Sara estaba llegando dos días después de la fiesta a un café a donde Mauro y ella desayunarían, y sonrió cuando lo vio esperándolo de pie en la mesa. —Cara… —Mauro… —Bella como siempre… Ambos se sentaron muy cerca en la mesa y pidieron el desayuno. —Mikhail salió esta mañana a Italia… Sara abrió los ojos. —¿Solo? —No te preocupes, está seguro… —No me dijo nada… ¿Cuánto tardará? —Dos días como mucho, se lo dirá a Mila cuando aterrice en Italia… —Sara asintió y probó su comida que ya estaba servida, pero inmediatamente Mauro recibió una llamada, y frunció el ceño al teléfono—. Lo siento, cara, dame un momento… —No hay problema… —Ciao… —Mauro frunció el ceño y se levantó de la mesa—. ¿Qué? ¿Cuándo? Sara dejó sus cubiertos, y pudo notar pro primera vez una cara de terror en Mauro mientras su piel se volvía pálida, y ella se levantó de golpe. —¿Qué pasa? —Envíame los enlaces ahora… intentaré contactar con Mikhail… —Mauro colgó la llamada, y rápidamente fue al chat del teléfon
Mila se miró las manos esposadas en un cuarto preferencial donde la había metido, y se limpió las lágrimas con el dorso de ambas manos cuando no pudo retener los sollozos.En su estado de conmoción, confusión y sobre todo de una rabia que la partía en miles de pedazos, ella alzó el rostro cuando un hombre entró.—Hay una nota que sacamos de su escritorio… —Mila frunció el ceño y negó.—¿Qué nota? —el policía la deslizó por la mesa, y Mila pudo leer de forma lenta.“Este es nuestro regalo para ti… besos” Bruno.Mila arrugó la nota y luego cerró los ojos con fuerza.—Tienen a la persona equivocada…—Lo veremos pronto… por ahora, pasará la noche en este lugar… —Mila abrió la boca con un nudo en la garganta y negó.—¿Ya puedo llamar a alguien?—Es su derecho…El policía salió y entró con teléfono inalámbrico en sus manos, y Mila marcó el número de Mikhail. No solo era para que supiera lo que estaba pasando, sino porque necesitaba expresarle que ella no sabía nada de esto, él no podía pens
La mansión de los Vasíliev estaba sumida en un silencio. Iván miró a su alrededor, como si estuviera evaluando cada rincón de su imperio. Luego, dirigió una mirada penetrante a Mila, cuyos ojos aún estaban hinchados por el llanto. La decepción en su rostro cortaba como un cuchillo afilado. —Iván… —Alex dijo muy bajo, y Mila miró a su padre—. Necesito hablar con Mila, a solas… Iván apretó la mandíbula, y se acercó mucho. —Yo tenía un trato con tu hijo… —Hablaré con Mila… —Que Alexey no tuviera gracia en su rostro, alertó a Iván, y aunque sabía que tenía cuentas que arreglar con Alex en privado, asintió. Todos entraron, Sibel tenía un rostro muy alterado, pero Iván le apretó los hombros. Mila miró directamente a Alexey cuando se quedaron a esas horas de la noche afuera, y abrió la boca, pero él alzó la palma. —No… —Por favor… yo soy la culpable… —Sé que no lo eres, y solo necesito que hagas una cosa. —Alex… Mikhail es… —Pero cuando Mila intentó decir algo, ellos fueron alumbra
Sara cerró la puerta y miró a Mila tomando su bolso, y haciéndose una coleta alta.—Es momento… acaban de salir… debemos irnosMila asintió también metiendo algunas cosas en su bolso, y luego tomó a Mila del brazo.—Sabrán que salimos… Alexey me dijo ayer que llamara a Mikhail para encontrarse con él.—No importa… vamos caminando, tomamos un taxi y luego otro… llegaremos a la suite de Mikhail… mi padre no sabe dónde queda, nadie, excepto tú y yo… Marco nos recoge en un punto y luego llegaremos allí, necesitamos hablar con él… Nunca puedes ceder a la petición de papá…A Mila le temblaba un poco la boca, pero le dolían los ojos cuando se puso delante de Sara.—¿Crees que Mikhail esté enojado conmigo?Y Sara frunció el ceño.—Incluso yo estoy enojada contigo, pero no es tu culpa, confías demasiado y…Mila negó para detenerla.—Ya no más… —Sara asintió en silencio, y ambas bajaron sin escuchar un solo ruido en la mansión.Literalmente caminaron hasta la salida, y ningún guardia las detuvo
