Kereem—Podemos ver literalmente que están en las cenizas… —Miré a Emré que decía muy seguro, mientras un comité de Estados Unidos lo miraba con respeto.—Realmente estamos impresionados con sus estrategias. Nos preguntamos si el fuego cesará, podemos extraditar a…—No. —Lo dije seco y rotundo. Era un gran no, nadie se llevaría a los hijos de put@ que habían sido parte de este golpe. A Alí le faltaba mucha vida por sufrir, así invirtiera dinero inyectándole suero y sangre de cualquier animal para que sobreviviera a mis descargas.El agente Smith, que era el jefe de la inteligencia en esta zona, me miró y asintió con respeto, pero agregó algo.—Solo no dejemos secuelas, estoy seguro de que si dejamos que ellos agarraren fuerzas, el asunto se complicaría.—Las secuelas las hay —intervení de nuevo—. Aún vamos detrás de la mente de todo esto.—Eso sin mencionar que ya tenemos informes de algunos cursos financieros. Nuestro enemigo es inteligente. Siempre utiliza señuelos, pero para ser má
Zahar.Tuve que pagar un taxi para el evento, y cuando llegué, tomé el aire ante lo bello que se veía el paisaje en Londres por la noche.El museo era esplendoroso, su arquitectura exquisita, y sí, como había dicho Morrison, había un protocolo preparado, y estaban pidiendo la tarjeta de invitación a la entrada.—¿Es empleada? —la mujer revisó mi tarjeta cuando se la di, y luego escaneó mi imagen deteniéndose por un momento.—Soy la asistente del señor Morrison —ella arrugó la cara, como si no lo conocieran, pero luego escaneó la tarjeta en un aparato, y dijo:—Los empleados, o asistente, o como quieres llamarlo, no pueden entrar a la zona VIP de la gala, así que espera a tu jefe donde puedas. Tal vez allí… —ella apuntó un rincón de la sala que decía recepción del evento, y luego solté el aliento para mirarla directamente.—Está bien.Entré con confianza mirando por doquier y me quedé embelesada en algunas figuras y cuadros que había en el comienzo y luego mi teléfono vibró.Era el señ
Zahar.Si alguien pensaba que era una perr@ despiadada por pensar como zafarme del viejo Morrison, y buscar otro horizonte, le tenía una respuesta contundente; si lo era.No sé si sentía pena ajena por él, pero ya no era normal que la gente lo mirara como si se había equivocado de sitio y yo ya estaba ansiosa de saber que esta noche, a diferencia de lo que pensaba, no iba a poder conseguir nada a su lado.El tal Víctor Branson, se había extinguido en medio de adulaciones, presentaciones, y gente felicitándolo por todo y por nada. Desde hace más de una hora que no lo veía por ninguna parte, y el viejo Morrison no me dejaba respirar tratando de hacerme saber cuánto dinero ganaba cada hombre de la sala.Una lástima esta noche, y el tiempo desperdiciado.—Ha sido una noche fabulosa —parpadeé incrédula y solo vi una lista de empresarios en mi pantalla, que él me dijo que anotara, para crear un esquema de todos los teléfonos que debía llamar el lunes por la mañana—. Creo que hemos terminado
Zahar.No recorrimos mucho dentro del auto, este hombre dio instrucciones precisas, y luego noté que nos detuvimos en un tipo de restaurante en forma de bohío, pero muy elegante.—Me gustaría discutir esto en la oficina, pero, podemos desayunar algo.Asentí sin complicarme mucho, y él abrió la puerta.Extendió su mano para ayudarme a salir, y la acepté a medias.Sentí cómo posicionó su mano en mi espalda para dirigirme, pero fui muy rápida en quitarme de su toque caminando rápido, y uno de sus hombres nos apuntó un lugar.Desde esta gran ventana podía verse el puente. El lugar era surrealista.—Puedes pedir lo que quieras —asentí sin sentirme amedrentada por su riqueza, e hice la petición a una mujer elegante que nos atendió.Después de eso, nos sirvieron té, chocolate, y algunas entradas, mientras esperábamos nuestro desayuno.La sonrisa de Víctor me causó extrañeza, y aunque no era una tonta, sabía que el 90 % de esta reunión, era porque estaba concentrado en mi apariencia.—¿Qué ti
