Sibel y Ana se levantaron cuando vieron llegar a Iván y a Mila a la casa, pero los ojos de Iván le enviaron un mensaje a su esposa.—¿Alexey? —Ana preguntó un poco preocupada—. Pensé que vendría contigo… tal vez… —pero Iván negó.—No… parce que tiene una charla privada y complicada, así como la que tendremos con esta chica… —Y Anastasia observó a Sibel, mientras Mila bajó la mirada como si sus pensamientos estuvieran en otro mundo.—¿Puedes prestarme un auto? —Sibel frunció el ceño ante la petición.—Claro…—Sora puede llevarte, si crees necesario… —Iván intervino.—Lo considero muy necesario, Alexey es impulsivo, debo irme… realmente siento irme así.Iván ordenó a Sora un auto y le pidió personalmente que llevara y esperara a Ana.Ana se subió al auto un poco temblorosa y marcó al número de Alex. Y aunque ella pensó que caería la llamada, él respondió al final.—Ana…—Amor… ¿Dónde estás?—No importa, estoy resolviendo un asunto, no te preocupes, quédate en la casa de…—¿Dime donde es
—Ni por nada del mundo te dejaré sola… —Es un tema que no tiene discusión… —Iván completó después de Mikhail, mientras Alexey observaba largamente a Mila. Los cuatro estaban encerrados en la biblioteca personal de la mansión, porque ella había decidido hablar de ello. —No estoy pidiendo permiso. Solo les anuncio, ustedes pueden hacer sus planes, también, además, el padre de Mauro, está insistente… —¿Y qué mierd@s nos importa? —Alexey preguntó y Mikhail se masajeó la cien. —Si nos importa Alex… —Mila se cruzó de brazos—. Ellos van a trabajar con nosotros en esto. Y ustedes no encontrarán a Bruno y a Marco por sus cuentas, ellos nunca se expondrían a ustedes… Iván frunció el ceño asintiendo. —¿Y tú gran plan es ir a exponerte sola? —Yo seré el señuelo papá… —Ni hablar… —Mikhail negó colocando su intensa mirada en Mila, y ella apartó sus ojos, porque tenía tanto de no abrazar a Mikhail que estaba completamente tensa. —Ustedes no son los únicos perfectos… —Todos torcieron los ojo
Los días pasaron rápidamente, y la mansión Vasíliev se convirtió en el epicentro de una actividad frenética, la tensión flotaba en el aire, pero Mila mostraba una determinación inquebrantable.Mientras Mila se reunía con informantes y trazaba estrategias, Mikhail la respaldaba en cada paso. Se movían entre sombras, coordinando cada movimiento con precisión sin que ella se diera cuenta.Y antes de entrar a una reunión todos juntos, con los italianos, Mila les dijo a los hombres señalándolos:—No quiero problemas… solo soluciones… —Mikhail sonrió una vez más, al ver cómo ella podía manejar a estos dos viejos cascarrabias.Y una vez que entraron, a una sala privada, de uno de los edificios de Mikhail, que estaba resguardado por los hombres de Mikhail y Mauro, todos se tensaron al ver a Lorenzo y a Mauro, con varios de sus hombres dentro.Y no faltó que Alexey les dijera.—¿Tienen que resguardarse?Lorenzo sonrió.—Tampoco es que somos pendejos…Mila miró a Mauro y le sonrió.—Hola…Mauro
—Señorita Vasíliev… ¿Qué tiene para decir? —Mila observó a un montón de reporteros y puso una mirada de cordero. —No mucho… se me acusó de algo en lo que no tengo que ver, pero aquí sigo, incluso, sé que mis líderes están en alguna parte resolviendo muchos temas, y podré hablar con ellos en cualquier momento… mientras tanto, sigo trabajando en mi hermosa organización para los más necesitados… Las preguntas vinieron como un rayo, y Mila parpadeó, sabiendo que este era el plan. —Entonces… ¿No culpa a los Harris? ¿Cree en su inocencia? —Mila frunció el ceño y negó. —Por supuesto que son inocentes, he trabajado con Marco Harris desde hace mucho, y conozco su forma de trabajo… tal vez hubo una desinformación en los medios, con respecto a los inversores, es otro asunto que cada uno de ellos arreglará. —¿Quiere decir que seguirá con los proyectos? —Claro que sí… pero es importante destacar que la mente de todo esto, es Marco Harris, y yo soy solo su aprendiz… Mila se movió estratégicam
