UN JEFE GUAPO.
UN JEFE GUAPO.

TRES DÍAS DESPUÉS…

Elara y Sara compartían una tarde llena de risas junto a la pequeña Rose, quien, cuando de repente, la puerta se abrió y lo que parecía ser una montaña de peluche blanco se asomó. Era un oso polar gigante, tan grande que parecía haber escapado de un cuento de hadas. Rose parpadeó varias veces, incrédula, preguntándose si todavía estaba soñando.

― ¿Eso es para mí? ―preguntó con voz temblorosa, dirigiéndose a Elara.

―No lo sé, yo…

Elara estaba tan sorprendida como Rose y se disponía a investigar el misterio del oso cuando Nathaniel apareció detrás del peluche, con una sonrisa juguetona.

― ¿Tú eres Rose Vance? ―preguntó con una voz que sonaba como música.

―Sí… soy yo ― respondió la pequeña.

―Bueno, señorita Vance, esto es para usted ―dijo Nathaniel, acercándose a la cama con el oso.

Rose miró a Elara buscando confirmación. Al recibir una sonrisa tranquilizadora, extendió sus brazos lo más que pudo para abrazar al peluche.

―Gracias, pero ¿quién e
Paulina W

Aprovecho para decirles que nos acercamos al final de la historia. ¡Un besote!

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