Kereem…No sé cuánto tiempo tenía aquí sentado viéndola dormir. Tal vez un par de horas, o muchas, pero no podía perderme los detalles.Me excitaba solo ver las marcas de mis manos en su piel, el saber que, a pesar de todo, solo mis manos la tocaban, y la poseían. El saber que abarcaba todos sus pensamientos, y que solo mirarla la encendía, hacía que mi parte más inconsciente, más retorcida, se alimentara de una forma abismal y sin límite.Pasé un trago cuando pasé la mano por mi rostro y luego vi cómo la pantalla de su teléfono se encendió.Mi ceño se frunció para ver la hora. Ya eran las seis de la mañana, y allí el sonido de su alarma.Noté como ella no se levantó de forma suave. Se sentó de golpe para tomar su celular y fruncir el ceño.Sabía ahora lo que pensaba, nunca se levantaba tarde, ni siquiera esperaba que la alarma se encendiera, pero era evidente que estaba agotada. Por mí.¿Y cómo? Yo aún estaba sediento de ella en mi forma más básica.Entonces, sus ojos se posicionaron
Zahar…El aire en la oficina de Víctor Branson se sentía pesado, y bastante tenso. Eso, sumando al hecho de que mañana por la mañana estaría esperando a Kereem de nuevo y vendría a tratar de explicarle a Víctor, algo que no sabía ni como dimensionar.Además, Kereem no estaba colaborando, cada una de sus palabras, por muy cortas que parecieran, se escuchaban y sentían como un martillo, estableciendo los límites de su control. Podía sentir su presencia a mi lado, dominante, casi sofocante, mientras él le sostenía la mirada a Víctor, y mi jefe afirmaba como si lo respetara. Sin embargo, esta calma apretada de Kereem, era muy evidente para mí, una posesividad que no podía ignorar.Víctor le mostró un asiento, y luego él se fue a rodear la mesa para desabotonar su chaqueta. Estaba un poco enigmático, como siempre, con una ligera sonrisa disfrazada y mirando como si me hiciera mil preguntas a la vez.Toda esta situación la hubiese manejado mejor sola, pero cada vez que sentía la mirada de
Zahar…El eco de nuestros pasos resonaba en el pasillo mientras caminábamos hacia la salida totalmente en silencio, hasta que el ascensor se abrió y juntos pasamos, para ver las puertas cerrarse.Mi corazón latía con fuerza, y no era precisamente por la conversación con Víctor. La energía de Kereem me dejaba agotada, su intensidad, era como un fuego que me envolvía sin remedio.—¿Por qué hiciste eso? —pregunté en un murmullo, sin mirarlo.—¿Hacer qué? —respondió con falsa inocencia, aunque el brillo en sus ojos oscuros delataba que sabía exactamente a qué me refería.—Esa demostración de poder frente a Víctor. Hablaste como si ya tuvieras control total sobre mí. Se supone que estamos ejecutando un plan.Entonces, me aprisionó en el ascensor, y miró mi boca.—Se detuvo de golpe, sujetándome del brazo con suavidad, pero con firmeza.—Porque lo tengo —susurró, con una convicción que me dejó sin aire. Su mano subió lentamente hasta mi rostro, acariciando mi mejilla con el pulgar—. Es neces
Zahar…Lo único que podía procesar mi mente ahora era que, sí, podía sentir los fluidos de Kereem entre mis piernas mientras caminaba, y en vez de darme vergüenza, solo me entusiasmaban más.No tardé en llegar a la oficina de Víctor cuando di los toques, y su voz áspera me alertó un poco.—Adelante.—Disculpa si interrumpo —me asomé y lo vi con el teléfono en su oreja y negó para decir algo por lo bajo.—No, entra, ya estaba terminando.Di un asentimiento, pero no me senté.—Siento decirte que me voy, pero debo arreglar asuntos. Le enseñé la empresa al señor Abdalá y traté de ponerlo al día. Alessia también se ofreció a…—Siéntate un momento, Ana.Intenté decirle que no era posible, lo menos que quería era ver a Kereem aquí en cinco minutos.—Víctor, por favor…—Solo será un minuto —tomé la aspiración, caminé y me senté en la silla mientras mis mejillas se pusieron rojas—. ¿Estás bien? Estás tan tensa que solo puedo pensar lo peor. Desde que llegó ese tipo tú…—Estoy bien —lo corté—.
