xoxo
TODO EN TU CONTRA. Regina jugaba con Rose, el sonido de los bloques de madera chocando entre sí creaba una melodía infantil en la habitación. La paz de la tarde fue interrumpida cuando el ama de llaves entró con el teléfono principal en la mano. ―Señora, es su hijo Nathaniel. ―anunció, extendiendo el aparato. Regina se apresuró a contestar. ―Hijo, ¿qué pasa? ―Mamá, ¿Elara está ahí? ―preguntó Nathaniel con urgencia en su voz. ―No, salió hace un momento, ¿por qué? ―respondió Regina, una nota de preocupación en su tono. ―La estoy llamando a su celular y no contesta, me envía directamente a la operadora. Regina miró a Rose, que seguía absorta en su juego de construcción, y respondió con calma. ―Dijo que iría a ver a Sara, su amiga. Quizás si la llamas puedas hablar con ella. Nathaniel suspiró al otro lado de la línea. En realidad, quería hablar con Elara para invitarla a cenar y compartir las buenas noticias que tenía a pesar del caos en su vida laboral. ―Sí, llamaré a Sara. Adi
UN CORAZÓN DECEPCIONADO. Elara estaba en la habitación, la frescura de su crema nocturna aún en la piel, cuando la puerta se abrió. Nathaniel apareció en el umbral, su rostro inexpresivo, pero sus ojos azules revelaban un profundo dolor que había robado su brillo. ―Mi amor. ―dijo ella, acercándose con una sonrisa que se desvanecía ante su silencio. Nathaniel no dijo nada, simplemente la observaba, su mente atormentada por imágenes que lo hacían sangrar por dentro. Elara notó el sobre en su mano. ―¿Qué es eso? ―preguntó con una mezcla de curiosidad y preocupación. Nathaniel la miró, perdido en sus pensamientos, preguntándose qué había hecho mal. ¿Qué había encontrado Elara en Zayd que él no tenía? La ira dio paso a la tristeza y a las inseguridades, y se preguntó si Zayd le había prometido algo que él nunca podría darle: libertad. ―Nathaniel… ―susurró Elara, percibiendo el cambio en él. Sus ojos ya no brillaban como antes. Él dio un paso adelante y la abrazó con fuerza, un gesto
UNA GUERRA SIN CUARTELCon Nathaniel sentado en su oficina, el investigador le entregó la información que había recopilado. Al abrirla, su corazón se detuvo al ver el nombre de Elara en la hoja. Sus ojos se clavaron en el hombre, esta vez llenos de ira.―¡¿Qué significa esto?! ―exclamó, dejando salir toda su rabia contenida.―Lo lamento, señor, pero es la información que obtuve. ―respondió el investigador con cautela. ―Investigué a todos los empleados cercanos a la planta ejecutiva, y en ese entonces la señorita…―Señora. ―lo corrigió Nathaniel con firmeza. ―señora Cross.―Sí, señor… la señora Cross aún trabajaba como su asistente. Confirmé que recibió una fuerte suma de dinero en su cuenta personal, no la que está ligada a la empresa. También descubrí que ella era quien más estaba involucrada en los proyectos de la empresa; como su asistente tenía libertad total para acceder a toda esa información.Nathaniel se quedó mirando el nombre de Elara como si le quemara. Su respiración se hi
EN DEFENSA PROPIA.Elara correspondió el beso en un principio, pero luego se recordó en la situación en la que estaban y lo apartó.―No, Nathaniel, tenemos que hablar, ¿de acuerdo?Pero Nathaniel interpretó su gesto como un rechazo y la furia dentro de él creció.―¿Qué? ¿Ahora me rechazas? ¿Es por él? ―gruñó enfadado.Elara respiraba agitada y asustada.―Nathaniel, ¡déjame hablar, ¿de acuerdo?! Estás tomado, y no estás en tus cinco sentidos, hablemos mañana.―¡No! ―gritó perdiendo el control. ―quiero hablar ahora, ¡ahora mismo! Eres una descarada, que se atreve a hablar con su amante en mis narices, ¡¿quién demonios piensas que soy?!Elara controló su propia rabia, comprendiendo que él estaba, además de bebido, dejando salir su dolor.―Zayd no es mi amante. ―dijo manteniendo la calma. ―Y si estábamos hablando era porque…―Le diste mi proyecto. ―la interrumpió Nathaniel con una voz cargada de acusación. ―le diste mi proyecto a tu amante.La tensión entre ellos era palpable, como una cue
