Mila estaba tecleando rápidamente en su computadora, sentada justo en la silla de la oficina de Mikhail, y adaptando todos los archivos que Gary le había facilitado.Ella guardó el archivo, y luego soltó un suspiro mirando por el vidrio hacia la ciudad.Faltaba una semana para irse a Estados Unidos, y aunque no había informado de nada en lo absoluto a Marco sobre sus avances, sabía que su propuesta sería la bomba de toda la organización.Se recostó en su asiento y miró hacia toda la oficina.Todo allí era plano, Mikhail no acostumbraba a venir, y era Gary el que prácticamente se encargaba de todo.Cerrando los ojos y apretando su cuello, recordó aquel beso con el que incluso había tenido pesadillas. Sus fibras se removían cada noche cuando volvía a ese momento, y los ojos de Mikhail se habían incrustado en su cabeza de una manera cínica.—Señorita Mila… —ella saltó un poco, pero al ver a Gary sonrió.—Buenos días, Gary…—Buenos días… madrugó…Mila asintió poniéndose derecha.—Quería a
Mila se sintió incómoda bajo la intensa mirada de todos en la sala. Ana y Alexey intercambiaron una mirada significativa, y Mila tuvo la sensación de que estaban al tanto de algo que ella no sabía. Sin embargo, decidió ignorar las miradas y mantener la compostura.Mikhail, en cambio, quitó su mirada seria y de forma descarada, y todo lo sinvergüenza que era, barrió los ojos por toda ella, haciendo que el momento fuese más tenso que nunca.—Definitivamente, va a ser la sensación de la fiesta esta noche, baby…Los ojos de Mila se abrieron y Ana casi se atragantó.—¿Ustedes…?—Mikhail solo bromea… —Mila interrumpió rápido, y se acercó un poco—. Tenemos unos negocios andando y… ya saben cómo es esto. Lo acompañaré a la fiesta y varios de sus socios invertirán en mi organización…Ana asintió un poco más tranquila, pero Alexey se rio como un descarado.—¿Negocios? —dijo en tono burlón—. Eso es lo que todos los hombres décimos para…Inmediatamente, Mikhail le dio un codazo, y luego lo abrazó
El corazón de Mila latía con fuerza mientras observaba a Carla en la distancia. Estaba claro que la presencia de ellos juntos no pasaría desapercibida, y Mila sabía que la situación podría volverse explosiva en cualquier momento, y más con una persona como Carla. —¿Qué haremos? —preguntó Mila, nerviosa, mientras sentía la mirada penetrante de Carla sobre ellos, e incluso ella comenzó a caminar a su sitio. Mikhail la miró con confianza y le dio una sonrisa tranquilizadora. —Relájate, Mila… es solo Carla… —Tu novia, Mikhail… —ella intentó zafarse de su agarre, pero Mikhail apretó su mano y luego escucharon a Carla. —¡Mikhail…! —Carla… querida… Carla se puso derecha mirando de manera acusadora a Mila. —¿Qué diablos está pasando aquí? —preguntó sin contener su irritación. Mila siguió, mientras Mikhail sacaba algo de su chaqueta. Y Mila no pudo creer que era un puro que se llevó a la boca con tranquilidad. —No sabía que estarías aquí… espera, buscaré encender esto… —Pues estoy, M
Era como un fuego puro, ardiente y quemaba hasta los pensamientos…El pulso de Mila estaba desbocado, y su mente se debatía entre la confusión y la excitación extrema que le hacía perder la cabeza. La música estridente proporcionaba una especie de cortina sonora que ocultaba la intensidad de la escena que se estaba desarrollando entre ella y Mikhail.Y aunque ella intentaba recordarse a sí misma que todo era parte de un juego, las sensaciones que recorrían su cuerpo parecían desafiar cualquier lógica.Se sentía sin aliento ante la audacia de Mikhail. Sentir su intimidad tan cerca de su mano despertó un fuego interior que no podía controlar. Aunque sabía que debía resistirse, que esto no era más que un juego peligroso, era imposible ignorar la atracción que sentía por él.—Deja de jugar conmigo, Mikhail —susurró Mila, tratando de apartarse de él, pero Mikhail la agarró con fuerza, impidiendo que se alejara.—No estoy jugando, baby… —susurró él en su oído, enviando escalofríos por todo