Mila condujo por las calles de Roma con la mirada fija en la pantalla del GPS. El encuentro con Marco Harris estaba cada vez más cerca, y aunque intentaba mantener la calma, su mente se llenaba de puras conjeturas. Sin embargo, el sentimiento que más la embargaba, era ese fastidio que tenía en el pecho, porque iba a ver a la cara a Marco, el hombre en quien ella puso toda su confianza, y que incluso había admirado por años. Al llegar al lugar acordado, Mila se estacionó discretamente y observó a su alrededor antes de salir del auto. Se encontraba en una zona tranquila, y ella observó el mensaje en su celular para entrar a una especie de residencia. A medida que se adentraba en el edificio, Mila notó la presencia de hombres de seguridad que la escoltaban discretamente. La paranoia era un compañero constante en su vida, pero esta vez sentía que debía mantener la calma extrema. Cualquier paso en falso pondría todo en peligro. Alguien parecía estarla esperando cuando la pasó a una sala
La sala quedó en un silencio tenso después del disparo. Mila mantenía la pistola firmemente en su mano, apuntando a Bruno, quien sostenía su mano herida mientras su agitación podía escucharse por toda la sala. Mientras tanto, Marco la miraba con una mezcla de sorpresa y confusión, tratando de entender la repentina violencia de Mila. —¿Qué estás haciendo, Mila? —preguntó Marco, pero al mismo tiempo, viendo cómo los hombres de seguridad inundaban el lugar, apuntando a Mila. Mila se limitó a sonreír mirando de reojo, manteniendo la guardia alta. —¿Realmente me preguntas que estoy haciendo? Son demasiado hijos de put@… ¡Ustedes dos me traicionaron! Bruno miró a su padre, y Marco le envió una mirada fría. —Es un muy mal movimiento… Mila achicó los ojos. —¿De verdad? Realmente ahora creo que ustedes son demasiado idiotas… —Mátala… —Bruno gritó a uno de sus guardias, y Mila escuchó como algunas luces, se apagaron, y el lugar quedó con apenas unas lámparas. Su corazón se exaltó un po
Alexey miró a Bruno cuando su aliento era débil, y quiso que Iván estuviera presente para el espectáculo. Le pidió a uno de los hombres cerca que comenzara a grabar, y de vez en cuando giraba para encontrarse con la mirada de Lorenzo que tenía suficiente sangre en el rostro. —Eres un cerdo… a mí me da asco la sangre sucia… —Lorenzo rio. —Tú eres más sádico… ¿Grabas? Alexey alzó los hombros. —Iván y mi hijo no se lo pueden perder… —Algunos intestinos de Bruno comenzaron a salir, y Alexey sabía la fórmula para que aún siguiera con vida… Su boca se llenó de sangre, y en ese momento, le tomó el rostro. —¿Sabes que es lo mejor…? Que la puta fundación será de Mila… en resumen, nuestra… y ustedes solo tendrán un fatídico accidente en Roma… aplastados por un camión, donde solo quedarán las vísceras… Bruno se estaba ahogando en su propia sangre, y Alexey chasqueó sus dedos para que un hombre llegara con un iPad. —Muéstrale a Marquito primero… —Marco estaba ya casi en descenso cuando no
El silencio invadió la habitación después de la impactante revelación del médico. Mila se quedó paralizada, mientras que los demás intercambiaban miradas sorprendidas. Iván apretó la mandíbula con fuerza, procesando la noticia que acababa de recibir. —¿Embarazada? —susurró Mila, incrédula, como si pronunciar las palabras pudiera hacerlas más reales. El médico asintió con una sonrisa amable, ajeno a la tensión que se había instalado en la habitación. —Sí, señorita. Está esperando un bebé… Las lágrimas se acumularon en los ojos de Mila, y sus manos temblorosas se posaron instintivamente sobre su vientre. Era una mezcla abrumadora de emociones: el horror de lo que acababa de presenciar en el edificio, la alegría inesperada de la noticia del embarazo y el miedo por lo que podría deparar el futuro. Sin embargo, cuando ella giró hacia Mikhail, él se encontraba pálido. Mila esperó por unos segundos, y él no esperó por tomar su mano y negar. —No sabes lo feliz que eso me hace… —a Mila s