Francine y Gustav se encontraban sumidos en un acto de pasión sexual, dentro del vehículo sedan azul del segundo, amparados por la soledad inhóspita de páramos boscosos de lóbrega soledad. Situados en lo profundo de un viejo sendero pedregoso que finalizaba en un claro bordeado por un escarpado precipicio, y cubiertos por las sombras de una noche estrellada de luna llena, Francine se movía eróticamente sobre las caderas de Gustav, ambos absolutamente desnudos con cuerpos sudorosos sumidos en el candor del encuentro.
Después de todo, había sido un primoroso Día de San Valentín para Gustav que celebraba sus dos años de noviazgo con la comercial festividad que en Alemania, como en muchos otros países se conmemoraba con un despliegue de materialismo manufacturado engarzado en sentimentalismo culposo. Gustav se tomó todas las consideraciones que su estrato de clase
—¡Venga por acá, Majestad! —me dijo mi lacayo, un sujeto de baja estatura y largos cabellos, tosco, fornido y de muy poca inteligencia. Caminábamos dentro de un viejo castillo abandonado, donde aún habían remanentes de osamentas humanas desperdigadas por todo el lúgubre lugar. Gigantescas telarañas habían sido tejidas por entre los bastos y lóbregos corredores, y una humedad pestilente se respiraba en el ambiente. Todo lo de valor en el castillo había sido robado hace mucho...En el interior de una habitación aparentemente especial, se encontraban los huesos del rey y la reina que alguna vez gobernaron el feudo, y sobre una especie de enorme cripta mortuoria, reposaba durmiendo un cuerpo humano cubierto por sábanas blancas.—¿Quién es? —pregunté aún sin quitar las sábanas, aunque se destacaban eróticos co
La muerte de mi compañero de la universidad fue la gota que derramó el vaso. Cientos de personas mueren o desaparecen misteriosamente cada año, como en cualquier país del mundo. Eso no tiene nada de extraño. Pero yo sabía que la responsable de la muerte de mi compañero y amigo de la U, Keneth, era una criatura demoniaca.Investigué el asunto con devota minuciosidad, visité a brujos, a viejos sacerdotes católicos que parecían extraídos de tiempos remotos, teólogos, catedráticos de la Universidad de Costa Rica, científicos, y demás. Todo apuntaba a que la criatura era un tipo de demonio súcubo, es decir, un demonio femenino que mataba a sus víctimas por medio del sexo. Mi propio padre desapareció aquella noche de 1 de abril de 1975 sin dejar rastro, a pesar de que toda mi familia sabía que era un hombre responsable que amaba a su espo
Natalia caminaba por los pasillos abandonados de la cárcel de la Isla San Lucas. Las penumbras de la noche invadían lóbregamente el lugar generando un ambiente asfixiante y claustrofóbico. Un pánico creciente se fue apoderando de forma gradual de la mente de Natalia conforme se adentraba en las insondables brumas del lugar maldito.Sentía súbitos escalofríos, una sensación de ser observada le disparaba emociones paranoicas y provocaban que su corazón retumbara frenéticamente en el pecho.Frías gotas de sudor brotaron de los poros de Natalia, al tiempo que ahogaba un grito de desesperación en su garganta atormentada. Era una mujer hermosa, delgada y de largos cabellos negros. Pero su rostro estaba en ese momento poseído por una mueca de temor y su cuerpo compungido por el estrés y el miedo.Escuchó el sonido estridente de cadenas arras
No recuerdo bien lo que pasa cuando estoy transformado en la bestia. Todos mis recuerdos son brumosos, confusos, perturbados, imposibles de dilucidar. Son emociones puras, difíciles de describir con palabras. Sentimientos de hambre, sed de sangre, pasión. Correr por los potreros ramonenses de noche, iluminado por la luz de mi eterna compañera, la luna. No puedo describirlo como no puedo describir el ver a un ciego de nacimiento.No siempre fue así. Todo comenzó aquella noche de 1925, en San Ramón. Mi nombre es Rómulo Lemos del Valle, nací en una familia de clase media alta, en 1896, hijo de una pareja de exiliados liberales que se vieron forzados a dejar la capital por presiones políticas. Aunque su acomodada situación económica les permitió comprar unas fincas ganaderas y dar educación profesional a sus hijos.Estudié medicina en Chile, y regresé
