Sara cerró la puerta y miró a Mila tomando su bolso, y haciéndose una coleta alta.—Es momento… acaban de salir… debemos irnosMila asintió también metiendo algunas cosas en su bolso, y luego tomó a Mila del brazo.—Sabrán que salimos… Alexey me dijo ayer que llamara a Mikhail para encontrarse con él.—No importa… vamos caminando, tomamos un taxi y luego otro… llegaremos a la suite de Mikhail… mi padre no sabe dónde queda, nadie, excepto tú y yo… Marco nos recoge en un punto y luego llegaremos allí, necesitamos hablar con él… Nunca puedes ceder a la petición de papá…A Mila le temblaba un poco la boca, pero le dolían los ojos cuando se puso delante de Sara.—¿Crees que Mikhail esté enojado conmigo?Y Sara frunció el ceño.—Incluso yo estoy enojada contigo, pero no es tu culpa, confías demasiado y…Mila negó para detenerla.—Ya no más… —Sara asintió en silencio, y ambas bajaron sin escuchar un solo ruido en la mansión.Literalmente caminaron hasta la salida, y ningún guardia las detuvo
Mikhail, Mila, Sara, Mauro, Alexey, Iván y Lorenzo Grimaldi se miraban unos a otros con una mezcla de desconfianza, ira y decepción. Las armas apuntaban en todas direcciones, creando una tensión palpable que amenazaba con explotar en cualquier momento.—¿Estamos dispuestos a matarnos entre nosotros? —Mikhail quiso atrapar a Mila cuando salió al frente y miró a Iván—. ¿Estás dispuesto a ver morir a tu hija?—Mila —Mikhail apretó, pero ella negó.—Y tu Alex… ¿Dejarías que maten a tu hijo solo por apuntar en la dirección equivocada?Mila tomó un arma de la chaqueta de Mikhail y apuntó hacia arriba, por primera vez sonando un disparo, mientras todos solo apenas se movieron.—Si alguno dispara… si alguno queda vivo, nunca perdonará al otro… yo les tengo una mejor salida…Mauro frunció el ceño y miró a Mikhail, entretanto Mikhail estaba confuso.—Mila… ¿Te has vuelto loca? —Sara susurró.—Les entregaré a Bruno y a Marco Harris, incluso así cada uno se quede con un pedazo…—Apártate Mila… —I
Sibel y Ana se levantaron cuando vieron llegar a Iván y a Mila a la casa, pero los ojos de Iván le enviaron un mensaje a su esposa.—¿Alexey? —Ana preguntó un poco preocupada—. Pensé que vendría contigo… tal vez… —pero Iván negó.—No… parce que tiene una charla privada y complicada, así como la que tendremos con esta chica… —Y Anastasia observó a Sibel, mientras Mila bajó la mirada como si sus pensamientos estuvieran en otro mundo.—¿Puedes prestarme un auto? —Sibel frunció el ceño ante la petición.—Claro…—Sora puede llevarte, si crees necesario… —Iván intervino.—Lo considero muy necesario, Alexey es impulsivo, debo irme… realmente siento irme así.Iván ordenó a Sora un auto y le pidió personalmente que llevara y esperara a Ana.Ana se subió al auto un poco temblorosa y marcó al número de Alex. Y aunque ella pensó que caería la llamada, él respondió al final.—Ana…—Amor… ¿Dónde estás?—No importa, estoy resolviendo un asunto, no te preocupes, quédate en la casa de…—¿Dime donde es
—Ni por nada del mundo te dejaré sola… —Es un tema que no tiene discusión… —Iván completó después de Mikhail, mientras Alexey observaba largamente a Mila. Los cuatro estaban encerrados en la biblioteca personal de la mansión, porque ella había decidido hablar de ello. —No estoy pidiendo permiso. Solo les anuncio, ustedes pueden hacer sus planes, también, además, el padre de Mauro, está insistente… —¿Y qué mierd@s nos importa? —Alexey preguntó y Mikhail se masajeó la cien. —Si nos importa Alex… —Mila se cruzó de brazos—. Ellos van a trabajar con nosotros en esto. Y ustedes no encontrarán a Bruno y a Marco por sus cuentas, ellos nunca se expondrían a ustedes… Iván frunció el ceño asintiendo. —¿Y tú gran plan es ir a exponerte sola? —Yo seré el señuelo papá… —Ni hablar… —Mikhail negó colocando su intensa mirada en Mila, y ella apartó sus ojos, porque tenía tanto de no abrazar a Mikhail que estaba completamente tensa. —Ustedes no son los únicos perfectos… —Todos torcieron los ojo
