Mila condujo por las calles de Roma con la mirada fija en la pantalla del GPS. El encuentro con Marco Harris estaba cada vez más cerca, y aunque intentaba mantener la calma, su mente se llenaba de puras conjeturas. Sin embargo, el sentimiento que más la embargaba, era ese fastidio que tenía en el pecho, porque iba a ver a la cara a Marco, el hombre en quien ella puso toda su confianza, y que incluso había admirado por años. Al llegar al lugar acordado, Mila se estacionó discretamente y observó a su alrededor antes de salir del auto. Se encontraba en una zona tranquila, y ella observó el mensaje en su celular para entrar a una especie de residencia. A medida que se adentraba en el edificio, Mila notó la presencia de hombres de seguridad que la escoltaban discretamente. La paranoia era un compañero constante en su vida, pero esta vez sentía que debía mantener la calma extrema. Cualquier paso en falso pondría todo en peligro. Alguien parecía estarla esperando cuando la pasó a una sala
La sala quedó en un silencio tenso después del disparo. Mila mantenía la pistola firmemente en su mano, apuntando a Bruno, quien sostenía su mano herida mientras su agitación podía escucharse por toda la sala. Mientras tanto, Marco la miraba con una mezcla de sorpresa y confusión, tratando de entender la repentina violencia de Mila. —¿Qué estás haciendo, Mila? —preguntó Marco, pero al mismo tiempo, viendo cómo los hombres de seguridad inundaban el lugar, apuntando a Mila. Mila se limitó a sonreír mirando de reojo, manteniendo la guardia alta. —¿Realmente me preguntas que estoy haciendo? Son demasiado hijos de put@… ¡Ustedes dos me traicionaron! Bruno miró a su padre, y Marco le envió una mirada fría. —Es un muy mal movimiento… Mila achicó los ojos. —¿De verdad? Realmente ahora creo que ustedes son demasiado idiotas… —Mátala… —Bruno gritó a uno de sus guardias, y Mila escuchó como algunas luces, se apagaron, y el lugar quedó con apenas unas lámparas. Su corazón se exaltó un po
Alexey miró a Bruno cuando su aliento era débil, y quiso que Iván estuviera presente para el espectáculo. Le pidió a uno de los hombres cerca que comenzara a grabar, y de vez en cuando giraba para encontrarse con la mirada de Lorenzo que tenía suficiente sangre en el rostro. —Eres un cerdo… a mí me da asco la sangre sucia… —Lorenzo rio. —Tú eres más sádico… ¿Grabas? Alexey alzó los hombros. —Iván y mi hijo no se lo pueden perder… —Algunos intestinos de Bruno comenzaron a salir, y Alexey sabía la fórmula para que aún siguiera con vida… Su boca se llenó de sangre, y en ese momento, le tomó el rostro. —¿Sabes que es lo mejor…? Que la puta fundación será de Mila… en resumen, nuestra… y ustedes solo tendrán un fatídico accidente en Roma… aplastados por un camión, donde solo quedarán las vísceras… Bruno se estaba ahogando en su propia sangre, y Alexey chasqueó sus dedos para que un hombre llegara con un iPad. —Muéstrale a Marquito primero… —Marco estaba ya casi en descenso cuando no
El silencio invadió la habitación después de la impactante revelación del médico. Mila se quedó paralizada, mientras que los demás intercambiaban miradas sorprendidas. Iván apretó la mandíbula con fuerza, procesando la noticia que acababa de recibir. —¿Embarazada? —susurró Mila, incrédula, como si pronunciar las palabras pudiera hacerlas más reales. El médico asintió con una sonrisa amable, ajeno a la tensión que se había instalado en la habitación. —Sí, señorita. Está esperando un bebé… Las lágrimas se acumularon en los ojos de Mila, y sus manos temblorosas se posaron instintivamente sobre su vientre. Era una mezcla abrumadora de emociones: el horror de lo que acababa de presenciar en el edificio, la alegría inesperada de la noticia del embarazo y el miedo por lo que podría deparar el futuro. Sin embargo, cuando ella giró hacia Mikhail, él se encontraba pálido. Mila esperó por unos segundos, y él no esperó por tomar su mano y negar. —No sabes lo feliz que eso me hace… —a Mila s
