hombre ya agarraba el móvil.— Discreto ¿escuchaste? Que ella no se vaya a asustar - y con la misma, sacó una llavecita y activó el seguro de su oficina privada.El elevador comenzó a cerrar sus puertas.Su aura mortal presagiaba cosas siniestras y el hombre de seguridad, sabía que hoy alguna cabeza rodaría.Para mantener la suya, él personalmente cuidaría de esa misteriosa mujer.Cuando la puerta del elevador se abrió, Fabio entró a su despacho personal en la última planta, de uno de los casinos más famosos de la ciudad, por supuesto, otra tapadera para sus negocios turbios.Caminó a su escritorio y agarró una máscara en negro y dorado que se puso sobre el rostro.Salió, quitando el seguro desde adentr
— Mejor quedarme tranquila, no buscar más problemas – pensó suspirando y en eso, ¡lo vio que venía saliendo del casino! — Hay por Diosito, gracias que está bien – murmuró dejando caer un peso de su pecho. Fabio caminó hacia su auto, con su percha de hombre de seguridad decente, dándole una mirada de reojo a los hombres que “bebían” cerca del auto. Desbloqueó la cerradura electrónica y se metió en la puerta del chofer. — ¿Estás bien? – se sorprendió al tener las manitos sudadas y temblorosas de la Duquesa, toqueteándole todo el cuerpo y examinándole el rostro. Fabio se quedó por un segundo sin hablar ¿Cuándo fue la última vez que alguien de verdad se preocupaba genuinamente por su seguridad? ¿Sin tener algún interés oculto o querer sacarle algo? — Estoy muy bien, ¿tenías miedo por mí? ¿Tú, la Duquesita de hierro temeraria? Le respondió agregando una broma para aligerar el ambiente demasiado íntimo que se había formado de repente. — Pft ¿Quién se preocupa por un insoportabl
Cuando Fabio llegó al complejo de edificios residenciales de alta alcurnia, pasó directo al estacionamiento subterráneo. Apagó el auto, miró hacia el lado del copiloto donde la Duquesa estaba dormitando, babeándole la tapicería y hasta con ronquidos bajos incluidos. No pudo evitar negar con la cabeza divertido, de fina y estilizada, no tenía ni uno de sus cabellos, que se enroscaban en su nuca. Se quitó el cinturón de seguridad, agarró atrás las muletas y dio la vuelta hasta su puerta, que abrió suavemente. Le estaba quitando su seguro para cargarla, cuando ella se despertó. — ¿Fabio, ya llegamos? – preguntó con la voz ronca y adormilada — Sí, ven, te cargo en mi espalda que ya has desandado mucho hoy, te debe doler el pie – le explicó agachándose de espaldas a ella. — No, no, cómo crees, yo puedo sol… — Me puedo pasar todo el tiempo que desees así, no tengo apuro —la interrumpió y Carlotta suspiró derrotada. — Bien, tú ganas, guardaespaldas gruñón – y se acomodó lo mejor que
¡BAM!Se escuchó el golpe sordo de dos cuerpos enredados que cayeron al suelo.La cabeza de la Duquesa protegida por las manos de Fabio contra su pecho.La espalda masculina sobre la dura superficie, mientras Carlotta se acostaba encima de él, en una posición incómoda, pero muy muy cercana.— Fabio, ¿estás bien? – levantó la cabeza a la vez que Fabio bajaba la suya, para preguntarle lo mismo — Lo… lo siento, soy muy torpe.La mujer le dijo en un susurro a solo centímetros de su masculino rostro.Sus ojos se quedaron fijos en el otro, el vino salpicó por todos lados y un poco había caído sobre el cabello de Carlotta. Una gota fue bajando lenta y sensualmente por su mejilla hasta la comisura de sus húmedos labios.Fabio la siguió con sus ojos azules tapados con lentes oscuros, tenía unas ganas locas de sacar la lengua y lamerla, de entrar y comerse su boca.Su mano en la cintura de Carlotta se apretó instintivamente, la deseaba, se había quedado duro por esta mujer en dos ocasiones y