UN PLAN EN MARCHA.Nathaniel no había podido concentrarse durante toda la mañana; las palabras de Elara seguían resonando en su cabeza y la semilla de la duda se había instalado en su pecho.«¿Y si ella tiene razón? ¿Y si todo es un plan para separarnos?»Pero cuanto más lo pensaba, más se repetían las imágenes de ella y Zayd en su mente, haciendo que la ira llenara sus venas. Un golpe en la puerta lo sacó de sus cavilaciones.―¿Cómo estás? ―Daniel cerró suavemente la puerta y caminó hacia él.―Nada bien. ―dijo Nathaniel suspirando.―No, eso queda claro, se te nota. No voy a preguntarte, sé que en su debido momento me contarás, pero esto creo que te interesa muchísimo.Las cejas de Nathaniel se fruncieron.―¿Qué es?―La información del padre de Elara.Esto captó la atención de Nathaniel por completo. Daniel no lo hizo esperar y comenzó a hablar.―Esteban Vance, trabajaba en Industrias Cross.―¡¿Qué?! ―exclamó Nathaniel sorprendido.―Así como lo oyes. ―dijo Daniel con total seriedad. ―
UN ODIO PROFUNDO.En la oficina, Daniel miraba a Nathaniel sin entender.―¿Vengarse de qué, Nat?Él se puso de pie y caminó hacia la caja fuerte, sacó una carpeta y se la entregó.―Jonathan me dio esta información. ―dijo con voz dura. ―el padre de Elara no murió en un accidente de coche, su auto fue saboteado. Allí encontrarás toda la investigación que hizo Jonathan, y… Cómo mi padre está indirectamente vinculado con el accidente.Los ojos de Daniel se abrieron mientras leía.―Joder, esto es… ―Alzó la cabeza y miró a su amigo. ―¿Por qué no habías dicho nada?―¿Crees que es fácil? Cuando me enteré apenas y pude disimular delante de ella. Mi padre. ―gruñó. ―mi padre tuvo que ver con la muerte de los padres de Elara.Daniel se puso de pie y dejó la carpeta sobre la mesa.―Tiene que haber una explicación, Nat. ¿Por qué lo haría tu padre? Uno no despierta queriendo desaparecer a alguien así no más.Nathaniel caminó de un lado a otro, frustrado y confundido.―No lo sé, Daniel. Lo único que
TRAGARTE TUS PALABRAS. Esa noche, Nathaniel caminaba de un lado al otro frente a la puerta, después de escuchar a su amigo, decidió tomar el consejo, y, a decir verdad, Daniel tenía razón. No quería perder a Elara, ella era la mujer de su vida. Finalmente, después de llenarse de valentía, giró el pomo de la puerta solo para encontrarla cerrada. La agitó varias veces y este no cedió. Del otro lado, Elara miraba el paisaje nocturno en el balcón, mientras su mano acariciaba lentamente su vientre. De repente, escuchó la voz de Nathaniel del otro lado. ―Elara… ―ella se giró y sin razón alguna su corazón comenzó a latir fuerte. Se acercó lentamente, deseosa de escuchar nuevamente su voz; desde que discutieron lo había extrañado con todas sus fuerzas, anhelándolo cada noche, sintiendo el amargo sabor de su ausencia. ―Elara, sé que estás ahí. ―Nathaniel dijo pausadamente. ―por favor, abre. Hablemos… El silencio se colgó en el aire, pesado y cargado de emociones no dichas. Elara se detuv
REVELACIÓN.La habitación estaba bañada en una luz fría y estéril, el sol de la tarde apenas se filtraba a través de las persianas cerradas. Zayd Al-Rashid estaba de pie, imponente, su figura alta y oscura proyectaba una sombra amenazante sobre Megan, que estaba sentada en una silla frente a él, sus manos temblorosas entrelazadas con fuerza en su regazo.―Megan. ―empezó Zayd, su voz era un trueno bajo, cada palabra cargada con un poder que hacía que el aire vibrara. ―Tienes dos caminos frente a ti. Uno te lleva a una celda de prisión tan fría y solitaria que te hará desear nunca haber nacido.Megan se encogió ante sus palabras, sus ojos se llenaron de lágrimas, y su labio inferior tembló.―Yo… yo no quería… solo me pagaron para…Zayd golpeó la mesa con la palma de su mano, haciendo que Megan diera un salto en su asiento.―¡Silencio! ―rugió. ―No quiero tus patéticas excusas. Me repugnas.Elara, hasta ese momento en silencio, se movió ligeramente, su presencia era como la de una diosa d