Mikhail, Mila, Sara, Mauro, Alexey, Iván y Lorenzo Grimaldi se miraban unos a otros con una mezcla de desconfianza, ira y decepción. Las armas apuntaban en todas direcciones, creando una tensión palpable que amenazaba con explotar en cualquier momento.—¿Estamos dispuestos a matarnos entre nosotros? —Mikhail quiso atrapar a Mila cuando salió al frente y miró a Iván—. ¿Estás dispuesto a ver morir a tu hija?—Mila —Mikhail apretó, pero ella negó.—Y tu Alex… ¿Dejarías que maten a tu hijo solo por apuntar en la dirección equivocada?Mila tomó un arma de la chaqueta de Mikhail y apuntó hacia arriba, por primera vez sonando un disparo, mientras todos solo apenas se movieron.—Si alguno dispara… si alguno queda vivo, nunca perdonará al otro… yo les tengo una mejor salida…Mauro frunció el ceño y miró a Mikhail, entretanto Mikhail estaba confuso.—Mila… ¿Te has vuelto loca? —Sara susurró.—Les entregaré a Bruno y a Marco Harris, incluso así cada uno se quede con un pedazo…—Apártate Mila… —I
Sibel y Ana se levantaron cuando vieron llegar a Iván y a Mila a la casa, pero los ojos de Iván le enviaron un mensaje a su esposa.—¿Alexey? —Ana preguntó un poco preocupada—. Pensé que vendría contigo… tal vez… —pero Iván negó.—No… parce que tiene una charla privada y complicada, así como la que tendremos con esta chica… —Y Anastasia observó a Sibel, mientras Mila bajó la mirada como si sus pensamientos estuvieran en otro mundo.—¿Puedes prestarme un auto? —Sibel frunció el ceño ante la petición.—Claro…—Sora puede llevarte, si crees necesario… —Iván intervino.—Lo considero muy necesario, Alexey es impulsivo, debo irme… realmente siento irme así.Iván ordenó a Sora un auto y le pidió personalmente que llevara y esperara a Ana.Ana se subió al auto un poco temblorosa y marcó al número de Alex. Y aunque ella pensó que caería la llamada, él respondió al final.—Ana…—Amor… ¿Dónde estás?—No importa, estoy resolviendo un asunto, no te preocupes, quédate en la casa de…—¿Dime donde es
—Ni por nada del mundo te dejaré sola… —Es un tema que no tiene discusión… —Iván completó después de Mikhail, mientras Alexey observaba largamente a Mila. Los cuatro estaban encerrados en la biblioteca personal de la mansión, porque ella había decidido hablar de ello. —No estoy pidiendo permiso. Solo les anuncio, ustedes pueden hacer sus planes, también, además, el padre de Mauro, está insistente… —¿Y qué mierd@s nos importa? —Alexey preguntó y Mikhail se masajeó la cien. —Si nos importa Alex… —Mila se cruzó de brazos—. Ellos van a trabajar con nosotros en esto. Y ustedes no encontrarán a Bruno y a Marco por sus cuentas, ellos nunca se expondrían a ustedes… Iván frunció el ceño asintiendo. —¿Y tú gran plan es ir a exponerte sola? —Yo seré el señuelo papá… —Ni hablar… —Mikhail negó colocando su intensa mirada en Mila, y ella apartó sus ojos, porque tenía tanto de no abrazar a Mikhail que estaba completamente tensa. —Ustedes no son los únicos perfectos… —Todos torcieron los ojo
Los días pasaron rápidamente, y la mansión Vasíliev se convirtió en el epicentro de una actividad frenética, la tensión flotaba en el aire, pero Mila mostraba una determinación inquebrantable.Mientras Mila se reunía con informantes y trazaba estrategias, Mikhail la respaldaba en cada paso. Se movían entre sombras, coordinando cada movimiento con precisión sin que ella se diera cuenta.Y antes de entrar a una reunión todos juntos, con los italianos, Mila les dijo a los hombres señalándolos:—No quiero problemas… solo soluciones… —Mikhail sonrió una vez más, al ver cómo ella podía manejar a estos dos viejos cascarrabias.Y una vez que entraron, a una sala privada, de uno de los edificios de Mikhail, que estaba resguardado por los hombres de Mikhail y Mauro, todos se tensaron al ver a Lorenzo y a Mauro, con varios de sus hombres dentro.Y no faltó que Alexey les dijera.—¿Tienen que resguardarse?Lorenzo sonrió.—Tampoco es que somos pendejos…Mila miró a Mauro y le sonrió.—Hola…Mauro