— Porque necesitas aún rehabilitación y además ella te vigila de que te cuides y no te andes fugando todos los días – le respondió muy tranquilo. Ya sabía muy bien por qué su afán en ganar dinero, quién la perseguía poniendo su vida en riesgo y el porqué. Carlotta hizo un puchero, pero no siguió protestando. — Bien, ¿algo más para lo que me llamaras? — Sí, de hecho, hay algo que quiero conversar contigo y antes de que saltes a la defensiva, que sepas que es en buena lid. Fabio y Stefano habían ideado un plan para mejorar la relación con la Duquesa. — Sé de tu pasado, absolutamente todo, incluido ese hombre que está en prisión – comenzó a decirle y Carlotta se tensó visiblemente. — Y ¿qué harás al respecto? Yo no soy ninguna asesina, ni Luca tampoco, nosotros…— respondió a la defensiva, pero a la vez, con el corazón en un puño. Si Stefano le quitaba su financiamiento o le pedía su dinero, estaba acabada, ella y Luca. — No creo que seas una asesina o no te tuviese viviendo en m
Era evidente su nerviosismo, así que esta bebida, les serviría a los dos para romper el hielo. Carlotta tenía el corazón acelerado. Era más sencillo cuando no tenía que esforzarse por agradarle al Duque. Ahora entendía que el trabajo de las prostiputas no era tan sencillo como abre las piernas y ya. Una música suave comenzó a sonar en el cuarto, extrañándola y de repente un “pop” que la hizo sobresaltarse, como del corcho de una botella. Pasos se acercaron a la cama y una mano masculina tomó la suya haciéndola levantarse. Fabio la agarró de la cintura y comenzó a mecerse contra su cuerpo al ritmo suave de la lenta balada, invitándola a bailar, con una copa de vino en la otra mano. Carlotta entendió y con torpeza se aferró a sus hombros, sobre la camisa y comenzó a mover su cuerpo acompasando sus movimientos, que poco a poco se volvieron más eróticos y atrevidos. El alto cuerpo masculino se pegó al suyo y sentía la respiración pesada del “Duque” sobre su cuello. La mano en la
Sus dedos agarraron el elástico y tiró hacia abajo la tanga, quitándole su última protección. “Joder, ssshh Duquesa que buen coño tienes” pensaba en miles de pensamientos llenos de palabrotas que no podía expresar. Ni siquiera era de los que le gustaba el sexo oral en la primera cita, pero esa vulva rosadita, depilada y con olor a sandía del gel de ducha, lo tentaba y hacía que su entrepierna latiera más tiesa que un palo. Carlotta echó la cabeza hacia atrás y arqueó la espalda con los ojos cerrados, al caer la primera lamida sobre toda la ranura. El “Duque” la hizo separar un poco más las piernas y sintió unos dedos masculinos, separándole los labios vaginales y abriéndola a él. Se agarró del poste de la cama con fuerza cuando “el Duque” comenzó a mamarla y degustarla, con su lengua y sus dedos metidos en su dulce vagina. Fabio resoplaba y gemía ronco, metiendo y sacando la lengua de esa estrecha funda, chupando el clítoris y mordisqueando, miró hacia arriba con sus ojos azule
El sudor corría por su piel, el olor a vino, sexo y lujuria se respiraba en el aire y los embistes sensuales se convirtieron en duros y vigorosos, mientras la Duquesa recibía el placer en su interior con las piernas abiertas. Sus uñas se clavaban en la musculosa espalda del “Duque” ida en su placer. Fabio resoplaba sobre ella, sus gemidos contenidos se escuchaban en el cuarto. La agarró de las caderas y mientras devoraba sus senos, martillaba con fuerza y profundo dentro de Carlotta. La cama traqueaba y la culminación se acercaba, no solo de ellos, sino del espectador que los espiaba por una rendija de la puerta. Stefano ya no quería ni pensar en lo mal que estaba haciendo, su mente solo llena de las ganas de correrse. Su mano bombeaba excitada sobre el venoso pene por fuera del bóxer y los botones abiertos del pantalón. — Nmmm Sshhh— se mordió el labio, entrecerrando su mirada lujuriosa al sentir sus testículos tensándose. Tan cerca, tan cerca del placer… — Mmmm Duque me cor