LA ADHALIA NEGRA NARRADORY era cierto, Bárbara tenía toda la razón en tener tanto odio a aquella mujer porque al final, aquella mujer era la asesina de Asunción, la asesina de una mujer que su único mal fue haber confiado en Amelia como lo hizo. —Con esto ya no quiero seguir, escuchemos el plan de Amelia, por favor, Bárbara.Bárbara se levantó molesta de su lugar. Estaba harta, estaba harta de sentir cómo el corazón le quemaba, cómo tenía que seguir viendo a esa mujer frente a ella después de saber la verdad, ella era la hermana de Asunción, en su lugar quedó ella, una prostituta. Una maldita prostituta que no era nada ahí ni en ningún otro lado.— ¿Crees que puedes decidir aquí? ¿Crees que puedes tomar el lugar de mi hija? ¡Estás muy equivocada, querida Amelia! Nadie, nadie en esta vida será capaz de llenar el vacío que dejó mi niña, eso te lo juro, y lo mismo va para ti, Santiago Marín. Molesta, Bárbara salió de la junta.La realidad era que Amelia no sabía lo que debía de hace
LA ADHALIA NEGRA Por segunda vez los mismo preparativos. Alejandro había dejado libre a Amelia para hacer lo que ella quisiera cómo lo quisiera pero siempre con la condición de que le llevara la cabeza de Santiago en bandeja de plata. Mientras él vivía su vida de la mejor manera, mientras él se sentía cada vez más atraído por la misma mujer que parecía ser tan inocente pero al mismo tiempo, que sabía leer a los hombres al derecho y al revés debido al trabajo al que se dedicaba. Todo lo que quería era regresar a ese país con ella. El momento de dar el golpe final había llegado.Él no era ningún bastardo, él era el hermano de Santiago Marín, importaba más, importaba menos cómo eso sucedió Lo único que importaba es que él iba a reclamar lo que era suyo. Estaba harto de trabajar para los demás y siendo más específicos, estaba harto de trabajar para su propio hermano.—Tu viva va a cambiar de una manera que no va a cambiar jamás —dijo Alejandro besando las mejillas rosadas de Nata
LA ADHALIA NEGRA SANTIAGO Un maldita prostituta, una maldita hipócrita era lo que tenía frente a mí, porque incluso si ella era el ángel de la seducción, si ella era la perfecta Victoria de un hombre que buscaba siempre ganar, no lo iba a hacer conmigo.No sería fácil seguir adelante con esta batalla, no sería fácil llegar hasta el infierno y dejarla ahí sin que yo saliera lastimado pero no importaba, iba a tomar el riesgo. Iba a tomar el riesgo porque ella tenía una deuda conmigo difícil de pagar y cuyo costo no iba a ser uno que ella pudiera pagar con su vida porque la muerte ni la cárcel serían suficientes para ella. Ella merece morir en vida como yo he muerto, como Asunción murió antes de irse de este mundo.Quería dejarla ir, quería que se fuera de mi vida para siempre pero sabía también que tenía que detenerla en este momento. Esta era la puerta que yo decidía abrir para hacerla pagar por todo lo que hizo.Fue de esa manera en que me decidí por tomarla del brazo. Ella no iba a
LA ADHALIA NEGRA Sentimientos pesados en el corazón, un perdón que ella ya no logró escuchar, un te amo que siempre ella tuvo para Asunción, un te amo que ella jamás volvería a escuchar y un daño que quizá ella se fue sin poderle perdonar. Sintiendo que su cuerpo ya no funcionaba más, sintiendo como las piernas le iban a fallar en cualquier momento, Bárbara se dejó caer frente a la tumba de aquella niña a la que sus padres dejaron, a la que ella no pudo ayudar, a la que no le pudo entregar su promesa de reunirla con su hermana porque había preferido ocultarla al saber que Amelia había sido una prostituta.Un ramo de flores blancas que reposaba en su brazo derecho mientras en la mano llevaba la invitación de aquellos traidores. No había nada que ella pudiera hacer para detenerlos. Ellos, olvidándose de que Asunción alguna vez existió se iban a casar sin más.Santiago Marín y Verónica Amelia. Ellos no eran más unos malditos traidores. Unos malditos que iban a sufrir más de