Zahar.La reunión con Víctor Branson fue solo el comienzo. Sabía que estaba entrando en un mundo completamente diferente, uno donde las oportunidades y los desafíos se entrelazaban de maneras que nunca había imaginado. Cuando él se fue, solo caminé unas cuadras, para meterme a un centro comercial, mientras llamé a Lidia con urgencia.—¿Ana?—Hola…—¡Dios, chica, ¿dónde te has metido?!Me senté en un sillón mirando una fuente de agua, mientras miraba la tarjeta de Víctor Branson.—¿Qué dijo el señor Morrison?—Nada, él no ha venido, y llamó para avisar que solo estará aquí en la tarde. Preguntó por ti, pero le dije que estabas subida en una silla limpiando el polvo de un estante.Tuve que apretar mi boca, Lidia merecía el cielo.—Gracias —solté el aire y negué—. Hay algo…—Solo ven antes de que el señor Morrison llegue.—Iré ahora mismo, solo, necesito leer un documento, e iré a hablar contigo.Hubo un silencio desde el otro lado, y supe que ella estaba pensando que me había vuelto loc
Zahar.Llegar a casa unas horas antes de lo que tenía en mi rutina, se sintió extraño y cuando me desnudé para darme un baño largo, no pude evitar mirar mi cuerpo en este espejo del baño.Miré mi vientre plano y lo toqué en una caricia.“Mia, me perteneces, y siempre será así”Mis ojos se cerraron con fuerza, y luego las imágenes comenzaron a volar en mi cabeza. Aquellas marcas que siempre estaban cada mañana que me miraba al espejo, incluso el dolor de ellas.Pasé un trago duro, y me metí en la regadera, no sé si Kereem estaba pensando en mí como yo en él, pero a veces sentía que mi alma iba de mal en peor.Estaba por tomar un vestido, cuando cambié de parecer. Necesitaba darle un mensaje directo a Víctor Branson, así que tomé unos pantalones de bota ancha, de vestir, y clásicos color crema. Unas sandalias altas, una blusa rosa, y una chaqueta que hiciera a juego.Como él dijo, alguien vino por mí, y por cómo esperé, se trataba de un restaurante de lujo, con grandes ventanales, que s
Kereem.Recosté mi cabeza en el asiento y tiré los papeles que tenía en la mano. Entonces desajusté mi corbata y solté el aire.Cada día que pasaba, era como una pérdida para mí. Cada día era una tortura, y estaba llegando al punto en que no podía soportarme a mí mismo. Cerré los ojos y recordé la conversación de días anteriores con Sanem, y luego negué.—¿De qué estás hablando?—Es nuestra última oportunidad…Recordé cómo tiré la silla, cuando la sangre se me calentó y aceleró al mismo tiempo. La rabia removió mis bases. Recordé cómo fui hacia Sanem y casi pegué mi rostro con el de ella.—Por no querer aceptar este trato, es la consecuencia de que estamos aquí. Como un par de desconocidos.Sanem dejó caer las lágrimas y atrapó mi rostro.—Por favor, Kereem, tratemos de recoger los escombros. De construir nuestra vida, podemos hacerlo.¿Podía hacerlo? Claro que no. Estaba muerto en vida, y solo vivía para vengarme de toda la traición que nos habían hecho. Para vengar a mi madre, para
Kereem.Miré el suelo mientras el agua se deslizaba a mis pies. Había tenido que venir a la regadera, o sencillamente iba a explotar de todas las formas.Pegué mi frente a la loza y cerré los ojos cuando todos los conflictos se arremolinaron en mi cabeza, generando el caos que sabía es lo que tenía en la vida.Y la vi a ella, la vi mirándome con esos ojos devastadores, con esa boca sugerente, y sus movimientos sobre mí.«Kereem…»Podía recordar. Esta incontinencia me tenía enfermo, sediento, como un maldit* que se desesperaba por volver a tocarla, a apretar su boca y hacerle saber que independientemente de lo que pasara, ella era mía.Bajé mi mano a mi anatomía, palpitaba solo de pensar que podía llegar a verla después de tantos meses, y no evitar pensar que mi tacto era el de ella. Y necesitaba hacerlo, por muy enfermo que pareciera, necesitaba sacar al menos parte de mi frustración.Moví mi mano sobre mi anatomía y solo cerré los ojos, Zahar era la culpable de llevarme a este límite