Zahar…La noche transcurría lenta, envuelta en un silencio que pesaba sobre mi pecho como una losa. Kereem estaba a mi lado, o yo estaba encima de él, desnuda y con sus manos en mi cintura, mientras sus dedos se esparcían por mi espalda.Me había prometido no derrumbarme, no hacer de esta despedida un lamento, pero cada segundo que pasaba, cada respiración entrecortada, me recordaba que en cuestión de horas él ya no estaría aquí.No quería que se fuera.—Zahar… —Su voz era un susurro grave, cargado de una emoción que rara vez dejaba ver.Lo miré, tratando de grabar en mi mente cada detalle de su rostro. Sus ojos oscuros, su mandíbula tensa, sus labios que tantas veces me habían marcado con su devoción.—Cuídate más de la cuenta —me pidió, acariciando mi mejilla con ternura.—Siempre lo hago —susurré, aunque mi voz sonó quebrada.Él deslizó sus dedos por mi cuello, bajando hasta entrelazar su mano con la mía.—Queda mucho camino —murmuró—. Esto apenas comienza y no subestimo a mis enem
Kereem…El aire del aeropuerto definitivamente fue una mezcla de humedad y asfalto caliente, algo que me decía que, era real que estaba en Riad. Al bajar del jet privado, tomé un segundo para inhalar profundo, dejando que el peso de mi regreso cayera sobre mis hombros. No era la primera vez que volvía de algo importante, pero esta vez era diferente. Había dejado a Zahar, y la impotencia que tenía, no podía describirla.Saber que no todo lo podían controlar mis manos, y que mis ojos no estarían encima de ella todo el tiempo, me jodía la existencia.Ajusté mi chaqueta, caminé en pasos firmes hasta la camioneta y visualicé que Asad estaba tenso.—No, y no, y si digo que las jodidas líneas no se mueven de su espacio, no se mueven —lo escuché decir, y cerré la puerta.Había tenido más tensión de la habitual estas últimas semanas, ambos presentíamos que algo grande se avecinaba, y era evidente que mi salida, les daría un poco de tiempo y estrategia a los enemigos.Pero no podía quedarme aq
Kereem…A veces trataba, pero no podía. Se había hecho más fuerte, se había hecho increíblemente insoportable de sostener, y sobre todo de tolerar. Tenía que retirar sus manos, lo necesitaba porque sencillamente no podía respirar.Era sofocante, alarmante y extremadamente insoportable esta sensación que se había vuelto un martirio.Así que me retiré de su toque, mientras trataba de mantener la compostura. Odiaba que ella hubiese dicho lo del atentado. Ahora solo podrá observar cómo Janna me miraba con el ceño fruncido, mientras sus labios estaban una línea tensa. La habitación, que segundos antes había sido un santuario de paz, ahora se sentía sofocante.—¿Qué ataque? —repitió Janna con una voz firme mientras sus ojos buscaron respuestas en mi rostro.Solté un suspiro y le dirigí una mirada fugaz a Sanem antes de responder.—No fue nada grave. Una emboscada en la carretera, pero estamos bien. Lo resolvimos rápido.Sanem me sostuvo del brazo con fuerza.—No minimices lo que sucedió, Ke
Zahar…Tecleé de forma perezosa ajustando los últimos movimientos y coloqué el auricular en mi oreja sin encenderlo.En la pantalla apareció toda la información, solo porque había configurado mi rostro frente a ella, así que di un bostezo, porque eran las dos de la mañana. Miré mi taza de café vacía y me levanté, mientras escuchaba como el aparato iba sincronizando todo.Miré la cafetera viendo cómo la línea de café comenzaba a llenar la taza, y volví a bostezar hasta que un clip en mi oído me indicó que la sincronización había terminado.La diferencia horaria entre Londres y Riad era de tres horas, así que ahora mismo, eran las 11 de la noche, es esa parte del mundo.“Localizando los puntos”Escuché por el auricular y sonreí. Si no era Asad, Kereem tenía el auricular. Me pregunté si también le faltaba el sueño, y moría por saber qué hacía en este preciso momento.“Zona de peligro”Mi ceño se frunció y mi corazón dio un leve pinchazo. Tomé la taza de café llena y volví a la computador