Mila vaciló por un momento, mirando la mano extendida de Mikhail. Sabía que entrar a la mansión con él solo aumentaría la atracción que sentía por él y complicaría aún más las cosas. Sin embargo, también se sentía intrigada por lo que él tenía planeado. —Entonces, ¿qué decides, Mila Vasíliev? —preguntó Mikhail, con un tono que hacía que sus entrañas se removieran—. ¿Continuamos con la misión? Ella frunció el ceño y miró su mano. Finalmente, decidió tomar su mano y salir de la camioneta. Caminaron hacia la entrada de la mansión de Mikhail, que estaba iluminada por luces tenues. El aire fresco de la noche le acarició el rostro, pero el nerviosismo seguía presente en su cuerpo. Ambos siguieron hasta una sala, con grandes sofás, y Mikhail se quitó la chaqueta, para luego acercarse a ella y mirar su rasguño. —No fue mucho, pero me las pagará… —Está celosa, solo tus haces estas cosas… —Mikhail la miró. —¿Qué cosas? —Sales con una chica presentándola como tu “Novia” teniendo una novia
El silencio tenso se apoderó de la habitación mientras Mila esperaba la reacción de Mikhail. Sus ojos oscuros se estrecharon, y su expresión se volvió más seria, más asesina, pero Mila se mantuvo erguida, mirándolo directamente a los ojos, sin titubear. —¿El amante? —murmuró Mikhail, y sonrió de forma siniestra que dejaba entrever una mezcla de incredulidad y desafío. Mila asintió con determinación, sin apartar la mirada. Sabía que estaba llevando las cosas a un límite, pero necesitaba poner fin a la farsa. —Si queremos que esta farsa sea creíble, necesitamos llevarla al extremo —añadió Mila, manteniendo su postura. Y Mikhail la observó en silencio por unos segundos, como evaluando la autenticidad de sus palabras. Finalmente, soltó una risa baja y sarcástica. —¿Sabes una cosa? Primero mato al supuesto novio, antes de ser el amante… Jamás… escúchame bien, jamás lo haría… —Entonces, las condiciones son desiguales… Yo si tengo que… —Y Mikhail tomó su rostro en una sola mano. —Nunca
—Bienvenida cariño… —Mila recibió el abrazo de Sibel, y luego notó que su padre estaba muy callado, pero, aun así, fue hacia él para abrazarlo, y luego se giró.—Gracias, Sora, por buscarme en el aeropuerto…Él sonrió y dejó a la familia a solas.—¿Cómo está Ana y Alex?—Bien má, unidos como siempre, y te envían saludos. Dicen que tratarán de visitarlos pronto.—Me encantaría tener a Ana aquí… ¿Tienes hambre, puedo pedir que hagan algo para ti?Mila negó.—No, comí algo en el avión, fue un viaje agotador.—Por eso pienso tanto en viajar a Rusia, son muchas horas… y ya estoy vieja…—Mila torció los ojos y luego miró a Iván.Esta vez ella supo que había algo.—¿Está todo bien papá? —y él asintió.—Todo bien… descansa, mañana me gustaría que saliéramos a un lugar… —Mila miró a su madre, pero Sibel se hizo la desentendida.—Pá, mañana creo iré al trabajo, debo ponerme al día…—Bien, te llevaré, desayunaremos en tu lugar favorito, y tendremos unas palabras… es todo… —Iván salió de la sala,
El rugido del motor resonaba en los oídos de Mila mientras manejaba por las calles de la ciudad. El encuentro con su padre la dejó con un nudo en el estómago y una sensación de desesperación. Trataba de comprender las palabras que había escuchado en la cafetería, pero la realidad era abrumadora. Sus pensamientos se agolpaban, y el recuerdo de Moscú resurgía con fuerza.Al llegar a la organización, fue recibida con algunas caras sorprendidas, y otras sonrisas un poco disimuladas, sabía que había estado mucho tiempo fuera, y quizás Marco pensaría que no iba a salir con mucho, pero le encantaba la forma en que lo iba a sorprender.—¿Cómo es eso del favor? —Mila dio un brinco cuando alguien susurró muy cerca y al girarse se encontró con la sonrisa de Bruno.—Tú…—Y tú… estoy ansioso.—Te lo explicaré todo, pero debo ir a donde el jefe…Bruno era el hijo de Marco Harris, literalmente el segundo al mando de toda la organización, y una de las personas más cercanas a ella, después de Sara y S