Reflexionaba en medio del bosque, de forma bastante pacífica. Me había escapado del colegio con esa única función. Viajar al bosque, a la orilla de un río, y meditar arrullada por el correr de las aguas. Claro que hice mi círculo apropiadamente, y traje conmigo a mi perro pastor alemán, Fenris, como protección extra. Hice el círculo de flores y por supuesto, lo hice en mi mente con luz verde. Puse a quemar incienso traté de conectarme en la naturaleza. Aún tenía puesto mi uniforme colegial, pero ahora tenía las faldas por fuera y el pantalón algo sucio.Por un momento sentí como mi mente viajaba a planos superiores de consciencia. Como salía en astral y como me conectaba con la Madre Tierra a mi alrededor. Lo cierto es que la súbita percepción de una presencia cercana me trajo de vuelta (¿de vuelta?) al plano material.F
La llegada del Libro de los Nombres Muertos, mejor conocido como el Necronomicón, a Costa Rica fue un evento que generó bastante preocupación entre las élites religiosas y esotéricas del país que fueron las únicas que se enteraron ampliamente.Sucedió en 1985 cuando la Universidad de Costa Rica recibió un ejemplar traducido al español del Necronomicón que le donó la Universidad de Mizkatonic, una renombrada universidad de la ciudad de Arkham, en Nueva Inglaterra, Estados Unidos. En realidad no fue una donación sino un intercambio cuando se le entregó a la Universidad de Mizkatonic una copia de antiguos pergaminos indígenas encontrados en Talamanca. De hecho, similares intercambios se dieron con la Universidad Nacional Mexicana y la Universidad Católica de Chile, que tienen sus respectivos ejemplares del Necronomicón en español. 
Cuando era un niño, mis padres y yo nos mudamos a la vieja casona que solía pertenecer a mi abuela, y que fue heredada por mi padre tras la muerte de ésta.El enorme caserón databa de principios de siglo. Aunque con algunas reparaciones, modificaciones y accesos nuevos agregados a lo largo de las décadas. Era de un estilo clásico, de dos pisos, con altos techos y paredes de madera carcomida y muy vieja, como la mayor parte de sus pisos, salvo una sección adoquinada en adobe en la cocina. Bastos pasillos se extendían siniestramente, franqueados por puertas misteriosas, cual sendero macabro. Con el paso de los años la casa se había convertido en un espantoso vergel de locura arquitectónica. Una pesadilla de ángulos y percepciones geométricas imposibles. Sobre las asediadas tablas corroídas por las inclemencias de los insectos y los elementos, se dibujaban monstruosas figuras;
Contemplé mi desfigurado rostro en el espejo. Frente a mí se observaba una monstruosidad deforme y repulsiva, de largos y podridos dientes amarillentos, salientes y babosos. Una boca grotescamente hinchada y unos ojos carentes de humanidad. La antítesis misma de la belleza.La imagen que mostraba el espejo era tan horrible y repugnante que me provocó náuseas y pavor. Amargas lágrimas brotaron de mis ojos de animal, y fluyeron caóticamente entre las mejillas callosas y abultadas, repletas de tumores infectados. Sentí la desesperación más recóndita y maldije con todas mis fuerzas el día que nací. Maldije al Universo y a cualquier deidad responsable de su existencia. Pero la que estaba eternamente maldita; condenada a este infierno interminable, era yo.La muerte era la mejor solución a mi dilema. La anhelada muerte. Pero aún la misma Parca parec&iacu