Pero enseguida fue retenida brutalmente de rodillas en el suelo por las dos mujeres.— Que mierd4, pensé que tendría más valor - miró la prenda con desprecio, sin embargo, al ver la desesperación de la chica, una idea surgió en su mente.— Así que esta baratija en muy importante para ti. «Para C. de mamá» Leyó la inscripción en la medallita.— ¿Chicas, creen que esta porquería valdría 3000 euros?— Si te dan 10 sería demasiado…— ¿Verdad? Pero parece que para la nuerita es muy importante, ¿y si la tiro al río de la ciudad?— ¡No te atrevas, dámela, te juro que sí que si le haces algo te voy a…!¡PAF!Una fuerte bofetada cayó en la cara de Carlotta y luego un aliento vicioso, con un tufo fuerte a cigarrillos, le dio de frente en el rostro.— A mí no me estés amenazando. Te doy 2 horas para llevarme el dinero al casino Royal o adiós a la cadena de mamita La agarró con fuerza de la barbilla y Carlotta la miró con odio infinito.— ¿Sabes qué? No me gusta para nada la miradita en tu cara
Estaba reacia a darle participación de sus problemas a otra persona y menos a ese hombre, pero algo era indiscutible, necesitaba ayuda. — Duquesa, ¿Dónde está? – la voz seria de Fabio se escuchó. — Guardaespaldas, yo… yo, necesito tu ayuda – le dijo con voz entrecortada y sorbiendo los mocos. — ¡Carlotta dime inmediatamente dónde estás! ¡Voy enseguida! Fabio le dijo desesperado y ella le dio la dirección. ***** El Duque Oscuro manejaba el porche negro a máxima velocidad, su ceño fruncido en todo momento. El guardaespaldas que le asignó lo llamó pidiendo perdón porque la Duquesa había salido de la mansión y no le avisó. Él no creía necesario el estarla vigilando en la casa también. Fabio insultó al hombre y lo despidió en el acto, pero el hecho era que ella estaba sola por ahí y con peligros acechándola. ¿A dónde había ido en su estado? Estaba llorando por teléfono y Fabio salió como un loco a buscarla. Cuando llegó al sitio de la dirección, dejó el auto en un estacionam
— Y también envía a dos hombres que vigilen discretamente el Porche negro que está estacionado en la esquina con una mujer adentro.Agregó metiéndose en el elegante elevador dorado y las paredes de espejos — Si le pasa algo a ella, lo pagarán con su vida.— Sí, sí, jefe enseguida – el hombre ya agarraba el móvil.— Discreto ¿escuchaste? Que ella no se vaya a asustar - y con la misma, sacó una llavecita y activó el seguro de su oficina privada.El elevador comenzó a cerrar sus puertas.Su aura mortal presagiaba cosas siniestras y el hombre de seguridad, sabía que hoy alguna cabeza rodaría.Para mantener la suya, él personalmente cuidaría de esa misteriosa mujer.Cuando la puerta del elevador se abrió, Fabio entró a su despacho personal en la última planta, de uno de los casinos más famosos de la ciudad, por supuesto, otra tapadera para sus negocios turbios.Caminó a su escritorio y agarró una máscara en negro y dorado que se puso sobre el rostro.Salió, quitando el seguro desde adentr
— Mejor quedarme tranquila, no buscar más problemas – pensó suspirando y en eso, ¡lo vio que venía saliendo del casino! — Hay por Diosito, gracias que está bien – murmuró dejando caer un peso de su pecho. Fabio caminó hacia su auto, con su percha de hombre de seguridad decente, dándole una mirada de reojo a los hombres que “bebían” cerca del auto. Desbloqueó la cerradura electrónica y se metió en la puerta del chofer. — ¿Estás bien? – se sorprendió al tener las manitos sudadas y temblorosas de la Duquesa, toqueteándole todo el cuerpo y examinándole el rostro. Fabio se quedó por un segundo sin hablar ¿Cuándo fue la última vez que alguien de verdad se preocupaba genuinamente por su seguridad? ¿Sin tener algún interés oculto o querer sacarle algo? — Estoy muy bien, ¿tenías miedo por mí? ¿Tú, la Duquesita de hierro temeraria? Le respondió agregando una broma para aligerar el ambiente demasiado íntimo que se había formado de repente. — Pft ¿Quién se preocupa por un insoportabl