Los días pasaron rápidamente, y la mansión Vasíliev se convirtió en el epicentro de una actividad frenética, la tensión flotaba en el aire, pero Mila mostraba una determinación inquebrantable.Mientras Mila se reunía con informantes y trazaba estrategias, Mikhail la respaldaba en cada paso. Se movían entre sombras, coordinando cada movimiento con precisión sin que ella se diera cuenta.Y antes de entrar a una reunión todos juntos, con los italianos, Mila les dijo a los hombres señalándolos:—No quiero problemas… solo soluciones… —Mikhail sonrió una vez más, al ver cómo ella podía manejar a estos dos viejos cascarrabias.Y una vez que entraron, a una sala privada, de uno de los edificios de Mikhail, que estaba resguardado por los hombres de Mikhail y Mauro, todos se tensaron al ver a Lorenzo y a Mauro, con varios de sus hombres dentro.Y no faltó que Alexey les dijera.—¿Tienen que resguardarse?Lorenzo sonrió.—Tampoco es que somos pendejos…Mila miró a Mauro y le sonrió.—Hola…Mauro
—Señorita Vasíliev… ¿Qué tiene para decir? —Mila observó a un montón de reporteros y puso una mirada de cordero. —No mucho… se me acusó de algo en lo que no tengo que ver, pero aquí sigo, incluso, sé que mis líderes están en alguna parte resolviendo muchos temas, y podré hablar con ellos en cualquier momento… mientras tanto, sigo trabajando en mi hermosa organización para los más necesitados… Las preguntas vinieron como un rayo, y Mila parpadeó, sabiendo que este era el plan. —Entonces… ¿No culpa a los Harris? ¿Cree en su inocencia? —Mila frunció el ceño y negó. —Por supuesto que son inocentes, he trabajado con Marco Harris desde hace mucho, y conozco su forma de trabajo… tal vez hubo una desinformación en los medios, con respecto a los inversores, es otro asunto que cada uno de ellos arreglará. —¿Quiere decir que seguirá con los proyectos? —Claro que sí… pero es importante destacar que la mente de todo esto, es Marco Harris, y yo soy solo su aprendiz… Mila se movió estratégicam
Mila condujo por las calles de Roma con la mirada fija en la pantalla del GPS. El encuentro con Marco Harris estaba cada vez más cerca, y aunque intentaba mantener la calma, su mente se llenaba de puras conjeturas. Sin embargo, el sentimiento que más la embargaba, era ese fastidio que tenía en el pecho, porque iba a ver a la cara a Marco, el hombre en quien ella puso toda su confianza, y que incluso había admirado por años. Al llegar al lugar acordado, Mila se estacionó discretamente y observó a su alrededor antes de salir del auto. Se encontraba en una zona tranquila, y ella observó el mensaje en su celular para entrar a una especie de residencia. A medida que se adentraba en el edificio, Mila notó la presencia de hombres de seguridad que la escoltaban discretamente. La paranoia era un compañero constante en su vida, pero esta vez sentía que debía mantener la calma extrema. Cualquier paso en falso pondría todo en peligro. Alguien parecía estarla esperando cuando la pasó a una sala
La sala quedó en un silencio tenso después del disparo. Mila mantenía la pistola firmemente en su mano, apuntando a Bruno, quien sostenía su mano herida mientras su agitación podía escucharse por toda la sala. Mientras tanto, Marco la miraba con una mezcla de sorpresa y confusión, tratando de entender la repentina violencia de Mila. —¿Qué estás haciendo, Mila? —preguntó Marco, pero al mismo tiempo, viendo cómo los hombres de seguridad inundaban el lugar, apuntando a Mila. Mila se limitó a sonreír mirando de reojo, manteniendo la guardia alta. —¿Realmente me preguntas que estoy haciendo? Son demasiado hijos de put@… ¡Ustedes dos me traicionaron! Bruno miró a su padre, y Marco le envió una mirada fría. —Es un muy mal movimiento… Mila achicó los ojos. —¿De verdad? Realmente ahora creo que ustedes son demasiado idiotas… —Mátala… —Bruno gritó a uno de sus guardias, y Mila escuchó como algunas luces, se apagaron, y el lugar quedó con apenas unas lámparas. Su corazón se exaltó un po