CAPÍTULO 104

—¿Kereem? —sus ojos se abrieron de golpe, y un fuerte rayo de luz le invadió la cabeza—. ¿Cómo llegaste a esto?

Sus ojos trataron de parpadear, pero luego vio de forma borrosa a su hermana Janna.

Ella estaba sentada a los pies de su cama y Kereem pudo notar solo hasta ese momento que su vientre ya era una bola sobresaliente.

—¿Qué te paso?

Él trató de sentarse, pero todo le dio vueltas.

—¿Y por qué estás en esta habitación? Tardé demasiado en encontrarte…

Kereem miró a su alrededor. Era una habitación de invitados, y más precisamente la habitación que Zahar habitó cuando vivía en el palacio.

—¿Cuándo dejarás de hacerme tantas preguntas?

—Queremos comer juntos, y eso, esto hablando del almuerzo. Son las once de la mañana… —él se tomó la cabeza y negó.

—No puedo creer que haya dormido tanto.

—Y no está mal, lo necesitas. Solo no sabía que habías bebido hasta perder la conciencia.

Kereem se sacudió un poco y luego restregó su rostro para volver a mirar el vientre de su hermana. E incluso
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