Cuando Fabio llegó al complejo de edificios residenciales de alta alcurnia, pasó directo al estacionamiento subterráneo. Apagó el auto, miró hacia el lado del copiloto donde la Duquesa estaba dormitando, babeándole la tapicería y hasta con ronquidos bajos incluidos. No pudo evitar negar con la cabeza divertido, de fina y estilizada, no tenía ni uno de sus cabellos, que se enroscaban en su nuca. Se quitó el cinturón de seguridad, agarró atrás las muletas y dio la vuelta hasta su puerta, que abrió suavemente. Le estaba quitando su seguro para cargarla, cuando ella se despertó. — ¿Fabio, ya llegamos? – preguntó con la voz ronca y adormilada — Sí, ven, te cargo en mi espalda que ya has desandado mucho hoy, te debe doler el pie – le explicó agachándose de espaldas a ella. — No, no, cómo crees, yo puedo sol… — Me puedo pasar todo el tiempo que desees así, no tengo apuro —la interrumpió y Carlotta suspiró derrotada. — Bien, tú ganas, guardaespaldas gruñón – y se acomodó lo mejor que
¡BAM!Se escuchó el golpe sordo de dos cuerpos enredados que cayeron al suelo.La cabeza de la Duquesa protegida por las manos de Fabio contra su pecho.La espalda masculina sobre la dura superficie, mientras Carlotta se acostaba encima de él, en una posición incómoda, pero muy muy cercana.— Fabio, ¿estás bien? – levantó la cabeza a la vez que Fabio bajaba la suya, para preguntarle lo mismo — Lo… lo siento, soy muy torpe.La mujer le dijo en un susurro a solo centímetros de su masculino rostro.Sus ojos se quedaron fijos en el otro, el vino salpicó por todos lados y un poco había caído sobre el cabello de Carlotta. Una gota fue bajando lenta y sensualmente por su mejilla hasta la comisura de sus húmedos labios.Fabio la siguió con sus ojos azules tapados con lentes oscuros, tenía unas ganas locas de sacar la lengua y lamerla, de entrar y comerse su boca.Su mano en la cintura de Carlotta se apretó instintivamente, la deseaba, se había quedado duro por esta mujer en dos ocasiones y
— Porque necesitas aún rehabilitación y además ella te vigila de que te cuides y no te andes fugando todos los días – le respondió muy tranquilo. Ya sabía muy bien por qué su afán en ganar dinero, quién la perseguía poniendo su vida en riesgo y el porqué. Carlotta hizo un puchero, pero no siguió protestando. — Bien, ¿algo más para lo que me llamaras? — Sí, de hecho, hay algo que quiero conversar contigo y antes de que saltes a la defensiva, que sepas que es en buena lid. Fabio y Stefano habían ideado un plan para mejorar la relación con la Duquesa. — Sé de tu pasado, absolutamente todo, incluido ese hombre que está en prisión – comenzó a decirle y Carlotta se tensó visiblemente. — Y ¿qué harás al respecto? Yo no soy ninguna asesina, ni Luca tampoco, nosotros…— respondió a la defensiva, pero a la vez, con el corazón en un puño. Si Stefano le quitaba su financiamiento o le pedía su dinero, estaba acabada, ella y Luca. — No creo que seas una asesina o no te tuviese viviendo en m
Era evidente su nerviosismo, así que esta bebida, les serviría a los dos para romper el hielo. Carlotta tenía el corazón acelerado. Era más sencillo cuando no tenía que esforzarse por agradarle al Duque. Ahora entendía que el trabajo de las prostiputas no era tan sencillo como abre las piernas y ya. Una música suave comenzó a sonar en el cuarto, extrañándola y de repente un “pop” que la hizo sobresaltarse, como del corcho de una botella. Pasos se acercaron a la cama y una mano masculina tomó la suya haciéndola levantarse. Fabio la agarró de la cintura y comenzó a mecerse contra su cuerpo al ritmo suave de la lenta balada, invitándola a bailar, con una copa de vino en la otra mano. Carlotta entendió y con torpeza se aferró a sus hombros, sobre la camisa y comenzó a mover su cuerpo acompasando sus movimientos, que poco a poco se volvieron más eróticos y atrevidos. El alto cuerpo masculino se pegó al suyo y sentía la respiración pesada del “Duque” sobre su cuello. La mano en la