En la lujosa cabina, el silencio se rompía ocasionalmente por risas y comentarios cómplices entre los presentes. Iván observaba a Mila con ternura, mientras Alexey y Mikhail intercambiaban bromas sobre la futura paternidad.Mila se recostó en el cómodo asiento, acariciando suavemente su vientre. Aún le costaba creer que sería madre, y la idea de que el pequeño ser que crecía en su interior llevaría consigo la mezcla de su amor con Mikhail la llenaba de una felicidad indescriptible.Sin embargo, ella sabía de lo que estaban hechos, y ahora con su mando en la organización, y todo lo que venía de ahora en adelante, debía tener mucho cuidado.Porque para ellos, lo más importante era la familia.—¿Qué piensas? —preguntó Mikhail, notando la expresión soñadora en el rostro de ella, y Mila sonrió negando, tomando la mano de Mikhail.—Solo me pregunto cómo será todo a partir de ahora. Seremos padres, y hay tantas cosas que ni siquiera puedo imaginar.Mikhail besó su frente con suavidad.—Lo de
Los días pasaron muy rápidos para los Vasíliev y Kozlov, y a pesar de las disyuntivas, Mila y Mikhail salieron a la otra mansión para tener su tiempo a solas.Las noticias no se hicieron esperar a nivel mundial, y mientras Mikhail hablaba con Mauro por teléfono, Mila revisó en su Tablet, lo más destacado en Italia.Efectivamente, publicaron imágenes de la camioneta de Maro Harris, acompañado de su hijo en las calles de Roma, y como un camión los había arrollado, porque supuestamente se había quedado sin frenos.Describían que quedaron en estados irreconocibles, y solo las pruebas de ADN había dado con sus identificaciones, además de sus documentos así deshechos.Mila pasó un trago ante lo que leía, y luego pasó a otras páginas, donde se hablaba de la organización, y como asumía que ella pasaría a presidente de la misma.—Eso será fabuloso… —Ella se giró hacia Mikhail que apenas finalizaba la llamada y dejó la Tablet a un lado.—¿Era Mauro?—Si… llegará este fin de semana… está loco po
—¡Oye…! No entiendo qué quieres hacer… he caminado a ciegas durante mucho tiempo.—Siempre te encantó este lugar…—Pero no lo puedo ver… —Mikhail aún seguía atando la venda en los ojos de Mila, y dio unos pasos más con ella, sujetándola de la cintura.—Poco a poco… he arreglado algo para ti… —Le quitó la venda de los ojos, y Mila soltó el aire, al ver desde muy arriba, en su catedral favorita de Moscú, la inmensa plaza roja, totalmente decorada con luces, y rosas rojas.De hecho, desde su altura, ella podía ver cómo un río de rosas…—A que… ¿A qué se debe? —estaban exactamente en el campanario de San Pedro, y Mila se giró hacia él.—¿Te gusta o no? —Ella tenía los ojos nublados, mientras el aire ondeaba su cabello.—Es bellísimo… —ella intentó abrazarlo, pero Mikhail la giró de nuevo hacia la plaza roja, y de pronto, todo se apagó, las luces, los faroles, y todo lo que había alrededor—. ¿Qué está pasando? —Mila se aferró a sus brazos, mirando hacia todos lados, cuando de pronto, mucho
—¿Y cómo se siente ahora? —Mila observó al reportero y sonrió.—De maravilla… creo que tengo un equipo de trabajo como ninguno, y los proyectos que hemos ejecutado desde hace dos meses, han dado resultados inesperados…—¿Ser la presidente de una de las ONG más grandes del mundo, no será difícil ahora que está embarazada? —Y Mila sonrió más.—No estoy enferma… tengo un bebé en mi vientre… en el momento que requiera reposo, tendré gente a mi lado que seguirá haciendo el trabajo.Alrededor la aplaudieron, y Mila se quitó un poco de la mesa improvisada en el salón de reuniones, donde tenía la revista.Tenía un vestido de color piel junto con una chaqueta blanca, y unas sandalias medianas, ahora en sus casi cinco meses de embarazo ya se podía notarse el bulto de su vientre, pero ella se sentía más radiante y viva que nunca.—¿Viajará a África la próxima semana?Mila asintió.Pese a la negativa de toda su familia, solo quería inspeccionar el proyecto que se estaba desarrollando y se quedarí