LA ADHALIA NEGRA Con la mirada perdida en aquella fotografía, la misma sonrisa que él ya no pudo mantener en su rostro ni siquiera ante de morir porque de un momento él fue avisado que ella había fallecido en un terrible accidente automovilístico. ¿Cómo pudieron haber sido sus últimos segundos? ¿En qué fue lo que ella pudo haber pensado antes de morir? ¡Lo seguía amando hasta el final como ella dijo que prometía hacerlo! Seguramente ella se fue con ese amor sin saber que el corazón de Santiago había cambiado frente a una mujer que bailó detrás de un antifaz y que terminó siendo la mujer de Alejandro. La verdad era que todo eso ya debería de quedar atrás y ahora enfocarse en el presente y en el futuro, que sería en el futuro donde la haría pagar por todo el daño que le había hecho a su ex esposa. La asesina de su esposa, era todo lo que tenía en la mente.Sentado enfrente de su escritorio, estando en su despacho, Santiago no podía dejar de pensar en aquella mujer con la que es
LA ADHALIA NEGRA NARRADOR Tan pronto como aquella mujer de carácter fuerte salió de la oficina de aquel hombre, tomó los papeles dándose cuenta que nada en ella podía ser imperfecto, incluso hasta la manera de firmar era única. No sabía para qué la quería su padre pero lo cierto es que ya la tenía en su poder. Esa mujer iba a ser su mina de oro.Cuando estuvo seguro de que ella se había ido, sacó su celular del bolsillo de su pantalón y marcó el número de su padre.Del otro lado de la línea una risa, seguramente ya esperaba porque marcara su hijo y solo le diera buenas noticias que al final, es era a lo que estaba acostumbrado recibir de él. Su gran Víctor.— ¿Padre? —Preguntó Víctor. —Sí, hijo, ¿ya tienes lo que te pedí?—Justamente en mis manos, padre. La mujer que me pediste que te entregara ya ha firmado el contrato.Una vez más Víctor escuchó la risa de su padre del otro lado de la línea. Sabía que su hijo no le podía fallar, sabía que su hijo haría todo por él sin importar d
LA ADHALIA NEGRA AMELIA Colores que se difuminaban en el lienzo perfecto del rostro, pestañas largas que parecían cubrir el sol, labios delgados perfectos que eran pintados de color rojo, el cabello ondulado que era perfectamente peinado para de esa manera, poder colocar el velo de la mejor manera. Un velo que no era más que un accesorio que usaba yo.Había perdido la cuenta de las veces que lucía así de hermosa aunque debía decir que justamente hoy, había algo diferente en la luz de mis ojos. Siete mujeres detrás de mí que corrían de un lado a otro. Ahora me daba cuenta que todo tiene una razón de ser y que todo sufrimiento en esta vida tiene su recompensa. Para el mundo ya no era más la Adalia negra que bailaba en las noches y terminaba en los brazos de quien mejor le pagara, ahora para el mundo era Amelia, la modelo del momento y la prometida de Santiago Marín. Iba a ser su esposa finalmente. Facundo junto conmigo había ganado esta batalla.— ¡Ay, eres una belleza, pedacito d
LA ADHALIA NEGRA Con la mirada perdida en aquella fotografía, la misma sonrisa que él ya no pudo mantener en su rostro ni siquiera ante de morir porque de un momento él fue avisado que ella había fallecido en un terrible accidente automovilístico. ¿Cómo pudieron haber sido sus últimos segundos? ¿En qué fue lo que ella pudo haber pensado antes de morir? ¡Lo seguía amando hasta el final como ella dijo que prometía hacerlo?La verdad era que todo eso ya debería de quedar atrás y ahora enfocarse en el presente y en el futuro, que sería en el futuro donde la haría pagar por todo el daño que le había hecho a su ex esposa.Sentado enfrente de su escritorio, estando en su despacho, Santiago no podía dejar de pensar en aquella mujer con la que estaba casado.A su mente llegó un recuerdo. El recuerdo que más le seguía doliendo en el alma. La policía, los paramédicos, gente desconocida y otras tantas personas estaban ahí. Era difícil meterse en ese campo en el que ocurrió todo, decidiero